Los precios suben por el ascensor, los salarios por la escalera. Se acuerda? Sólo faltaría que el ministro Lavagna saliera a decir que nos habla con el corazón !!!. En la década del 80, bajo la administración Alfonsín, conocimos una de las peores consecuencias del desmanejo macroeconómico: la Hiperinflación. Entre otras cosas, por supuesto.
Terminando el 2003, la administración del presidente Kirchner resolvió que el estado podía definir el nivel de ingresos de los trabajadores privados. Olvidó en ese momento, que ese mismo concepto, significa un mayor costo para los empresarios, los que salvo contadas excepciones no son ricos. El 60% de la población en relación de dependencia, trabaja en PyMES y un importante porcentaje de estos, en empresas de menos de 15 empleados.
Que la recesión que desde 1998 nos ha estado castigando, sumado al quiebre del sistema que con una payasesca Asamblea Legislativa que aplaudió un default que nuestros nietos seguirán pagando las consecuencias y una devaluación digna de una hachero (aunque el ex ministro de economía Remes Lenicov trate de defender) hayan obligado al mercado a mantener los precios nominales durante estos últimos dos años, no cambia el hecho que si se produce un mayor costo (aumento salarial definido por la administración K) que no es compensado por un ingreso, por lo menos igual, la ecuación de cualquier negocio, deja de ser viable.
Claro que en la lógica K, donde todo se nivela hacia abajo y el estado tiene no sólo el derecho sino la obligación de ser omnipresente, estas nimiedades (la rentabilidad de un negocio) no son tenidas en cuenta.
Las prepagas, le han dicho al gobierno que el aumento es irreversible. Dado que el gobierno sólo puede “llegar” hasta las Obras Socales, pero no hay ley que regule a la medicina privada, se ha ingresado en un callejón sin salida .... para el gobierno. Más allá de la calificación de injustificada con que la Subsecretaria de Defensa del Consumidor ha definido el aumento, nada pueden hacer. Hasta la posibilidad del “apriete” fiscal han perdido, cuando el actual Jefe de Gabinete, a la sazón Superintendente de Seguros, impulsó la eliminación del beneficio del IVA que otrora tenían las prepagas.
Hasta aquí, pareciera que el conflicto se circunscribe a la razonabilidad y/o derecho de las empresas de medicina privada a modificar el precio de sus servicios. De lo primero no hablo, a lo segundo lo apoyo sin condicionamientos. Aun cuando me toque pagar más por el mismo servicio.
El verdadero problema.
Pero en realidad, el problema es mucho mayor. Por qué podríamos decir que las prepagas tienen más derechos que el resto de los sectores? Entonces nos encontramos que despejado el árbol, aparece el bosque y de esta forma la economía real, la privada, se encuentra a la espera de este primer acto, de conflicto con la gente K. Y como es esperable que las prepagas finalmente formalicen el aumento (de hecho, muchas ya han comunicado a sus clientes la intención), estamos frente a una oleada de aumentos, que no será menor.
Hasta ahora, las privatizadas fueron las únicas empresas privadas que plantearon la falta de actualización en sus ingresos respecto de sus costos. Pero como por contrato, sus procesos de decisión en lo que se refiere a precios (tarifas), pasa por la orbita del estado bastó con colgarles el cartel de “hijas de la convertibilidad menemista”, para que todos aprobaran la limitación a su derecho de cobrar un precio que tenga relación con los costos.
Las multinacionales, manejadas por simple delegados administrativos sin mayor poder de decisión real en las estrategias políticas, aceptaron mantener sus precios, aunque muchas, modificaron los tamaños de sus envases, por lo que el precio final aumentó sin que se notara mucho.
Ahora le llegó el turno a las empresas de capital nacional manejadas por sus dueños. Estos definen la estrategia de posicionamiento de sus empresas y al no tener competencia de empresas en su rubro de capitales extranjeros, se encuentran que tienen el camino libre para moverse. Finalmente, fueron Duhalde primero y Kirchner después, quienes pregonaron las ventajas de la industria nacional sin competencia foránea.
Claro que cuando algunos mencionamos el mercado como instrumento de regulación de precios (todos, incluidos los salarios), nos tratan de bestias negras que no merecemos menos que la muerte o el exilio. Pero como en los 80’s, volvemos a ver que aquella máxima en la vida se puede hacer cualquier cosa, salvo evitar las consecuencias, si la aplicamos a la economía, como en la moda, todo vuelve.
Otra muestra de un estado intervensionista: El Comercio Internacional
La Cancillería argentina, se encuentra analizando barreras paraarancelarias para el ingreso de productos textiles desde Brasil. Seguramente habrá gente muy feliz con esto, ya que la burocracia estatal, les hará ganar mercados y con eso, dinero. Claro que nadie le preguntó a los consumidores, que seguramente, en poco tiempo deberán pagar más caros por los mismos productos. Y nadie podrá esperar, en su sano juicio, que Brasil se quede sentado viendo como le cerramos los mercados en los que ellos han demostrado ser más competitivos. Seguramente, cerraran el ingreso de uno o más productos argentinos a su país. Y los fabricantes/ productores de esos bienes, se encontraran que les han cerrado el mercado y con exceso de oferta en el mercado local, sus precios se derrumbarán. Todo para que los industriales textiles, mejoren sus ingresos sin hacer lo propio con su productividad. Esto debe ser los que los partidarios de un estado central e intervencionista, entienden por redistribución del ingreso.
Conclusión
Hace algún tiempo, leyendo algunas estadísticas caí en la cuenta que la participación del PBI en el PBI agregado de Latinoamérica en 1810, era del 0,25%. En 1910, era del 21% y a fines del 2002 .... 0.25%. O sea, hemos logrado en casi 200 años, pasar de ser de manera relativa, insignificantes a lideres y nuevamente a insignificantes (algunos dirán despreciables, pero evito la palabra).
Estamos recorriendo un camino que ya conocemos. Mercados intervenidos, tipo de cambio controlado, economía cerrada, populismo, alto gasto público y encima, en un default gigantesco, como nunca la historia del mundo vio. Y no diría que no hay corrupción.
La alternativa a esto, no es la política mal llamada neoliberal de los 90’s, ya que de liberal no tenía nada. La convertibilidad, que sirvió como elemento para devolver la confianza en la moneda, no era otra cosa que un tipo de cambio fijo. El gasto fue exorbitante y la corrupción, tan sólo más evidente que lo que lo había sido antes, pero de todas manera, insoportable. Decir que Menem era/ es liberal es tan cierto como decir que sus padres son oriundos de Venus. Cuando menos, una pavada.
La alternativa liberal, no es sólo plan económico. El Liberalismo es una corriente filosófica, una corriente ética y política e incluye una teoría económica denominada Capitalismo. Y podemos decir que en casi 200 años de historia como país independiente, jamás hemos tenido un gobierno liberal. Pero de esto, hablamos en la próxima nota.
Enero 21, 2004
Terminando el 2003, la administración del presidente Kirchner resolvió que el estado podía definir el nivel de ingresos de los trabajadores privados. Olvidó en ese momento, que ese mismo concepto, significa un mayor costo para los empresarios, los que salvo contadas excepciones no son ricos. El 60% de la población en relación de dependencia, trabaja en PyMES y un importante porcentaje de estos, en empresas de menos de 15 empleados.
Que la recesión que desde 1998 nos ha estado castigando, sumado al quiebre del sistema que con una payasesca Asamblea Legislativa que aplaudió un default que nuestros nietos seguirán pagando las consecuencias y una devaluación digna de una hachero (aunque el ex ministro de economía Remes Lenicov trate de defender) hayan obligado al mercado a mantener los precios nominales durante estos últimos dos años, no cambia el hecho que si se produce un mayor costo (aumento salarial definido por la administración K) que no es compensado por un ingreso, por lo menos igual, la ecuación de cualquier negocio, deja de ser viable.
Claro que en la lógica K, donde todo se nivela hacia abajo y el estado tiene no sólo el derecho sino la obligación de ser omnipresente, estas nimiedades (la rentabilidad de un negocio) no son tenidas en cuenta.
Las prepagas, le han dicho al gobierno que el aumento es irreversible. Dado que el gobierno sólo puede “llegar” hasta las Obras Socales, pero no hay ley que regule a la medicina privada, se ha ingresado en un callejón sin salida .... para el gobierno. Más allá de la calificación de injustificada con que la Subsecretaria de Defensa del Consumidor ha definido el aumento, nada pueden hacer. Hasta la posibilidad del “apriete” fiscal han perdido, cuando el actual Jefe de Gabinete, a la sazón Superintendente de Seguros, impulsó la eliminación del beneficio del IVA que otrora tenían las prepagas.
Hasta aquí, pareciera que el conflicto se circunscribe a la razonabilidad y/o derecho de las empresas de medicina privada a modificar el precio de sus servicios. De lo primero no hablo, a lo segundo lo apoyo sin condicionamientos. Aun cuando me toque pagar más por el mismo servicio.
El verdadero problema.
Pero en realidad, el problema es mucho mayor. Por qué podríamos decir que las prepagas tienen más derechos que el resto de los sectores? Entonces nos encontramos que despejado el árbol, aparece el bosque y de esta forma la economía real, la privada, se encuentra a la espera de este primer acto, de conflicto con la gente K. Y como es esperable que las prepagas finalmente formalicen el aumento (de hecho, muchas ya han comunicado a sus clientes la intención), estamos frente a una oleada de aumentos, que no será menor.
Hasta ahora, las privatizadas fueron las únicas empresas privadas que plantearon la falta de actualización en sus ingresos respecto de sus costos. Pero como por contrato, sus procesos de decisión en lo que se refiere a precios (tarifas), pasa por la orbita del estado bastó con colgarles el cartel de “hijas de la convertibilidad menemista”, para que todos aprobaran la limitación a su derecho de cobrar un precio que tenga relación con los costos.
Las multinacionales, manejadas por simple delegados administrativos sin mayor poder de decisión real en las estrategias políticas, aceptaron mantener sus precios, aunque muchas, modificaron los tamaños de sus envases, por lo que el precio final aumentó sin que se notara mucho.
Ahora le llegó el turno a las empresas de capital nacional manejadas por sus dueños. Estos definen la estrategia de posicionamiento de sus empresas y al no tener competencia de empresas en su rubro de capitales extranjeros, se encuentran que tienen el camino libre para moverse. Finalmente, fueron Duhalde primero y Kirchner después, quienes pregonaron las ventajas de la industria nacional sin competencia foránea.
Claro que cuando algunos mencionamos el mercado como instrumento de regulación de precios (todos, incluidos los salarios), nos tratan de bestias negras que no merecemos menos que la muerte o el exilio. Pero como en los 80’s, volvemos a ver que aquella máxima en la vida se puede hacer cualquier cosa, salvo evitar las consecuencias, si la aplicamos a la economía, como en la moda, todo vuelve.
Otra muestra de un estado intervensionista: El Comercio Internacional
La Cancillería argentina, se encuentra analizando barreras paraarancelarias para el ingreso de productos textiles desde Brasil. Seguramente habrá gente muy feliz con esto, ya que la burocracia estatal, les hará ganar mercados y con eso, dinero. Claro que nadie le preguntó a los consumidores, que seguramente, en poco tiempo deberán pagar más caros por los mismos productos. Y nadie podrá esperar, en su sano juicio, que Brasil se quede sentado viendo como le cerramos los mercados en los que ellos han demostrado ser más competitivos. Seguramente, cerraran el ingreso de uno o más productos argentinos a su país. Y los fabricantes/ productores de esos bienes, se encontraran que les han cerrado el mercado y con exceso de oferta en el mercado local, sus precios se derrumbarán. Todo para que los industriales textiles, mejoren sus ingresos sin hacer lo propio con su productividad. Esto debe ser los que los partidarios de un estado central e intervencionista, entienden por redistribución del ingreso.
Conclusión
Hace algún tiempo, leyendo algunas estadísticas caí en la cuenta que la participación del PBI en el PBI agregado de Latinoamérica en 1810, era del 0,25%. En 1910, era del 21% y a fines del 2002 .... 0.25%. O sea, hemos logrado en casi 200 años, pasar de ser de manera relativa, insignificantes a lideres y nuevamente a insignificantes (algunos dirán despreciables, pero evito la palabra).
Estamos recorriendo un camino que ya conocemos. Mercados intervenidos, tipo de cambio controlado, economía cerrada, populismo, alto gasto público y encima, en un default gigantesco, como nunca la historia del mundo vio. Y no diría que no hay corrupción.
La alternativa a esto, no es la política mal llamada neoliberal de los 90’s, ya que de liberal no tenía nada. La convertibilidad, que sirvió como elemento para devolver la confianza en la moneda, no era otra cosa que un tipo de cambio fijo. El gasto fue exorbitante y la corrupción, tan sólo más evidente que lo que lo había sido antes, pero de todas manera, insoportable. Decir que Menem era/ es liberal es tan cierto como decir que sus padres son oriundos de Venus. Cuando menos, una pavada.
La alternativa liberal, no es sólo plan económico. El Liberalismo es una corriente filosófica, una corriente ética y política e incluye una teoría económica denominada Capitalismo. Y podemos decir que en casi 200 años de historia como país independiente, jamás hemos tenido un gobierno liberal. Pero de esto, hablamos en la próxima nota.
Enero 21, 2004
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