En los Estados Unidos son el partido Republicano y el Demócrata, en el Reino Unido, el Conservador y el Laborista. En España, el PSOE (Partido Socialista) y el PP (Partido Popular). Que tienen estos en común? Primero, que ambos partidos en todos los casos son alternativa real de poder, es decir, ninguno tiene mas allá de alguna coyuntura, ni la hegemonía del poder ni la seguridad de la victoria. Por el otro, que la denominación partidaria no define una ideología sino que en todo caso, la representa. Tercero pero no por eso menos importante, la discusión de los elementos formativos de un Estado (sus instituciones, su constitución, sus códigos de fondo y sus políticas de estado) no se discuten luego de cada proceso electoral. O peor aún, no se cambian según el signo de quien arriba al poder. Esto que puede parecer poco atractivo a algunos idealistas (por aquello de la revolución permanente), es lo que permite que esas naciones crezcan de manera sostenida en el tiempo.
Hace mucho tiempo que sostengo que aquella división post revolución francesa de Jacobinos y Girondinos (izquierda y derecha), ha dejado de tener sentido, si es que alguna vez la tuvo. Tanto el nazismo o el fascismo, ambos identificados con la derecha nacionalista, cometieron aberraciones en nombre del estado y el progreso, como lo hicieron y hacen las dictaduras comunistas (soviética, maoísta, coreana y cubana, entre otras). Esto demuestra que ninguna ideología logró el monopolio de lo atroz. En todo caso, podemos encontrar que el común denominador de todas estas, es el irrestricto desprecio por la vida humana, sin tener que parar en detalles de genero, color, religión, etc. Cuando aceptamos que algún iluminado pueda definir como debe ser el ser humano, estos experimentos se convierten en genocidio.
Que es entonces lo que nos separa a unos de otros, en el campo de la discusión política? Tan solo matices. Claro que cuando estos matices van más allá de lo razonable, nos encontramos discutiendo entonces la viabilidad de una nación. Este el es caso actual, donde el proyecto hegemónico del oficialismo y sus hordas piqueteras, no acepta la existencia de fuerzas orgánicas con capacidad de discutir electoralmente un proyecto. Sólo quiere que la discusión sea testimonial. Que parezca democrático pero que no lo sea, no vaya a ser que pueda perder su hegemonía.
Como las etiquetas, aunque imperfectas, sirven en la simplificación para identificar de manera rápida los distintos elementos, sobre la base de aquellos matices antes mencionados, simplificaré en dos alternativas ideológicas y por lo tanto programáticas: Los Liberales y los Socialistas. O los Socialistas y los Liberales.
Ambas alternativas, pretenden un estado con instituciones fuertes y perdurables, algo que podemos llamar República, con un sistema de elección de autoridades democrático. Ambos pretenden que las normas estructurales, perduren en el tiempo y ambas pretenden mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y lograr que donde sea que se apliquen (en este caso, la Argentina) sea una nación creíble y respetada. A partir de aquí, es donde los matices nos diferencian. Algunos creemos en el individuo como fuerza motora y en la defensa de las libertades a ultranza. Otros prefieren resignar parte de esa libertad en manos del estado. Pero en lo que coincidimos es que de ninguna manera, es posible una discusión sin aceptar de manera previa el respeto por aquellos conceptos de fondo y reconocer como necesaria la existencia del otro. Y ninguno cree en la fragmentación.
Es posible que el Sr. Presidente no se haya dado cuenta que aunque de manera involuntaria, como accidente de la historia (tal como él mismo lo es, ya que seguramente E Duhalde jamás pensó en crear su propio Frankestein), el esté ayudando en este proceso de cambio de paradigma de un sistema simulado de partidos alternativos a uno de bipartidismo real con anclajes doctrinarios y no a los personalismos que desde los primeros años de nuestra vida como nación independiente, los distintos caudillos nos han acostumbrado.
La coalición, frente o alianza que hace pocos días se conformó entre Recrear (R López Murphy) y Compromiso para el Cambio (M Macri), de alguna manera parece presagiar el comienzo de una nueva etapa política en nuestro país. Se comienza a conformar una de las patas necesarias para el bipartidismo serio, con posibilidades de alternancia del poder. Esperemos que la otra también lo haga de manera de no seguir engañando a la gente con falsas opciones, que tienen como único activo el nombre de partidos “tradicionales” que sólo confunden y ya no ofrecen la alternativa de ideas sino solo símbolos de una Argentina que ya no existe.
Es tiempo de empezar a construir la discusión del futuro. Esta es la verdadera “nueva política”.
Junio de 2005.-
Hace mucho tiempo que sostengo que aquella división post revolución francesa de Jacobinos y Girondinos (izquierda y derecha), ha dejado de tener sentido, si es que alguna vez la tuvo. Tanto el nazismo o el fascismo, ambos identificados con la derecha nacionalista, cometieron aberraciones en nombre del estado y el progreso, como lo hicieron y hacen las dictaduras comunistas (soviética, maoísta, coreana y cubana, entre otras). Esto demuestra que ninguna ideología logró el monopolio de lo atroz. En todo caso, podemos encontrar que el común denominador de todas estas, es el irrestricto desprecio por la vida humana, sin tener que parar en detalles de genero, color, religión, etc. Cuando aceptamos que algún iluminado pueda definir como debe ser el ser humano, estos experimentos se convierten en genocidio.
Que es entonces lo que nos separa a unos de otros, en el campo de la discusión política? Tan solo matices. Claro que cuando estos matices van más allá de lo razonable, nos encontramos discutiendo entonces la viabilidad de una nación. Este el es caso actual, donde el proyecto hegemónico del oficialismo y sus hordas piqueteras, no acepta la existencia de fuerzas orgánicas con capacidad de discutir electoralmente un proyecto. Sólo quiere que la discusión sea testimonial. Que parezca democrático pero que no lo sea, no vaya a ser que pueda perder su hegemonía.
Como las etiquetas, aunque imperfectas, sirven en la simplificación para identificar de manera rápida los distintos elementos, sobre la base de aquellos matices antes mencionados, simplificaré en dos alternativas ideológicas y por lo tanto programáticas: Los Liberales y los Socialistas. O los Socialistas y los Liberales.
Ambas alternativas, pretenden un estado con instituciones fuertes y perdurables, algo que podemos llamar República, con un sistema de elección de autoridades democrático. Ambos pretenden que las normas estructurales, perduren en el tiempo y ambas pretenden mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y lograr que donde sea que se apliquen (en este caso, la Argentina) sea una nación creíble y respetada. A partir de aquí, es donde los matices nos diferencian. Algunos creemos en el individuo como fuerza motora y en la defensa de las libertades a ultranza. Otros prefieren resignar parte de esa libertad en manos del estado. Pero en lo que coincidimos es que de ninguna manera, es posible una discusión sin aceptar de manera previa el respeto por aquellos conceptos de fondo y reconocer como necesaria la existencia del otro. Y ninguno cree en la fragmentación.
Es posible que el Sr. Presidente no se haya dado cuenta que aunque de manera involuntaria, como accidente de la historia (tal como él mismo lo es, ya que seguramente E Duhalde jamás pensó en crear su propio Frankestein), el esté ayudando en este proceso de cambio de paradigma de un sistema simulado de partidos alternativos a uno de bipartidismo real con anclajes doctrinarios y no a los personalismos que desde los primeros años de nuestra vida como nación independiente, los distintos caudillos nos han acostumbrado.
La coalición, frente o alianza que hace pocos días se conformó entre Recrear (R López Murphy) y Compromiso para el Cambio (M Macri), de alguna manera parece presagiar el comienzo de una nueva etapa política en nuestro país. Se comienza a conformar una de las patas necesarias para el bipartidismo serio, con posibilidades de alternancia del poder. Esperemos que la otra también lo haga de manera de no seguir engañando a la gente con falsas opciones, que tienen como único activo el nombre de partidos “tradicionales” que sólo confunden y ya no ofrecen la alternativa de ideas sino solo símbolos de una Argentina que ya no existe.
Es tiempo de empezar a construir la discusión del futuro. Esta es la verdadera “nueva política”.
Junio de 2005.-
Publicado en Fundación ATLAS 1853 (www.atlas.org.ar), CARTA POLITICA (http://www.cartapolitica.org/index.php?modulo=ip_menu.php) y DIARIO DE AMERICA (www.diariodeamerica.com)
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