Las decisiones en la vida son difíciles, porque en general son del tipo rawleano. O sea, hay que elegir entre algo bueno y caro o algo feo y barato. Sino sería todo mucho más fácil.
En estos últimos días, el Presidente Kirchner ha desempolvado la idea de desendeudarse del Fondo Monetario Internacional, lanzada ya en Diciembre de 2004. Esto no es ni bueno ni malo de manera absoluta. Pero tiene aspectos positivos y negativos que habría que analizar para luego tomar la decisión.
Las alternativas son tres. Acordamos con el fondo y de esa manera buscamos un roll-over (refinanciación) de los próximos vencimientos de forma de lograr una distribución racional de los mismos en el tiempo y en montos. La segunda alternativa sería seguir como hasta ahora pero de manera acordada, o sea, seguir cancelando deuda con el FMI y en este caso, seguramente el acuerdo será mucho más laxo (soberano en la ideología K). Finalmente la última seria la desafiliación del FMI.
En la medida que la administración K sepa lo que busca y que la decisión no sea sólo una espasmo dentro de la campaña, todo es acordable con el Fondo. Es importante entender que todas tienen consecuencias ineludibles y seguramente con aplicación durante un plazo entre mediano a largo. Veamos algunos.
En el primer supuesto, desde ya que se deberá hacer frente a una acuerdo que incluya todas las medidas con las que esta administración no comparte y que consideran de origen imperialista y opresor. Esto es la normalización de las tarifas de los servicios públicos, del sistema financiero, eliminación de impuestos distorsivos, inclusión de los holds out del default e incluso, la reforma al sistema de coparticipación federal de impuestos. La ventaja de esta alternativa es el mantenimiento del FMI como organismo auditor, el cual será discutible desde la capacidad de formular políticas públicas exitosas, pero sigue teniendo una opinión calificada ante el mercado de capitales, cuando de decidir inversiones y ayuda financiera se habla.
El segundo supuesto, que es de hecho la que tanto la administración K como el propio FMI han tácitamente acordado a mediados del 2004 (cuando reemplazaron la reforma de la coparticipación por la inútil ley de Responsabilidad Fiscal y dejaron el saneamiento de los sectores de servicios públicos y financiero pendientes de futuros análisis y decisiones), y se ha implementado. Así, se han cancelado más USD 4.000 millones y otros 2.000 millones deberán ser cancelados en lo que queda del 2005. El Fondo ve con alegría como baja su exposición con este inentendible país. Desde entonces, el FMI más allá de alguna “necesaria” declaración de advertencia pública respecto del futuro de la Argentina, ha sido un aliado estratégico que incluso no nos ha presionado respecto de la deuda defaulteada no incluida en el canje (holds out por USD 26.000 millones, o sea, el tercer default de la historia mundial).
El tercer supuesto tiene efectos más complejos. Desde ya que no habría necesidad de acordar nada con el FMI, más allá de la forma de la desafiliación, la cual está contemplada en la Carta Orgánica de este. Además, en pleno proceso electoral (no campaña ya que todos los actores aseguran que aún no ha comenzado, aunque Ud. no lo crea), para las huestes del nacionalismo y del progresismo decadente, sería otra demostración ante los ojos del mundo que Argentina no precisa de otros para seguir adelante. Así nos va.
Aún así esto sigue teniendo pros y contras, según desde donde uno se pare ideológicamente.
El argumento más escuchado es el del costo del endeudamiento. Las tasas que el FMI ofrece para sus afiliados son sensiblemente menores que las que el mercado ofrece a países emergentes e impredecibles como nosotros. Y las disponibilidades de acceder a esos créditos, tiene relación no sólo con la función del FMI como prestamista de última instancia, sino además con las participación de capital que cada país tiene en él. Esto nos ha colocado en una posición de “privilegio” respecto de otros países en igualdad de necesidad, contribuyendo a nuestro excesivo endeudamiento. Pro o contra?
Los préstamos del FMI están denominados en una unidad de cuenta, llamada DEG (Derechos Especiales de Giro) la cual cotiza según una canasta de monedas. Estos DEG se han apreciado más del 20% respecto del dólar, desde inicios del 2002, cuando salimos del 1 a1. Como nuestra moneda está en una nueva convertibilidad (3 a 1), el costo para cancelar esos DEG es doblemente mayor. Debido a que espera que dólar se recupere de manera significativa en el mediano plazo y como paralelamente la administración K sigue en su lucha por evitar la revaluación del peso, esta carga adicional no tiene miras de desaparecer. Entonces, la desafiliación es una contra o no?
Por otro lado, por no contar con un acuerdo con el FMI (por no ser parte de él), el resto de los organismos multilaterales, especialmente el Banco Mundial, no prestan. Pro o contra?
No estar afiliado al FMI definitivamente traerá aparejada en el mediano plazo, la necesidad de poder convencer a los mercados (muchos más desconfiados, y dado que ellos asumen el riesgo, selectivos) que ante la emisión de un nuevo instrumento financiero, estaremos en condiciones de devolver el mismo en tiempo y forma. Esto requerirá probablemente en el mediano plazo, reformas monumentales: superávits estructurales constantes o fondos anticíclicos, achicamiento de gastos improductivos, eliminación del clientelismo político, adecuación y efientización de los planes sociales, aumento de la base contributiva (achicar el porcentaje de evasores), importantes reducciones de los niveles de corrupción reales y percibidos, etc. Pro o contra?
Por último la salida en sí es un proceso como ya mencioné previsto. Hoy tenemos unos USD 11.000 millones de deuda con el FMI así como poco más del 1% de la participación en el organismo, la que a “valor de mercado” cotiza unos USD 3.500 millones. Eligiendo bien a quien venderle ese paquete accionario, podríamos calcular que el valor de la transacción estaría como mínimo en el doble (de no mediar ningún negocio criollo extraño), dejando un saldo a pagar de USD 4.000 millones. Esto se puede cancelar en 10 cuotas semestrales, unos USD 800 millones al año. Mucho menos que lo que de todas formas deberemos pagarle al fondo por intereses y amortización de capital de los préstamos vigentes.
Ah, me olvidaba, si no estamos afiliados al FMI, a quien le echarán la culpa las próximas generaciones de políticos? Pro o contra?
Agosto 08 de 2005.-
En estos últimos días, el Presidente Kirchner ha desempolvado la idea de desendeudarse del Fondo Monetario Internacional, lanzada ya en Diciembre de 2004. Esto no es ni bueno ni malo de manera absoluta. Pero tiene aspectos positivos y negativos que habría que analizar para luego tomar la decisión.
Las alternativas son tres. Acordamos con el fondo y de esa manera buscamos un roll-over (refinanciación) de los próximos vencimientos de forma de lograr una distribución racional de los mismos en el tiempo y en montos. La segunda alternativa sería seguir como hasta ahora pero de manera acordada, o sea, seguir cancelando deuda con el FMI y en este caso, seguramente el acuerdo será mucho más laxo (soberano en la ideología K). Finalmente la última seria la desafiliación del FMI.
En la medida que la administración K sepa lo que busca y que la decisión no sea sólo una espasmo dentro de la campaña, todo es acordable con el Fondo. Es importante entender que todas tienen consecuencias ineludibles y seguramente con aplicación durante un plazo entre mediano a largo. Veamos algunos.
En el primer supuesto, desde ya que se deberá hacer frente a una acuerdo que incluya todas las medidas con las que esta administración no comparte y que consideran de origen imperialista y opresor. Esto es la normalización de las tarifas de los servicios públicos, del sistema financiero, eliminación de impuestos distorsivos, inclusión de los holds out del default e incluso, la reforma al sistema de coparticipación federal de impuestos. La ventaja de esta alternativa es el mantenimiento del FMI como organismo auditor, el cual será discutible desde la capacidad de formular políticas públicas exitosas, pero sigue teniendo una opinión calificada ante el mercado de capitales, cuando de decidir inversiones y ayuda financiera se habla.
El segundo supuesto, que es de hecho la que tanto la administración K como el propio FMI han tácitamente acordado a mediados del 2004 (cuando reemplazaron la reforma de la coparticipación por la inútil ley de Responsabilidad Fiscal y dejaron el saneamiento de los sectores de servicios públicos y financiero pendientes de futuros análisis y decisiones), y se ha implementado. Así, se han cancelado más USD 4.000 millones y otros 2.000 millones deberán ser cancelados en lo que queda del 2005. El Fondo ve con alegría como baja su exposición con este inentendible país. Desde entonces, el FMI más allá de alguna “necesaria” declaración de advertencia pública respecto del futuro de la Argentina, ha sido un aliado estratégico que incluso no nos ha presionado respecto de la deuda defaulteada no incluida en el canje (holds out por USD 26.000 millones, o sea, el tercer default de la historia mundial).
El tercer supuesto tiene efectos más complejos. Desde ya que no habría necesidad de acordar nada con el FMI, más allá de la forma de la desafiliación, la cual está contemplada en la Carta Orgánica de este. Además, en pleno proceso electoral (no campaña ya que todos los actores aseguran que aún no ha comenzado, aunque Ud. no lo crea), para las huestes del nacionalismo y del progresismo decadente, sería otra demostración ante los ojos del mundo que Argentina no precisa de otros para seguir adelante. Así nos va.
Aún así esto sigue teniendo pros y contras, según desde donde uno se pare ideológicamente.
El argumento más escuchado es el del costo del endeudamiento. Las tasas que el FMI ofrece para sus afiliados son sensiblemente menores que las que el mercado ofrece a países emergentes e impredecibles como nosotros. Y las disponibilidades de acceder a esos créditos, tiene relación no sólo con la función del FMI como prestamista de última instancia, sino además con las participación de capital que cada país tiene en él. Esto nos ha colocado en una posición de “privilegio” respecto de otros países en igualdad de necesidad, contribuyendo a nuestro excesivo endeudamiento. Pro o contra?
Los préstamos del FMI están denominados en una unidad de cuenta, llamada DEG (Derechos Especiales de Giro) la cual cotiza según una canasta de monedas. Estos DEG se han apreciado más del 20% respecto del dólar, desde inicios del 2002, cuando salimos del 1 a1. Como nuestra moneda está en una nueva convertibilidad (3 a 1), el costo para cancelar esos DEG es doblemente mayor. Debido a que espera que dólar se recupere de manera significativa en el mediano plazo y como paralelamente la administración K sigue en su lucha por evitar la revaluación del peso, esta carga adicional no tiene miras de desaparecer. Entonces, la desafiliación es una contra o no?
Por otro lado, por no contar con un acuerdo con el FMI (por no ser parte de él), el resto de los organismos multilaterales, especialmente el Banco Mundial, no prestan. Pro o contra?
No estar afiliado al FMI definitivamente traerá aparejada en el mediano plazo, la necesidad de poder convencer a los mercados (muchos más desconfiados, y dado que ellos asumen el riesgo, selectivos) que ante la emisión de un nuevo instrumento financiero, estaremos en condiciones de devolver el mismo en tiempo y forma. Esto requerirá probablemente en el mediano plazo, reformas monumentales: superávits estructurales constantes o fondos anticíclicos, achicamiento de gastos improductivos, eliminación del clientelismo político, adecuación y efientización de los planes sociales, aumento de la base contributiva (achicar el porcentaje de evasores), importantes reducciones de los niveles de corrupción reales y percibidos, etc. Pro o contra?
Por último la salida en sí es un proceso como ya mencioné previsto. Hoy tenemos unos USD 11.000 millones de deuda con el FMI así como poco más del 1% de la participación en el organismo, la que a “valor de mercado” cotiza unos USD 3.500 millones. Eligiendo bien a quien venderle ese paquete accionario, podríamos calcular que el valor de la transacción estaría como mínimo en el doble (de no mediar ningún negocio criollo extraño), dejando un saldo a pagar de USD 4.000 millones. Esto se puede cancelar en 10 cuotas semestrales, unos USD 800 millones al año. Mucho menos que lo que de todas formas deberemos pagarle al fondo por intereses y amortización de capital de los préstamos vigentes.
Ah, me olvidaba, si no estamos afiliados al FMI, a quien le echarán la culpa las próximas generaciones de políticos? Pro o contra?
Agosto 08 de 2005.-
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