La diferencia entre estos dos conceptos no es menor, pero aplicadas a la política, muestran la distancia entre los dos modelos posibles: el estatismo socialista y el capitalismo liberal.
Mientras el primero asegura un resultado igual para todos independientemente del esfuerzo personal, el riesgo asumido y la suerte que cada uno tiene a los largo de su vida, la equidad asegura la igualdad de oportunidad de obtener un resultado igual, pero dependiendo de aquellas variables. Mientras uno asegura una porción de pescado a cada uno, el otro, busca que todos puedan pescar, con oportunidades comparables.
Esta diferencia que no es menor, incluso es muchas veces mal utilizada por aquellos que se dicen representar al liberalismo, pero no pueden escapar de ejercer una cuota de demagogia y buscan que no se los pueda identificar de manera muy clara como exponentes de esa corriente de pensamiento.
Efectos primarios
Cuando uno tiene claro que representa cada uno de estos términos, entonces es muy sencillo concluir en los efectos que los mismos tienen en la vida diaria de los ciudadanos.
A los efectos de poder asegurar la igualdad, el estado tiene dos alternativas.
La primera alternativa es convencer a todos los ciudadanos, que se esfuercen exactamente lo mismo, que arriesguen cuotas equivalentes de capital, según los distintos retornos que cada proyecto tiene y que se solidaricen de manera automática de forma de transferir de manera voluntaria, aquellos que han logrado saldos positivos, los montos necesarios para compensar a quienes han tenido una cuota de suerte o idoneidad menor, hasta lograr equilibrar a todos los actores económicos con ingresos IGUALES.
Esto no suena bien y es razonable, ya que es una verdadera imbecilidad, suponer que esto sea posible. Por lo tanto se requiere de cierta coacción, del monopolio de la fuerza, incluidas algunas leyes contrarias a las libertades minimas, como la conocida ley de abastecimientos.
La segunda alternativa para tender hacia la tan declamada igualdad es que el estado haga los “pases mágicos” necesarios para que esto ocurra. El primer ítem que es necesario a analizar en este modelo, es que necesariamente habrá un “costo de administración”. Es el costo del estado. Pero de uno gigante que pretende estar presente en cada transacción que se realice, ya que esta es la única forma de poder conocer el total del monto a distribuir.
El segundo ítem de este punto es aún más crítico. Es que no alcanza con que el estado de manera genérica esté presente en cada rincón de la economía, encareciendo cada transacción, sino que además se requiere de un funcionario en cada escritorio que asuma que conoce mejor que las partes, cual es el fin de dicha operación y cuales las preferencias de cada miembro del mercado. Porque el mercado esta compuesto por personas (físicas o jurídicas), que interactúan según sus propias preferencias, las cuales ni siquiera se mantienen constantes para el mismo actor.
La posibilidad que ese funcionario exista, es totalmente nula. Pero como el igualitarismo niega esta realidad, aún así lo nombra (hoy es el Secretario de Comercio Interior) y le da las atribuciones para que defina lo que cada uno de nosotros quiere. Lo que termina ocurriendo no es otra cosa que una brutal transferencia de recursos, pero no para lograr la igualdad.
El igualitarismo, no reconoce el derecho de propiedad por definición (argumentan que es justificable en alguno casos su no reconocimiento, y de manera paralela, son ellos quienes dicen cuales son los casos) y desconocen el derecho de seleccionar cada quien su propio proyecto de vida al influir sobre las variables del mercado, por lo que atacan directamente al derecho inalienable a la libertad.
Paradójicamente, en aquellos países que se hace de la (des)igualdad un culto, se observa que son los más no igualitarios, ya que existe una clase política opulenta, una clase empresaria prebendaria (no capitalista) rica y un pueblo más o menos homogéneamente empobrecido, que ve como única alternativa para salir de la pobreza, convertirse en político de tiempo completo.
Más aún, en este modelo, y más allá de la declamación de la búsqueda de la igualdad, jamás se dará la oportunidad a todos de mejorar, ya que la pobreza es funcional y para esto la educación es tan solo un instrumento para adoctrinar al pueblo, pero no para educarlo. Se lo entrena en repetir conceptos demagógicos, pero no a pensar. Y se le da una pequeña retribución por ser un pobre funcional, que permite a los dueños del poder, vivir mejor.
Argentina siglo XXI
Lo arriba mencionado, podría parecer una teorización, si no tuviéramos tan a mano la demostración empírica.
Aún cuando en la Argentina jamás se ha instalado un sistema de gobierno liberal y aunque muchos han querido utilizar esa bandera, ha habido diferentes grados del nivel de intromisión del estado en la vida privada de los ciudadanos, que de forma imperfecta permite hacer aun así, algunas comparaciones.
Podríamos hacer las comparaciones con países que han respetado los derechos individuales y las instituciones a lo largo de su historia de manera más consistente que nosotros, pero entonces habría quienes recurrirían a la sociología para explicar las diferencias, tratando de convalidar el modelo. Por eso, nos quedamos en la Argentina.
- Según datos de Octubre 2006 del INDEC, el ingreso promedio del decil más alto es 31 veces el del más bajo. En mayo de 1994, era de 19 veces. Lo que demuestra que la “declamación de la igualdad” no tiene relación alguna con la “igualdad”.
- Según la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, el porcentaje de pobres a nivel nacional es de 31.4%. De manera paralela, ese porcentaje en la Provincia de Buenos Aires, es de 34.5%. Dado que los porcentajes han sido similares a lo largo del tiempo y como consecuencia que la EPH antes se limitaba a algunas ciudades, tomaré los índices de la mayor provincia argentina. En Abril de 1991 (luego de tres hiperinflaciones e instalación de la convertibilidad), el porcentaje era de 28.9%. En mayo de 1994, había bajado al 16.1%.
- Si vamos a casos concretos, salvo alguna pensión graciable otorgada o alguna jubilación de privilegio, coincidiremos que el sector pasivo, está en su gran mayoría en la base de la pirámide de ingresos. Incluso, la jubilación mínima (84% de los jubilados) se encuentra por debajo del salario mínimo, por lo que podemos concluir que quienes aportaron a lo largo de su vida, hoy no pueden cubrir sus necesidades, incluso según las falseadas estadísticas del gobierno. Según un informe de IDESA de hace poco más de un mes, la relación entre atrasos en los haberes jubilatorios y el superávit fiscal es tan grosero, que por ahora los jubilados serán menos iguales que el resto a efectos de evitar problemas en el “modelo”. Claro que dada la no obligación de votar de los mayores de 70, este sector no tiene tanto peso como otros.
- Tomemos como ejemplo la crisis que no existe. En el caso de la energía, es un dato de la realidad que el GLP (gas licuado de petróleo o popularmente, garrafa), es el elemento utilizado de manera mayoritaria entre los integrantes de los grupos socioeconómicos más bajos, tanto para cocinar como para calefaccionarse. Y es sabido especialmente por quienes tiene que utilizar este derivado del petróleo que su precio, comparativamente en calorías, es 4.5 veces el valor del gas por red, utilizado por las clases con menores problemas de ingresos.
- Con tal de no contaminar los índices y poder seguir mostrando niveles de inflación compatibles con las expectativas generadas por la propia administración, habrá una Argentina igual y otra menos igual, ya que en aquellos lugares que son incluidos en el relevamiento mensual del INDEC, se mantendrán fijos lo precios sin importar la rentabilidad y el consecuente desabastecimiento de los productos relevados, mientras que ya se han autorizado aumentos por encima de cualquier promedio, en zonas donde su impacto en el IPC sea nulo. Incluida la energía.
Conclusiones.
Está claro que el modelo socialista, trajo de manera implícita en todas sus implementaciones - más allá de sus principios teóricos - la igualdad de los funcionarios entre ellos y la posibilidad cierta que a través de la intromisión del estado en todos y cada uno de los sectores productivos, la prebenda a empresarios corruptos, para que entonces si, en nombre un supuesto bienestar general, robarle a la ciudadanía en general, a los ciudadanos “de a pie”, no sólo sus ingresos presentes, sino también su futuro y generando el marco que asegura la supervivencia del sistema, ante la única alternativa de movilidad social ascendente: la actividad política. Y su etapa anterior, el piqueterismo profesional.
Octubre 26, 2006.-
Mientras el primero asegura un resultado igual para todos independientemente del esfuerzo personal, el riesgo asumido y la suerte que cada uno tiene a los largo de su vida, la equidad asegura la igualdad de oportunidad de obtener un resultado igual, pero dependiendo de aquellas variables. Mientras uno asegura una porción de pescado a cada uno, el otro, busca que todos puedan pescar, con oportunidades comparables.
Esta diferencia que no es menor, incluso es muchas veces mal utilizada por aquellos que se dicen representar al liberalismo, pero no pueden escapar de ejercer una cuota de demagogia y buscan que no se los pueda identificar de manera muy clara como exponentes de esa corriente de pensamiento.
Efectos primarios
Cuando uno tiene claro que representa cada uno de estos términos, entonces es muy sencillo concluir en los efectos que los mismos tienen en la vida diaria de los ciudadanos.
A los efectos de poder asegurar la igualdad, el estado tiene dos alternativas.
La primera alternativa es convencer a todos los ciudadanos, que se esfuercen exactamente lo mismo, que arriesguen cuotas equivalentes de capital, según los distintos retornos que cada proyecto tiene y que se solidaricen de manera automática de forma de transferir de manera voluntaria, aquellos que han logrado saldos positivos, los montos necesarios para compensar a quienes han tenido una cuota de suerte o idoneidad menor, hasta lograr equilibrar a todos los actores económicos con ingresos IGUALES.
Esto no suena bien y es razonable, ya que es una verdadera imbecilidad, suponer que esto sea posible. Por lo tanto se requiere de cierta coacción, del monopolio de la fuerza, incluidas algunas leyes contrarias a las libertades minimas, como la conocida ley de abastecimientos.
La segunda alternativa para tender hacia la tan declamada igualdad es que el estado haga los “pases mágicos” necesarios para que esto ocurra. El primer ítem que es necesario a analizar en este modelo, es que necesariamente habrá un “costo de administración”. Es el costo del estado. Pero de uno gigante que pretende estar presente en cada transacción que se realice, ya que esta es la única forma de poder conocer el total del monto a distribuir.
El segundo ítem de este punto es aún más crítico. Es que no alcanza con que el estado de manera genérica esté presente en cada rincón de la economía, encareciendo cada transacción, sino que además se requiere de un funcionario en cada escritorio que asuma que conoce mejor que las partes, cual es el fin de dicha operación y cuales las preferencias de cada miembro del mercado. Porque el mercado esta compuesto por personas (físicas o jurídicas), que interactúan según sus propias preferencias, las cuales ni siquiera se mantienen constantes para el mismo actor.
La posibilidad que ese funcionario exista, es totalmente nula. Pero como el igualitarismo niega esta realidad, aún así lo nombra (hoy es el Secretario de Comercio Interior) y le da las atribuciones para que defina lo que cada uno de nosotros quiere. Lo que termina ocurriendo no es otra cosa que una brutal transferencia de recursos, pero no para lograr la igualdad.
El igualitarismo, no reconoce el derecho de propiedad por definición (argumentan que es justificable en alguno casos su no reconocimiento, y de manera paralela, son ellos quienes dicen cuales son los casos) y desconocen el derecho de seleccionar cada quien su propio proyecto de vida al influir sobre las variables del mercado, por lo que atacan directamente al derecho inalienable a la libertad.
Paradójicamente, en aquellos países que se hace de la (des)igualdad un culto, se observa que son los más no igualitarios, ya que existe una clase política opulenta, una clase empresaria prebendaria (no capitalista) rica y un pueblo más o menos homogéneamente empobrecido, que ve como única alternativa para salir de la pobreza, convertirse en político de tiempo completo.
Más aún, en este modelo, y más allá de la declamación de la búsqueda de la igualdad, jamás se dará la oportunidad a todos de mejorar, ya que la pobreza es funcional y para esto la educación es tan solo un instrumento para adoctrinar al pueblo, pero no para educarlo. Se lo entrena en repetir conceptos demagógicos, pero no a pensar. Y se le da una pequeña retribución por ser un pobre funcional, que permite a los dueños del poder, vivir mejor.
Argentina siglo XXI
Lo arriba mencionado, podría parecer una teorización, si no tuviéramos tan a mano la demostración empírica.
Aún cuando en la Argentina jamás se ha instalado un sistema de gobierno liberal y aunque muchos han querido utilizar esa bandera, ha habido diferentes grados del nivel de intromisión del estado en la vida privada de los ciudadanos, que de forma imperfecta permite hacer aun así, algunas comparaciones.
Podríamos hacer las comparaciones con países que han respetado los derechos individuales y las instituciones a lo largo de su historia de manera más consistente que nosotros, pero entonces habría quienes recurrirían a la sociología para explicar las diferencias, tratando de convalidar el modelo. Por eso, nos quedamos en la Argentina.
- Según datos de Octubre 2006 del INDEC, el ingreso promedio del decil más alto es 31 veces el del más bajo. En mayo de 1994, era de 19 veces. Lo que demuestra que la “declamación de la igualdad” no tiene relación alguna con la “igualdad”.
- Según la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, el porcentaje de pobres a nivel nacional es de 31.4%. De manera paralela, ese porcentaje en la Provincia de Buenos Aires, es de 34.5%. Dado que los porcentajes han sido similares a lo largo del tiempo y como consecuencia que la EPH antes se limitaba a algunas ciudades, tomaré los índices de la mayor provincia argentina. En Abril de 1991 (luego de tres hiperinflaciones e instalación de la convertibilidad), el porcentaje era de 28.9%. En mayo de 1994, había bajado al 16.1%.
- Si vamos a casos concretos, salvo alguna pensión graciable otorgada o alguna jubilación de privilegio, coincidiremos que el sector pasivo, está en su gran mayoría en la base de la pirámide de ingresos. Incluso, la jubilación mínima (84% de los jubilados) se encuentra por debajo del salario mínimo, por lo que podemos concluir que quienes aportaron a lo largo de su vida, hoy no pueden cubrir sus necesidades, incluso según las falseadas estadísticas del gobierno. Según un informe de IDESA de hace poco más de un mes, la relación entre atrasos en los haberes jubilatorios y el superávit fiscal es tan grosero, que por ahora los jubilados serán menos iguales que el resto a efectos de evitar problemas en el “modelo”. Claro que dada la no obligación de votar de los mayores de 70, este sector no tiene tanto peso como otros.
- Tomemos como ejemplo la crisis que no existe. En el caso de la energía, es un dato de la realidad que el GLP (gas licuado de petróleo o popularmente, garrafa), es el elemento utilizado de manera mayoritaria entre los integrantes de los grupos socioeconómicos más bajos, tanto para cocinar como para calefaccionarse. Y es sabido especialmente por quienes tiene que utilizar este derivado del petróleo que su precio, comparativamente en calorías, es 4.5 veces el valor del gas por red, utilizado por las clases con menores problemas de ingresos.
- Con tal de no contaminar los índices y poder seguir mostrando niveles de inflación compatibles con las expectativas generadas por la propia administración, habrá una Argentina igual y otra menos igual, ya que en aquellos lugares que son incluidos en el relevamiento mensual del INDEC, se mantendrán fijos lo precios sin importar la rentabilidad y el consecuente desabastecimiento de los productos relevados, mientras que ya se han autorizado aumentos por encima de cualquier promedio, en zonas donde su impacto en el IPC sea nulo. Incluida la energía.
Conclusiones.
Está claro que el modelo socialista, trajo de manera implícita en todas sus implementaciones - más allá de sus principios teóricos - la igualdad de los funcionarios entre ellos y la posibilidad cierta que a través de la intromisión del estado en todos y cada uno de los sectores productivos, la prebenda a empresarios corruptos, para que entonces si, en nombre un supuesto bienestar general, robarle a la ciudadanía en general, a los ciudadanos “de a pie”, no sólo sus ingresos presentes, sino también su futuro y generando el marco que asegura la supervivencia del sistema, ante la única alternativa de movilidad social ascendente: la actividad política. Y su etapa anterior, el piqueterismo profesional.
Octubre 26, 2006.-
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