lunes, 29 de junio de 2009

Ahora, todos deberíamos estar nerviosos

“¿Qué te pasha Clarín? ¿Estas nerviosho?” Su creador, en pleno discurso intentó demostrar que podía desde su tribuna, amenazar y en lugar de eso, generó quizás la frase más célebre y pegadiza de la campaña 2009. Claro que la misma, tal como ocurriera con aquel famoso y soberano “¿Por qué no te callas?, terminó siendo usada en todas las direcciones.

Alguien podría hoy preguntarle al mismo autor, ¿Qué te pasa Néstor? ¿Estás nervioso? Pero esto seria un error. Es que los argentinos deberíamos ahora estar todos muy nerviosos.


La foto

No se puede hablar de balance, ya que falta mucho para el cierre de ejercicio (Dic 2011, salvo opinión distinta no sólo de CFK, sino de del Vicepresidente Cobos. Algo no muy probable). Pero, siguiendo una de las normas contables, “Las ganancias se contabilizan cuando se realizan y las pérdidas cuando se conocen”. En este último caso hay mucho por registrar.

Bajo el lema “Nosotros Hacemos”, hay que reconocer, que si hicieron. Nos encontramos mas aislados del mundo que en ningún otro momento de nuestra corta historia. Con el agravante que nunca en la larga historia de la humanidad, la gran aldea ha esta tan conectada.

Algunos dirán que eso nos permitió mantenernos lejos de la crisis global. Pero eso no es cierto. Si la crisis del 2008 no hubiese existido, nosotros estaríamos en una situación parecida pero mejor, ya que el mundo se podría haber permitido el lujo de ayudar a los argentinos con nuestra propia crisis. Con unas monedas globales alcanzaba. Nuestra crisis es institucional y de sentido común. Y sólo nuestra.

Como alguna vez escribí, lo sucedido en EEUU fue una crisis de liquidez, seguida por una de solvencia a la que se le agregó una de confianza. La primera fue reemplazada por la segunda y está, luego de la limpieza de balances, ya es historia. De allí que el rebote de los números macro de USA ya son un hecho, aunque con motivo de la falta de confianza, aun no llegan a la economía real. Y en todo caso no fue por falta de control como muchos esgrimen (lo que es políticamente correcto), sino por un exceso de control. El manejo de las tasas que desde la Fed hizo Greenspan durante la década pasada, explica en sí mismo la crisis. Culpar al mercado de aprovechar las condiciones que funcionarios definen, en el entendimiento que ellos pueden interpretar y predecir absolutamente todas las variables de la economía, es cuando menos ingenuo.

De manera análoga, Europa estará rebotando hacia fines de año y su economía real verá ese efecto a partir del segundo o tercer trimestre del 2010. No nos olvidemos que hablamos de dos docenas de países.

Argentina no tiene aun fecha de salida y en cualquier caso, no habrá rebote. Apenas algún cambio en la tendencia. La famosa L. El kirchnerismo lo hizo.


Inflación y gasto público

Sin más cajas que estatizar, de seguir tal como hoy vamos deberemos volver a acostumbrarnos al déficit fiscal en el corto plazo y al déficit comercial en el mediano. De hecho, sin contabilizar los fondos que la Anses hurtó a las AFJP, el 2008 hubiera cerrado en rojo.

El impacto en el gasto público estructural, especialmente en las nuevas jubilaciones otorgadas sin aportes previos, sólo podrá ser bajado vía inflación. Pero esta licuación de las jubilaciones alcanzará no sólo a quienes nunca aportaron sino a quienes si lo hicieron. Aun más, terminará alcanzando a quienes habíamos previsto conocer el futuro previsional, desde la cuenta personal al momento de jubilarnos. Hoy socializaremos los magros ingresos al sector de la tercera edad, sin importar el esfuerzo previo de cada jubilado.

Una alternativa sería actualizar los valores por algún índice. Sin entrar en el valor de los índices oficiales, debemos entender que si desfinanciamos aun mas la caja previsional, en el mediano plazo el problema no será pagar jubilaciones bajas, sino no pagarlas.

No menciono como alternativa el tomar deuda, dado que por un lado es la peor política que podríamos realizar (deuda pública para pagar gastos corrientes, es una crisis de deuda en el corto plazo, por lo que seria caro y difícil conseguir prestamista) sino que tal como dijimos, estamos fuera del mundo y nadie no prestaría.

Otra alternativa sería mantener el nivel de presión fiscal. Ahora bien, lo único que puede pagar tamaño déficit son las retenciones y otros impuestos distorsivos. Pero no las del 2009 o 2010, sino las del 2008. Esto quiere decir, con los precios y los volúmenes de 2008. Si bien los precios han comenzado a subir respecto de los mínimos de principios de año, los volúmenes han y seguirán bajando. La última sequía ha sido un tiro de gracia en la actividad agroganadera argentina.

Paradójicamente, hoy nos encontramos con un ex presidente uruguayo agradeciendo a la gestión K el apoyo brindado al desarrollo del campo de su país. En lugar de exportar leche, soja o maíz, exportamos productores y divisas.

Y esto tiende a empeorar. Brasil acaba de anunciar una política de incentivos al sector agroindustrial de más de USD 53.000 millones. Esto hará que el país carioca tome (para ya nunca mas soltar) los mercados históricamente argentinos y una vez que compense la oferta que Argentina retiró, los precios seguramente vuelvan a estacionarse un escalón mas abajo.

Dicho de otra manera, a volumen de exportaciones decreciente y una perspectiva de precio real de comodities bastante estable, las posibilidades de mantener el nivel de gasto, se hacen insostenibles.

Algo similar ocurre con los subsidios al transporte (terrestre y aéreo), donde un sinceramiento en el valor del combustible, dispararía el valor del pasaje, pero no hacerlo implica una transferencia a aquel que viaja y por ende tiene empleo al menos informal, desde aquel que por no tenerlo, no precisa viajar. En este caso, la transferencia es vía inflación.


Conclusión

Los dos principales problemas de los argentinos hoy son, casi de manera unánime la inseguridad (que no es una sensación) y la falta de empleo o la posibilidad de un desempleo en el futuro cercano.

Para poder tratar de mejorar esta segunda cuestión, es necesario poder apuntalar el nivel de actividad. Pero hoy eso es materialmente imposible, ya que el estado no sólo carece de los recursos necesarios, sino que tampoco tiene la posibilidad de obtenerlos.

Por otro lado, praxeológicamente hablando, no tomar una decisión es tomar una: seguir como estamos. Si elegimos esta, vamos camino a un contexto inflacionario, pero recesivo. El peor de todos los escenarios. Y dado el raquitismo institucional que estructuralmente tiene la argentina, sumada a la debilidad política con la que emergió el matrimonio gobernante en las últimas elecciones, pensar en una repetición de 1989 no será extremadamente pesimista.

La otra cara de la moneda es desarmar la estructura de gasto público en la medida de lo posible y licuar el resto con inflación como parte de un programa (eliminación de subsidios internos y externos, baja del IVA, baja en el tiempo de la retenciones a granos e hidrocarburos, eliminación de impuestos al consumo de servicios públicos, privatización de empresas estatizadas, etc.). No por aquello que un poco de inflación está bien. Sino porque hoy es necesario desagiar el gasto corriente. Y hacerlo de manera rápida de forma de evitar los métodos de ajuste nominal y minimizar el pass-through inverso (devaluación por inflación), al menos durante la transición.

Esto mantendría bajo el nivel de actividad por un par de trimestres más, pero daría una perspectiva a mediano plazo, de forma que pueda empezar a pensarse en inversión privada y en un despegue de aquí a un año.

¿Buscarán los K desarmar la bomba que han fabricado? Atento que ya comenzó la carrera por el 2011, ¿Habrá patriotas que estén dispuestos a pensar en la próxima generación o sólo pensaran en la próxima elección?

Todos deberíamos estar nerviosos.

Buenos Aires, Junio 29, 2009.-

jueves, 12 de febrero de 2009

Como en el juego de la Oca

El gobierno no puede aliviar el esfuerzo personal. Los hombres normales deben cuidarse así mismos. Autogobierno quiere decir automantenimiento, por lo que en definitiva, los derechos de propiedad y los derechos personales son la misma cosa.” (Calvin Coolidge, 30 mo. presidente de EEUU, 1925).

De manera paralela, sus contemporáneos (Stalin, asumido en 1923; Atartuk, en 1923; Chiang Kai-Shek, en 1925; Reza Khan, en 1925; Ibn Saud, en 1926; etc.), iban en dirección contraria. Como afirmara Mussollini “Todo dentro del estado, nada fuera de él, nada contra el estado”.

Casi un siglo después, podemos ver quien tenia razón. Social, moral y económicamente, EEUU es el líder indiscutido de esta aldea global.
La convicción que la esencia de la república no es la democracia en si misma sino el imperio de la ley y que la función principal del gobierno es sostenerla y asegurar su cumplimiento sin excepciones, marca la gran diferencia de inicio para el análisis de la evolución de las naciones, desde comienzos del mundo moderno.

Esta no fue la única característica diferenciadora, pero seguro que fue la más importante. Y la que mas influyó en que muchas de las otras (inmigración, desarrollo tecnológico, movilidad social ascendente, etc.) se dieran y en las respectivas magnitudes.

Desde ya que el mundo del siglo XXI dista de aquel. Pero aun así, la discusión sobre cual ha de ser el papel del estado y cuales sus áreas de incumbencia, han ocupado todo el tiempo transcurrido desde entonces. Y no ha terminado.

Durante ese tiempo, hemos visto (aunque parece no que hemos aprendido), que no hay forma que burócratas bien intencionados (en el mejor de casos) puedan reemplazar al mercado.

Los experimentos de ingeniería social llevados a cabo, tienen como común denominador dos factores: millones de muertos y/o prisioneros políticos y la pauperización moral y económica de esas sociedades.

La corrupción de los líderes en esos pueblos, no es la causa del fracaso de los experimentos, sino la consecuencia inevitable de ellos.

Cuando el autócrata libera a una persona de su esfuerzo personal, lo está comprando. Y la causa a la que adhiere el nuevo “miembro” no es otra que el mantenimiento del poder en manos de aquel. Hasta que ya no es necesario adherir nuevos acólitos y la sociedad entera pasa a ser propiedad de una elite que tiene por objetivo velar por el bien común (de la elite, desde ya).

Huelga decir que es estos casos la parodia es la única forma de creer que vivimos en una república. Tales son los intentos de simular elecciones democráticas, división de poderes y/o igualdad ante una justicia independiente.


La condena al éxito

El 2009 será según algunos analistas políticos, un año definitorio. Otro más.

El resultado de las elecciones legislativas, determinará la gobernabilidad del oficialismo y su eventual proyección hacia después del 2011.

También tendrá incidencia en las alianzas de la oposición con chances de ser una alternativa en 2011.

Pero en realidad, no estamos hablando de alternativas programáticas. No hay una discusión del modelo de país que queremos. Es apenas una discusión de nombres. Incluso, de cartel.

Muchos de los oficialistas de ayer son opositores de hoy, sólo porque olfatean que sus posibilidades son mayores saltando el mostrador. El pobre de Borocotó, cometió el error de saltar sin un discurso “apropiado” que evitara que su salto se convirtiera en políticamente incorrecto. Pero salvo esto, no hay diferencias.

De igual manera, entre opositores ayer antagonistas a causa de sus programas de gobierno propuestos, los pases han sido moneda corriente.

Está bastante claro el porque de estos intercambios constantes. Todos apoyan el modelo socialista, prebendarlo, dirigista y demagogico. Algunos buscarán decir que hay grados, pero la libertad es como el embarazo: no admite parcialidades. Se es libre o no se lo es.

Que el armado político implique la formación de dos alianzas (facciones) peronistas (una con Kirchner y la otra contra él) y una tercera que junta a todas las corrientes socialistas no peronistas, demuestra que si fueran un poco mas inteligentes, hasta podrían evitar las elecciones. Sólo deberían acordar en un cronograma de rotación en el sillón de Rivadavia.

Lamentablemente, en la Argentina seguimos pagando las consecuencias de un peronismo que lleva más de sesenta años contaminando a la sociedad. Hace mucho que los argentinos han decidido que lo único que pueden esperar de SU gobierno, es la dádiva.

En palabras de Coolidge, queremos el autogobierno (la republica) pero no queremos el esfuerzo que su existencia implica. Al menos no el propio. Queremos los derechos personales, pero la única propiedad privada inviolable es la propia.

El peronismo de Kirchner no es ni peor ni mejor que el que Duhalde pretende reconstruir, sin importar los nombres que en el intento involucre. Al menos no para los ciudadanos comunes. Ninguno tiene un programa de gobierno. Sus promesas surgen de lo que la gente espera escuchar. Y cuando llegan (ambos llegaron y se fueron), hacen todo aquello que atacaron durante sus respectivas campañas.

La UCR, tampoco tiene un programa. Si convino colocar a un De La Rua que capturara los votos de la sociedad y si ahora hay que cambiarlo por una Carrió, es sólo una cuestión de facciones internas.

No olvidemos que el ARI (o la CC) apoyo la candidatura de una gobernadora en Tierra del Fuego, que tardó apenas treinta días en colocarse bajo el paraguas del kirchnerismo, por una “cuestión de caja”.

Basta de realidades, queremos promesas.

Pero esto no es culpa de los políticos. Somos los ciudadanos los que demandamos esta clase de personajes. Y el mercado es infalible. Aun para los socialistas.


Los libertarios

En 2003, muchos pensamos que finalmente se creaba un partido que representara a aquellos que defendemos la libertad, la república y que no queríamos que el estado nos “ayude”.

Nadie en su sano juicio, y mas allá de una elección que terminó sorprendiendo al más informado de los optimistas, esperaba que esta opción se materializara en un plazo tan breve. Pero bien podía decirse que se comenzaba a ver una luz al final del túnel. Pero terminó siendo una locomotora de frente.

Los últimos resquicios de aquel sueño se han evaporado. Causa de esto fue que los políticos han sabido transmitir que sólo al que puede ganar hay que votar, y además ninguno de ellos ha tenido la grandeza de intentar construir un espacio sino se aseguraba su propio liderazgo sin posibilidad de discusiones de fondo (no muy libertario, por cierto).

Hoy vemos que la mezcla de libertarios de ayer con demagogos de siempre es moneda corriente.

Las alternativas vuelven a ser las mismas de siempre. En nombre de la gobernabilidad (ficticia) y del progresismo (hacia la igualdad de la pobreza y la eliminación de las oportunidades), volvemos a pensar como los contemporáneos de Coolidge.

No es culpa de Bush ni de Obama que nos hayamos vuelto intrascendentes en el concierto de naciones. Es que salvo para el simulacro de las elecciones, también lo somos para nuestros propios representantes. Si es que alguna vez intentaron representarnos.

Mientras sigamos en este autismo civil, estamos condenados al éxito de nuestros políticos y al fracaso de nuestra nación.


Buenos Aires, Febrero 12, 2009.-