¿Se acuerda del Riesgo-país? ¿Aquel que allá por el 2001, todos mirábamos a las noches antes de ir a dormir junto con el pronóstico del tiempo, para el día siguiente? Y generalmente este último, no nos preocupaba tanto.
A fines de Febrero de este año, el gobierno nacional (peronista) nos informó que habíamos salido del payasesco default declarado por otra administración de igual signo más de tres años antes. Y con esa noticia, vino otra adjunta en letra mas chica: “El riesgo país bajará de tal forma, que se ubicará por debajo de los valores históricos de los 90’s”.
Con esta pequeña frase, el equipo de marketing de Economía, pretendía no sólo posicionase como quien solucionó la crisis de la Alianza, sino además, como quienes mejoraban el perfil del país respecto de la administración Menem. Descontando el fracaso económico de la administración Alfonsín y la intrascendencia de las de Rodríguez Saa y Duhalde, de un golpe, se colocaban en la cima de la eficiencia, desde la vuelta a la Democracia.
Cuando en 1994 se comenzó a publicar este índice privado (lo confecciona el banco JP Morgan), lo que definió su responsable, era expresar con él la tasa de retorno adicional que se considera razonable esperar en su repago, respecto de la tasa de las Letras de la Tesorería Americana. Dicho de otra forma. Considerando que la tasa de largo americana es una tasa casi sin riesgo respecto del repago (nadie espera un default de los Estados Unidos), el valor expresado en el índice, estaría diciendo cuanto en términos de una tasa de interés, es necesario cargar a un bono soberano (emitido por un país), para compensar el riesgo del eventual no pago, en el futuro.
A partir de allí, prensa mediante, se comenzó a relacionar este índice con la situación integral de riesgo que un estado tiene ante el mercado financiero. Algo así como que el índice expresaba de manera mas “entendible” y preciso, lo que las calificadoras de riesgo expresaban con esas nomenclaturas tan difíciles de recordar. Tan es así que se comenzó a asociar la idea que a partir de cierto riesgo país, nos convertiríamos en “investment grade”.
Para entenderlo de manera sencilla, el índice “Riesgo País” sólo califica a aquellos bonos soberanos cotizando en dólares y fuera del país. Pero de ninguna manera abre un juicio de valor sobre la calidad de un país como deudor. Mas aún, en el “riesgo país” argentino actual, no sólo NO está incluido el total de bonos defaulteados y canjeados, sino que tampoco se encuentra el tercio de la deuda nueva en bonos emitidos en canje de aquellos, denominados en pesos y ajustados con el CER, ni ninguno que este emitido bajo la jurisdicción de la justicia local. En realidad esto es razonable, ya que lo que no lo es, es la justicia argentina al dar legitimidad al proceso de exacción cometida por la administración anterior y avalada por esta, también conocida como pesificación asimétrica.
Hasta aquí he sido meramente descriptivo. Pero a partir de estas realidades, nos encontramos que finalizando Julio, el riesgo país actual ronda los 410 puntos básicos (4.10%), el menor valor desde Noviembre de 1997. El mismo riesgo que el de Brasil y “apenas” 270 puntos más que México y unos 350 puntos más que Chile. Claro que para Standard & Poor’s, Argentina es B- (a seis escalones del grado de inversión y 15 del top AAA) y Brasil con su BB está a sólo dos del grado de inversión. En el caso de México (BBB-) y Chile (A) ambos ya son investment grade, siendo Chile el país latinoamericano mejor calificado a tan sólo 2 grados del máximo AAA, y sólo comparable con las economías emergentes avanzadas de Europa.
Por eso, si escucha que estamos mejor porque el riesgo país cayó, sepa que lo están tratando de engañar. Ante los ojos del mundo, hoy no somos confiables y pasará mucho tiempo hasta que lo podamos ser. De allí, que las inversiones tardarán mucho en llegar.
Julio 24 de 2005.-
A fines de Febrero de este año, el gobierno nacional (peronista) nos informó que habíamos salido del payasesco default declarado por otra administración de igual signo más de tres años antes. Y con esa noticia, vino otra adjunta en letra mas chica: “El riesgo país bajará de tal forma, que se ubicará por debajo de los valores históricos de los 90’s”.
Con esta pequeña frase, el equipo de marketing de Economía, pretendía no sólo posicionase como quien solucionó la crisis de la Alianza, sino además, como quienes mejoraban el perfil del país respecto de la administración Menem. Descontando el fracaso económico de la administración Alfonsín y la intrascendencia de las de Rodríguez Saa y Duhalde, de un golpe, se colocaban en la cima de la eficiencia, desde la vuelta a la Democracia.
Cuando en 1994 se comenzó a publicar este índice privado (lo confecciona el banco JP Morgan), lo que definió su responsable, era expresar con él la tasa de retorno adicional que se considera razonable esperar en su repago, respecto de la tasa de las Letras de la Tesorería Americana. Dicho de otra forma. Considerando que la tasa de largo americana es una tasa casi sin riesgo respecto del repago (nadie espera un default de los Estados Unidos), el valor expresado en el índice, estaría diciendo cuanto en términos de una tasa de interés, es necesario cargar a un bono soberano (emitido por un país), para compensar el riesgo del eventual no pago, en el futuro.
A partir de allí, prensa mediante, se comenzó a relacionar este índice con la situación integral de riesgo que un estado tiene ante el mercado financiero. Algo así como que el índice expresaba de manera mas “entendible” y preciso, lo que las calificadoras de riesgo expresaban con esas nomenclaturas tan difíciles de recordar. Tan es así que se comenzó a asociar la idea que a partir de cierto riesgo país, nos convertiríamos en “investment grade”.
Para entenderlo de manera sencilla, el índice “Riesgo País” sólo califica a aquellos bonos soberanos cotizando en dólares y fuera del país. Pero de ninguna manera abre un juicio de valor sobre la calidad de un país como deudor. Mas aún, en el “riesgo país” argentino actual, no sólo NO está incluido el total de bonos defaulteados y canjeados, sino que tampoco se encuentra el tercio de la deuda nueva en bonos emitidos en canje de aquellos, denominados en pesos y ajustados con el CER, ni ninguno que este emitido bajo la jurisdicción de la justicia local. En realidad esto es razonable, ya que lo que no lo es, es la justicia argentina al dar legitimidad al proceso de exacción cometida por la administración anterior y avalada por esta, también conocida como pesificación asimétrica.
Hasta aquí he sido meramente descriptivo. Pero a partir de estas realidades, nos encontramos que finalizando Julio, el riesgo país actual ronda los 410 puntos básicos (4.10%), el menor valor desde Noviembre de 1997. El mismo riesgo que el de Brasil y “apenas” 270 puntos más que México y unos 350 puntos más que Chile. Claro que para Standard & Poor’s, Argentina es B- (a seis escalones del grado de inversión y 15 del top AAA) y Brasil con su BB está a sólo dos del grado de inversión. En el caso de México (BBB-) y Chile (A) ambos ya son investment grade, siendo Chile el país latinoamericano mejor calificado a tan sólo 2 grados del máximo AAA, y sólo comparable con las economías emergentes avanzadas de Europa.
Por eso, si escucha que estamos mejor porque el riesgo país cayó, sepa que lo están tratando de engañar. Ante los ojos del mundo, hoy no somos confiables y pasará mucho tiempo hasta que lo podamos ser. De allí, que las inversiones tardarán mucho en llegar.
Julio 24 de 2005.-
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