En política no hay sorpresas, tan sólo sorprendidos. Hace unas horas, el presidente Kirchner anunció que se termina la era de la dependencia con el Fondo Monetario Internacional. Para esto y antes de fin de año, se le abonará al organismo multilateral, la suma de US$ 9.810 millones, correspondientes al saldo, neto de los intereses por la cancelación anticipada.
Hubo aplausos, señoras a punto del desmayo ante tamaña audacia del héroe de Balcarce 50 y muchos ceños fruncidos. Como todo acto humano, tiene varias lecturas posibles, no excluyentes y según los gustos del lector, algunas, eliminables.
Antes que nada, debemos considerar el hecho, como una decisión de contenido económico pero de efecto político. Y desde esta visión, más allá del discurso oficial, el resultado del contenido poco importa, o es un elemento secundario, frente al efecto. Especialmente, mediático.
A noventa días de asumido, el presidente se dio cuenta que no había “piel” entre él y la entonces a cargo del FMI, Anne Kruger. Y allí nomás, instruyó a su ministro Lavagna para dejar de cumplir el pacto firmado, cuando recién asumía. Esto, que atento los sucesos acontecidos desde entonces, parece prehistoria, es importante, ya que en este punto, Kirchner no hizo nada que los anteriores presidentes (democráticos y de facto) no hicieran. Firmar un acuerdo de forma de salvar una situación crítica y más temprano que tarde, incumplirlo. De los más de treinta acuerdos firmados en los últimos 40 años (casi uno por año), nunca cumplimos uno de manera completa. Claro que siempre los culpables fueron los demás. En especial el FMI.
En la imaginación colectiva, el FMI es un grado más tenebroso que el propio infierno. Y sus Directores Gerentes, hacen aparecer al diablo, como un torpe adolecente. De esta forma, todo aquello que tenga olor al FMI es deleznable (si además habla ingles, peor aún) y por ende cualquier canallada, la tiene merecida. Sin importar el costo que debamos pagar por ello.
Desde las últimas elecciones, el oficialismo no ha parado de dilapidar prestigio. A los casos tan mencionados como Borocotó, Patti y Bielsa, debemos sumar el intento de la reforma del Consejo de la Magistratura y en las últimas dos sesiones de Diputados, el atropello constitucional para lograr la aprobación de la prorroga del sistema impositivo (y por cinco años), así como la falta total de dialogo para aprobar un presupuesto (2006) que tiene más de un punto objetable, transfiere fondos varias veces millonarios a los fondos fiduciarios de De Vido (por la forma en que los usa, supongo que son de su propiedad) y prevé una exagerada transferencia de fondos a las provincias, pero a discreción del jefe de Gabinete, que anula cualquier intento de federalismo. Si le sumamos una economía que está galopando hacia el precipicio, con una inflación para 2005 cercana al 13% y expectativas de una mayor para 2006 con indexación de la economía, entenderemos que en este contexto era necesario cambiar el centro de atención.
Hace 72 horas, el presidente Lula da Silva, anunció que debido a que el Brasil había logrado aumentar sus reservas (hasta los US$ 66.000 millones) muy por encima de los niveles financieros de eficiencia y que por otro lado, la deuda con el FMI (US$ 15.500 millones) le insumía un costo (intereses) que no podía obtener con esas reservas, cancelaría dicha deuda con las ineficientes reservas. Salvo por el hecho que Kirchner anunció lo mismo, nada del resto se le parece.
Brasil nunca incumplió los pagos de su deuda. Sin ir al siglo XIX, en los últimos 23 años (la nueva etapa democrática), Argentina ha demostrado que recurrentemente, incumple parcial o totalmente. Como consecuencia de esto, el riesgo de la deuda argentina es mucho mayor que el de la brasilera, aún cuando muchos analistas mal intencionados, pretendan hacer la comparación, con los índices de riesgo país. Recordemos, que estos sólo miden los riesgos de la deuda en moneda extranjera emitida con jurisdicción distinta a la nacional y que no esté en default. Esto deja afuera de la correspondiente evaluación, la emitida en pesos, la emitida en jurisdicción nacional y la que Lavagna desconoció (Holds out). En total, casi dos tercios del total. O sea, el riesgo país que diariamente vemos publicado, sólo se aplica a un tercio de la deuda. Y el resto tiene un riesgo implícito que tiende a infinito. (Para ampliar por este tema, vea “El riesgo del riesgo país” en http://www.atlas.org.ar/Articulos/articulos.asp?Id=1834 ).
Esto nos permite ver el segundo efecto del anuncio. Algunos comenzaron a hablar de una mejora en la calificación de nuestra deuda. Pues en realidad, no es así, ya que la deuda no tiene una calificación general, sino que cada tramo se califica por separado y la deuda con el FMI nunca estuvo amenazada de ser incumplida.
Para realizar esta cancelación, el gobierno decidió firmar un DNU (decreto de necesidad y urgencia) con el que crea la figura de las “Reservas de libre disponibilidad”, y las define como las “reservas internacionales que excedan la base monetaria”. En un contexto de tipo de cambio libre y encajes muy bajos, esto podría ser razonable. Con encajes no tan bajos, un sistema financiero sano y un marco jurídico creíble, tampoco habría problemas. Pero el tipo de cambio controlado, hace que la ecuación sea una mentira. Supongamos que el gobierno hubiera preferido seguir la tesis Curia y mantener el tipo de cambio en $3 de 2003, que ajustados por inflación, daría $3.65. En este caso, considerando a la base actual en $57.000 millones y las reservas en US$ 26.000, en lugar de tener reservas de libre disponibilidad por US$ 7.500 millones, tendríamos por US$ 10.400 millones. Y si el gobierno hubiese querido un tipo de cambio de $5, entonces podríamos pagar deuda por US$ 14.800 millones. Poco serio.
Desde hace meses que el status quo era beneficioso para ambas parte. El acuerdo del “no-acuerdo”, por el cual el FMI no monitoreaba y Argentina cancelaba deuda a cada vencimiento, parecía que se prolongaría al menos durante 2006. Pero Lula metió baza y chirolita reaccionó. Como cuando Lavagna buscó ser echado y bastaron 48 horas para que la reacción irracional saliera. Otra vez el narcisismo primó. O al menos sirvió de excusa.
¿Cuáles son algunas de las reales consecuencias de esta decisión? Primero, nuestro sistema financiero, el cual no es confiable, en un país que no es confiable, estará más expuesto a lo que hoy nadie apuesta que suceda (una corrida) pero que si ocurre, será imparable. Segundo, con la perspectiva de una inflación creciente (no por causa de esta decisión), la posibilidad de una indexación es probable y por ente, la apreciación del dólar no hay que descartarla, lo que hará que la compra de estos en el futuro para cancelar el resto de la deuda, la cual no es menor, será más onerosa y sin posibilidad de diferirla, salvo que alguien piense en un nuevo default.
La no intervención desde el próximo enero del FMI como auditor de las cuentas nacionales, hará que no haya nadie con cierto prestigio, analizando lo que pasa en estas pampas y por ende, cualquier decisión de inversión será mucho más difícil de ser tomada, retrasando de esta forma las mismas y por ende, el achicamiento de la brecha entre demanda y oferta, que es uno de los principales motivos de la inflación. Asimismo, por la necesidad de comprar divisas para reemplazar las utilizadas en el pago al FMI, la expansión monetaria será mayor, dando mayor velocidad a la inflación.
Finalmente y no por eso de menor importancia, la interpretación más directa que hará cualquier inversionista es que esta administración no quería que el FMI lo auditara y lo condicionara. Y habrá hecho un buen análisis. El problema es ¿ Por que? Y la respuesta más obvia, es que la influencia setentista, bolivariana y progresista, harán de estas tierra un lugar hostil para todo aquel que pretenda mantener su propiedad, obtener renta de su capital o simplemente, vivir en libertad.
Kirchner no canceló la deuda con el FMI. Adquirió su patente de corso. Y nosotros, veremos como el califa de las estepas del sur, junto a la “reina”, harán de nuestra Argentina, su estancia.
Hubo aplausos, señoras a punto del desmayo ante tamaña audacia del héroe de Balcarce 50 y muchos ceños fruncidos. Como todo acto humano, tiene varias lecturas posibles, no excluyentes y según los gustos del lector, algunas, eliminables.
Antes que nada, debemos considerar el hecho, como una decisión de contenido económico pero de efecto político. Y desde esta visión, más allá del discurso oficial, el resultado del contenido poco importa, o es un elemento secundario, frente al efecto. Especialmente, mediático.
A noventa días de asumido, el presidente se dio cuenta que no había “piel” entre él y la entonces a cargo del FMI, Anne Kruger. Y allí nomás, instruyó a su ministro Lavagna para dejar de cumplir el pacto firmado, cuando recién asumía. Esto, que atento los sucesos acontecidos desde entonces, parece prehistoria, es importante, ya que en este punto, Kirchner no hizo nada que los anteriores presidentes (democráticos y de facto) no hicieran. Firmar un acuerdo de forma de salvar una situación crítica y más temprano que tarde, incumplirlo. De los más de treinta acuerdos firmados en los últimos 40 años (casi uno por año), nunca cumplimos uno de manera completa. Claro que siempre los culpables fueron los demás. En especial el FMI.
En la imaginación colectiva, el FMI es un grado más tenebroso que el propio infierno. Y sus Directores Gerentes, hacen aparecer al diablo, como un torpe adolecente. De esta forma, todo aquello que tenga olor al FMI es deleznable (si además habla ingles, peor aún) y por ende cualquier canallada, la tiene merecida. Sin importar el costo que debamos pagar por ello.
Desde las últimas elecciones, el oficialismo no ha parado de dilapidar prestigio. A los casos tan mencionados como Borocotó, Patti y Bielsa, debemos sumar el intento de la reforma del Consejo de la Magistratura y en las últimas dos sesiones de Diputados, el atropello constitucional para lograr la aprobación de la prorroga del sistema impositivo (y por cinco años), así como la falta total de dialogo para aprobar un presupuesto (2006) que tiene más de un punto objetable, transfiere fondos varias veces millonarios a los fondos fiduciarios de De Vido (por la forma en que los usa, supongo que son de su propiedad) y prevé una exagerada transferencia de fondos a las provincias, pero a discreción del jefe de Gabinete, que anula cualquier intento de federalismo. Si le sumamos una economía que está galopando hacia el precipicio, con una inflación para 2005 cercana al 13% y expectativas de una mayor para 2006 con indexación de la economía, entenderemos que en este contexto era necesario cambiar el centro de atención.
Hace 72 horas, el presidente Lula da Silva, anunció que debido a que el Brasil había logrado aumentar sus reservas (hasta los US$ 66.000 millones) muy por encima de los niveles financieros de eficiencia y que por otro lado, la deuda con el FMI (US$ 15.500 millones) le insumía un costo (intereses) que no podía obtener con esas reservas, cancelaría dicha deuda con las ineficientes reservas. Salvo por el hecho que Kirchner anunció lo mismo, nada del resto se le parece.
Brasil nunca incumplió los pagos de su deuda. Sin ir al siglo XIX, en los últimos 23 años (la nueva etapa democrática), Argentina ha demostrado que recurrentemente, incumple parcial o totalmente. Como consecuencia de esto, el riesgo de la deuda argentina es mucho mayor que el de la brasilera, aún cuando muchos analistas mal intencionados, pretendan hacer la comparación, con los índices de riesgo país. Recordemos, que estos sólo miden los riesgos de la deuda en moneda extranjera emitida con jurisdicción distinta a la nacional y que no esté en default. Esto deja afuera de la correspondiente evaluación, la emitida en pesos, la emitida en jurisdicción nacional y la que Lavagna desconoció (Holds out). En total, casi dos tercios del total. O sea, el riesgo país que diariamente vemos publicado, sólo se aplica a un tercio de la deuda. Y el resto tiene un riesgo implícito que tiende a infinito. (Para ampliar por este tema, vea “El riesgo del riesgo país” en http://www.atlas.org.ar/Articulos/articulos.asp?Id=1834 ).
Esto nos permite ver el segundo efecto del anuncio. Algunos comenzaron a hablar de una mejora en la calificación de nuestra deuda. Pues en realidad, no es así, ya que la deuda no tiene una calificación general, sino que cada tramo se califica por separado y la deuda con el FMI nunca estuvo amenazada de ser incumplida.
Para realizar esta cancelación, el gobierno decidió firmar un DNU (decreto de necesidad y urgencia) con el que crea la figura de las “Reservas de libre disponibilidad”, y las define como las “reservas internacionales que excedan la base monetaria”. En un contexto de tipo de cambio libre y encajes muy bajos, esto podría ser razonable. Con encajes no tan bajos, un sistema financiero sano y un marco jurídico creíble, tampoco habría problemas. Pero el tipo de cambio controlado, hace que la ecuación sea una mentira. Supongamos que el gobierno hubiera preferido seguir la tesis Curia y mantener el tipo de cambio en $3 de 2003, que ajustados por inflación, daría $3.65. En este caso, considerando a la base actual en $57.000 millones y las reservas en US$ 26.000, en lugar de tener reservas de libre disponibilidad por US$ 7.500 millones, tendríamos por US$ 10.400 millones. Y si el gobierno hubiese querido un tipo de cambio de $5, entonces podríamos pagar deuda por US$ 14.800 millones. Poco serio.
Desde hace meses que el status quo era beneficioso para ambas parte. El acuerdo del “no-acuerdo”, por el cual el FMI no monitoreaba y Argentina cancelaba deuda a cada vencimiento, parecía que se prolongaría al menos durante 2006. Pero Lula metió baza y chirolita reaccionó. Como cuando Lavagna buscó ser echado y bastaron 48 horas para que la reacción irracional saliera. Otra vez el narcisismo primó. O al menos sirvió de excusa.
¿Cuáles son algunas de las reales consecuencias de esta decisión? Primero, nuestro sistema financiero, el cual no es confiable, en un país que no es confiable, estará más expuesto a lo que hoy nadie apuesta que suceda (una corrida) pero que si ocurre, será imparable. Segundo, con la perspectiva de una inflación creciente (no por causa de esta decisión), la posibilidad de una indexación es probable y por ente, la apreciación del dólar no hay que descartarla, lo que hará que la compra de estos en el futuro para cancelar el resto de la deuda, la cual no es menor, será más onerosa y sin posibilidad de diferirla, salvo que alguien piense en un nuevo default.
La no intervención desde el próximo enero del FMI como auditor de las cuentas nacionales, hará que no haya nadie con cierto prestigio, analizando lo que pasa en estas pampas y por ende, cualquier decisión de inversión será mucho más difícil de ser tomada, retrasando de esta forma las mismas y por ende, el achicamiento de la brecha entre demanda y oferta, que es uno de los principales motivos de la inflación. Asimismo, por la necesidad de comprar divisas para reemplazar las utilizadas en el pago al FMI, la expansión monetaria será mayor, dando mayor velocidad a la inflación.
Finalmente y no por eso de menor importancia, la interpretación más directa que hará cualquier inversionista es que esta administración no quería que el FMI lo auditara y lo condicionara. Y habrá hecho un buen análisis. El problema es ¿ Por que? Y la respuesta más obvia, es que la influencia setentista, bolivariana y progresista, harán de estas tierra un lugar hostil para todo aquel que pretenda mantener su propiedad, obtener renta de su capital o simplemente, vivir en libertad.
Kirchner no canceló la deuda con el FMI. Adquirió su patente de corso. Y nosotros, veremos como el califa de las estepas del sur, junto a la “reina”, harán de nuestra Argentina, su estancia.
Diciembre de 2005.-
Publicado en Fundación ATLAS 1853 (www.atlas.org.ar)
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