jueves, 31 de enero de 2008

Progresismo bananero

En el último trimestre de 2002, el ex (?) presidente Néstor Kirchner, logró engañar al bañero devenido en piloto de tormentas, respecto de su lealtad y grado de independencia. Menos de un año después, Duhalde comprendió que le hubiera sido más provechoso cerrar con su ex jefe (el también ex presidente) Menem, que haber creado este experimento sureño.

De esta forma, se conformó el progresismo pingüino y su jefe (jefe y no líder), sacó chapa de guapo. Como una credencial.


La sucesión

En el 2005, el kirchnerato comenzó a plantear a la sociedad la posibilidad de no presentarse a la re elección del 2007. Y lo hacia con la excusa que había una mente superior dentro del movimiento. Un monje negro, detrás del trono. El cerebro de toda la movida sureña. Y esa no era otra que la Reina Cristina.

La promesa se cumplió, y la reina se convirtió en presidente. Había prometido mucha más acción, medidas que pondrían a la Argentina en el mundo moderno. Y para lograr esa inserción, un mejoramiento sustantivo de las relaciones con los países más importantes, especialmente con los Estados Unidos. Y desde ya, la revalorización del Mercosur.

Y así saco chapa de potencial estadista. Como una credencial.

De camino a los primeros sesenta días de su gobierno, apenas si podemos hablar de las peleas justamente con la primera economía del mundo, como consecuencia de las valijas de Antonini y del apoyo a Venezuela como país que lucha contra el narcotráfico. Cosa que ni Chávez se lo cree, pero nosotros: “pechito argentino”.

También podemos marcar la inexistencia de acciones políticas para mejorar la relación con Brasil y la no designación de embajador en el hermano país charrúa.

Como contrapartida, las relaciones carnales con Venezuela ya no se discuten y ya sabemos que rol le cabe a cada parte en este apasionado romance.

También hemos hecho el mérito de ser los que le pagan más caro el gas a Bolivia, aunque este no sólo no nos lo pueda entregar, sino que además nos exige, para que podamos tener ese placer de ser timados, que hagamos las inversiones que luego usaran para enviarnos el gas.

Acá podemos mencionar que el Brasil también está comprometido en inversiones, pero paga el millón de BTU (unidad de medida del gas) sensiblemente más barato. ¿Será por ser los argentinos tan piolas?

Finalmente, podemos contar casi, como único acto de gobierno en tan prolongado lapso, la confirmación de la mayoría de los funcionarios del equipo de su marido. Y unas prolongadas vacaciones hasta comienzos de enero y luego trabajo a reglamento.

Esto es el cambio. Quienes votaron al FpV, seguramente podrán explicarlo mejor.


La seguridad

Si algo favorece a la corrupción rampante que existe hoy en Argentina, en todos los niveles y ámbitos (no solo los funcionarios públicos), es la sensación de inseguridad en la que viven los habitantes de nuestro país.

Los temores y por ende las prioridades de los ciudadanos son en primer lugar, la inseguridad. Luego viene el temor a la inflación que se viene, salvo para los miembros del gobierno. La educación, la salud, la falta de trabajo y la crisis energética se encuentran antes de la corrupción. Aún cuando todos estos temas ni siquiera figuren en la agenda oficial.

En la provincia de Buenos Aires, el ministro Stornelli está comenzando a reconocer que la gestión Solá-Arslanian, ha sido de lo peor. Claro que debería elegir mejor las palabras. En su última declaración dijo: "Estamos en una suerte de precariedad; con los elementos que nos da la gobernación vamos a tratar de hacer lo mejor posible".

Si tan sólo va a tratar, me parece que estamos peor de lo que creíamos. Si los funcionarios van a tratar de cumplir con su deber en lugar de comprometerse a hacerlo, ¿para que juran? Aun así, por primera vez un funcionario de seguridad da un diagnostico similar a la sensación ciudadana. Lejos de lo que pasa con los índices del Indec.

O con la visión del ministro de Seguridad de la Nación, antes además de Interior y ahora de Justicia, quien se dedica a opinar, pero no hace y no hace hacer. Por eso podemos decir que ha sacado chapa de parasito. Casi una credencial.


Seguridad en las fronteras

La única frontera más o menos cuidada, es la que compartimos con Chile. Y no es un logro de nuestra política de seguridad. Es un mero accidente geográfico: la cordillera de los Andes.

En el resto, es un colador. Las fronteras con Bolivia y con el Paraguay, hasta las inundaciones provocadas por el fenómeno de la Niña, se cruzaban de a pie. Y así será nuevamente, cuando el caudal de las aguas vuelva a su cota normal.

Incluso hay lugares donde uno tiene la certeza que hay connivencia entre quienes cruzan en un sentido y otro y quienes deberían impedirlo, o al menos controlar.

Caso típico, es el cruce de Clorinda con Puerto Nanawa, por mencionar alguno, donde se descargan los camiones estacionados en playas al efecto a menos de 100 metros del cruce, por changarines que de ninguna manera declaran ni les controlan los contenidos.

La seguridad se maneja con tal liviandad que por lo general da la sensación que no se maneja.

Y esto es lo que sucede en Gualeguaychú. Las provincias y mucho menos los municipios carecen de potestad alguna para regular el trafico migratorio en las fronteras nacionales.

Pero en la ciudad entrerriana, un grupo de ciudadanos han decidido que van a tratar de respetar la Constitución. O respetarla a medias. Como un casi-embarazo. Totalmente ridículo desde la crónica. Totalmente inadmisible desde lo institucional.

Peor aun, un ex vicegobernador de la provincia y actual senador nacional, dijo que “el tema es insignificante”. Y agregó “esto es una operación de prensa”.

Ante el hecho consumado de la generación de credenciales otorgadas por un grupo privado, con criterios insondables, limitando de manera inconcebible la libertad de transito del resto de los argentinos y extranjeros, decidiendo quien cruza y quien no la frontera, la Gendarmería no ha hecho nada. Quizás sea hora de su disolución.

El impresentable ministro de (in)Seguridad de la Nación tampoco ha hecho nada. Quizás sea hora de reducir el ministerio a escombros y mandar a su titular a su Quilmes natal.

La presidente no ha hecho nada. Si bien es cierto que no hecho nada de nada, me refiero que tampoco lo hizo respecto de este tema. Lastima que no hay revocatoria prevista en nuestra Constitución.

Pero tampoco han hecho nada los fiscales que tiene jurisdicción. Ni siquiera la oposición ha hecho o al menos dicho nada.

¿Para que mantenemos tantos parásitos? ¿Es que acaso, cualquiera puede hacer cualquier cosa y a nadie se le ocurre hacer (y no tratar de) respetar las leyes? ¿O están todos de vacaciones?

Mal preludio para una administración que llegaba con muchas dudas que ahora convierten en certezas. Y no de las mejores.


Buenos Aires, Enero 31, 2008.-
Publicado en Fundación ATLAS 1853 (http://www.atlas.org.ar/), El Siglo, Tucumán (www.elsigloweb.com) y Corrientes al día, Corrientes (www.corrientesaldia.com.ar)