Finalizada la salida del default en febrero, en tan sólo cuatro semanas la administración K rifó el “prestigio” de haber logrado salir de tan compleja situación. No porque haya sino una buena salida, ni siquiera la mejor, pero al menos había logrado convencer a tres cuartas partes de nuestros acreedores, que debían aceptar los términos propuestos desde Economía.
Fue la marcha de Blumberg ante el Congreso de la Nación, la cual intentaron impedir a través de métodos demasiado evidentes como contrarios a la libre expresión, tales como la amenaza velada y no tanto.
Fue también la disputa por el precio del combustible y la reacción patoteril del gobierno de mandar a las huestes de D’Elia a “piquetear” a Shell, para mostrarle al mercado quien definía precios y ganancias. Bajado el precio a niveles previos a la insubordinación civil (de la petrolera respecto de los deseos del hegemónico), los piqueteros se replegaron.
Fue también el caso Southern Winds. En este caso, como el primer responsable del hecho, como autoridad de aplicación, era el Subsecretario de Transporte Jaime, se decidió buscar algún chivo expiatorio. Y se encontró que la solución, por lo menos ante los propios, era descabezar (una vez más) a la Fuerza Aérea.
Como vemos, en poco tiempo ya nadie se acordaba que se había salido del default y todos hablaban de las valijas con droga y los piqueteros, que actuaban como falanges fascistas al servicio del oficialismo.
Octubre de 2005
Otro hecho que eventualmente debería haber reportado agradables aires de triunfo para el grupo K fueron la elecciones, las que lejos del paroxismo que se intentó desde el partido oficial el 24 de octubre a la noche (los esfuerzos de la Reina, etc.), aún así les debieron haber durado un poco más.
Pero en tan sólo una semana, comenzaron a despilfarrar el poco o mucho (según quien lo analice) prestigio obtenido, cuando el Jefe de Gabinete salió a decir de manera pública que él le había prometido a su jefe cuatro diputados en la Ciudad de Buenos Aires y había cumplido. Y mientras se veía la foto del presidente con el médico-político, nadie en Balcarce 50 preveía el costo de tamaño salto de Borocoto hacia las filas oficiales.
Como el progresismo vernáculo es escapista por definición, o sea, siempre la culpa la tiene otro, cuando las excusas ya no eran creíbles encontraron la forma de tapar la transfugueada. Claro que para ello utilizaron otra peor y el diputado indultado Bonasso, propuso interpretar la decisión popular y bloquear el ingreso del diputado electo Patti.
En medio de todo este vodevil trucho, el diputado electo y ex canciller Bielsa protagonizó una obrita en cuatro actos (asumo/ me voy a Paris/ me quedo en casa/ asumo), que lo convirtió en el hazmerreír de sus propios camaradas, al punto que asumió tan sólo por una cuestión de matemática parlamentaria. Aún así, lo mandaron a la última fila, lejos del calor del poder de la bancada y casualmente, banca por medio de su nuevo compañero: el médico.
Pero en este caso, el avasallamiento de las instituciones no quedó en lo anecdótico. Ocurrió que la Cámara de Diputados permitió la jura de Borocotó y no la de Patti. Si bien algunos argumentaron que ambos diplomas fueron a comisión para evaluar las respectivas aptitudes para ser miembros de la Cámara, la situación no es la misma.
El primero hoy vota y tiene todos los derechos y privilegios de la posición. El segundo comienza a sufrir un proceso de persecución a través de los juzgados, de forma de preparar el terreno para que cuando la correspondiente comisión deba emitir su dictamen, sea esperable el rechazo de otorgarle a Patti su derecho a asumir. Mientras, quizás el médico se haya ido ya del Congreso rumbo a algún organismo internacional, donde cobre en euros y nosotros veamos como un saltarían desfachatado, nos representa.
Peor aún, el oficialismo puede bloquear el ingreso de Patti a la Cámara y la oposición no puede lograr la salida de Borocoto. De esta manera, quienes pretendieron justificar desde el equilibrio, la forma en que votaron, no entendieron que su voto ya lo condenaba al ex comisario a su no ingreso. Para asegurarse que no haya errores, sobre un total de 13 miembros, el kirchenirmo se aseguró 9 en la comisión que deberá dictaminar antes de llegar al pleno del Cuerpo, si Patti será o no diputado. Obviamente, nadie espera ya sorpresas.
Actos de hegemonía
Claro que esto no debe sorprendernos, cuando el oficialismo vota con mayorías simples, proyectos que deberían ser aprobados por mayorías especiales, imposibles de obtener sin consensuar el contenido del proyecto con la oposición, tal como sucedió con la prorroga de los impuestos. La soberbia de no modificar un proyecto de presupuesto con ninguna de las recomendaciones de la oposición, cuando además, apenas sesenta minutos de aprobado en la Cámara baja, ya estaba desactualizado, debido al atropello cometido por el presidente al anunciar la decisión inconsulta, de afectar reservas para cancelar la deuda con el FMI.
No sólo no se analizó la instrumentación de la cancelación, ya que tanto el presidente del BCRA y la ministro de economía, debieron salir a ver como se hacia e incluso debieron cambiar su fecha de implementación, sino que tampoco se respetó la Constitución al dar participación al Congreso de tamaña decisión. Seguramente usted se planteará ¿Para que? Si total, el Congreso de la Nación es una escribanía que da fe de lo que el Ejecutivo le pide, cara y sin iniciativa. Pero al menos, respetemos las formas. Ya ni eso.
Si no, fíjese como la Escribanía aprobó sin mosquear no sólo la reforma del Consejo de la Magistratura, que descaradamente, quedó como otro órgano dentro de la superestructura oficial, sino además, y escandalosamente vergonzante, la reformada Emergencia Económica, sin debate. En esta nueva delegación de poderes del Legislativo al Ejecutivo, la Escribanía no sólo le transfiere facultades específicas, tales como la renegociación de las tarifas de las empresas de servicios públicos y su posible sanción ficta, sino que habilita al presidente a “realizar todos aquellos actos que considere necesarios para salir de la emergencia” que la propia ley instala.
A comienzos del 2005, el mayor problema estaba en lo económico. Finalizado el año, vemos que la mayor crisis es la institucional y no porque la primera se haya resuelto, sino por agravamiento de la segunda.
Que esta administración busca la hegemonía, ya no es una sorpresa ni una noticia. Pero el nivel de impunidad que destila es atroz. Tal como dijera el presidente “... la ley de coparticipación federal no nos gusta...”. El federalismo no le gusta. Tampoco le gusta respetar las instituciones y mucho menos la independencia de poderes.
Quizás por eso, deberíamos dejar de llamarnos República Federal Argentina, y cambiarlo por el mucho menos pomposo pero realista “Argentina”. Así a secas. Quizás, le podríamos agregar “Republiqueta”, pero haría demasiado explicitas a nuestras miserias.
Si este pacKan se tragara tan sólo su prestigio, nadie se rasgaría las vestiduras. Pero en realidad, lo que hace es tragarse a la Argentina. 40% lo votó. Si el 60% restante no logra unirse para eliminar este estigma, entonces será porque nos merecemos esto.
Felices Fiestas.
Diciembre 28 de 2005.-
Fue la marcha de Blumberg ante el Congreso de la Nación, la cual intentaron impedir a través de métodos demasiado evidentes como contrarios a la libre expresión, tales como la amenaza velada y no tanto.
Fue también la disputa por el precio del combustible y la reacción patoteril del gobierno de mandar a las huestes de D’Elia a “piquetear” a Shell, para mostrarle al mercado quien definía precios y ganancias. Bajado el precio a niveles previos a la insubordinación civil (de la petrolera respecto de los deseos del hegemónico), los piqueteros se replegaron.
Fue también el caso Southern Winds. En este caso, como el primer responsable del hecho, como autoridad de aplicación, era el Subsecretario de Transporte Jaime, se decidió buscar algún chivo expiatorio. Y se encontró que la solución, por lo menos ante los propios, era descabezar (una vez más) a la Fuerza Aérea.
Como vemos, en poco tiempo ya nadie se acordaba que se había salido del default y todos hablaban de las valijas con droga y los piqueteros, que actuaban como falanges fascistas al servicio del oficialismo.
Octubre de 2005
Otro hecho que eventualmente debería haber reportado agradables aires de triunfo para el grupo K fueron la elecciones, las que lejos del paroxismo que se intentó desde el partido oficial el 24 de octubre a la noche (los esfuerzos de la Reina, etc.), aún así les debieron haber durado un poco más.
Pero en tan sólo una semana, comenzaron a despilfarrar el poco o mucho (según quien lo analice) prestigio obtenido, cuando el Jefe de Gabinete salió a decir de manera pública que él le había prometido a su jefe cuatro diputados en la Ciudad de Buenos Aires y había cumplido. Y mientras se veía la foto del presidente con el médico-político, nadie en Balcarce 50 preveía el costo de tamaño salto de Borocoto hacia las filas oficiales.
Como el progresismo vernáculo es escapista por definición, o sea, siempre la culpa la tiene otro, cuando las excusas ya no eran creíbles encontraron la forma de tapar la transfugueada. Claro que para ello utilizaron otra peor y el diputado indultado Bonasso, propuso interpretar la decisión popular y bloquear el ingreso del diputado electo Patti.
En medio de todo este vodevil trucho, el diputado electo y ex canciller Bielsa protagonizó una obrita en cuatro actos (asumo/ me voy a Paris/ me quedo en casa/ asumo), que lo convirtió en el hazmerreír de sus propios camaradas, al punto que asumió tan sólo por una cuestión de matemática parlamentaria. Aún así, lo mandaron a la última fila, lejos del calor del poder de la bancada y casualmente, banca por medio de su nuevo compañero: el médico.
Pero en este caso, el avasallamiento de las instituciones no quedó en lo anecdótico. Ocurrió que la Cámara de Diputados permitió la jura de Borocotó y no la de Patti. Si bien algunos argumentaron que ambos diplomas fueron a comisión para evaluar las respectivas aptitudes para ser miembros de la Cámara, la situación no es la misma.
El primero hoy vota y tiene todos los derechos y privilegios de la posición. El segundo comienza a sufrir un proceso de persecución a través de los juzgados, de forma de preparar el terreno para que cuando la correspondiente comisión deba emitir su dictamen, sea esperable el rechazo de otorgarle a Patti su derecho a asumir. Mientras, quizás el médico se haya ido ya del Congreso rumbo a algún organismo internacional, donde cobre en euros y nosotros veamos como un saltarían desfachatado, nos representa.
Peor aún, el oficialismo puede bloquear el ingreso de Patti a la Cámara y la oposición no puede lograr la salida de Borocoto. De esta manera, quienes pretendieron justificar desde el equilibrio, la forma en que votaron, no entendieron que su voto ya lo condenaba al ex comisario a su no ingreso. Para asegurarse que no haya errores, sobre un total de 13 miembros, el kirchenirmo se aseguró 9 en la comisión que deberá dictaminar antes de llegar al pleno del Cuerpo, si Patti será o no diputado. Obviamente, nadie espera ya sorpresas.
Actos de hegemonía
Claro que esto no debe sorprendernos, cuando el oficialismo vota con mayorías simples, proyectos que deberían ser aprobados por mayorías especiales, imposibles de obtener sin consensuar el contenido del proyecto con la oposición, tal como sucedió con la prorroga de los impuestos. La soberbia de no modificar un proyecto de presupuesto con ninguna de las recomendaciones de la oposición, cuando además, apenas sesenta minutos de aprobado en la Cámara baja, ya estaba desactualizado, debido al atropello cometido por el presidente al anunciar la decisión inconsulta, de afectar reservas para cancelar la deuda con el FMI.
No sólo no se analizó la instrumentación de la cancelación, ya que tanto el presidente del BCRA y la ministro de economía, debieron salir a ver como se hacia e incluso debieron cambiar su fecha de implementación, sino que tampoco se respetó la Constitución al dar participación al Congreso de tamaña decisión. Seguramente usted se planteará ¿Para que? Si total, el Congreso de la Nación es una escribanía que da fe de lo que el Ejecutivo le pide, cara y sin iniciativa. Pero al menos, respetemos las formas. Ya ni eso.
Si no, fíjese como la Escribanía aprobó sin mosquear no sólo la reforma del Consejo de la Magistratura, que descaradamente, quedó como otro órgano dentro de la superestructura oficial, sino además, y escandalosamente vergonzante, la reformada Emergencia Económica, sin debate. En esta nueva delegación de poderes del Legislativo al Ejecutivo, la Escribanía no sólo le transfiere facultades específicas, tales como la renegociación de las tarifas de las empresas de servicios públicos y su posible sanción ficta, sino que habilita al presidente a “realizar todos aquellos actos que considere necesarios para salir de la emergencia” que la propia ley instala.
A comienzos del 2005, el mayor problema estaba en lo económico. Finalizado el año, vemos que la mayor crisis es la institucional y no porque la primera se haya resuelto, sino por agravamiento de la segunda.
Que esta administración busca la hegemonía, ya no es una sorpresa ni una noticia. Pero el nivel de impunidad que destila es atroz. Tal como dijera el presidente “... la ley de coparticipación federal no nos gusta...”. El federalismo no le gusta. Tampoco le gusta respetar las instituciones y mucho menos la independencia de poderes.
Quizás por eso, deberíamos dejar de llamarnos República Federal Argentina, y cambiarlo por el mucho menos pomposo pero realista “Argentina”. Así a secas. Quizás, le podríamos agregar “Republiqueta”, pero haría demasiado explicitas a nuestras miserias.
Si este pacKan se tragara tan sólo su prestigio, nadie se rasgaría las vestiduras. Pero en realidad, lo que hace es tragarse a la Argentina. 40% lo votó. Si el 60% restante no logra unirse para eliminar este estigma, entonces será porque nos merecemos esto.
Felices Fiestas.
Diciembre 28 de 2005.-
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