El patriotismo es el amor a la patria. El nacionalismo, es el odio hacia los extranjeros. (Edmund Burke)
Si algún dirigente del estado judío saliera a decir que quien no sea semita y practicante ortodoxo, será considerado ciudadano de segunda en Israel y su pueblo lo aceptara, ¿Podríamos decir que es razonable amen el trato que recibieron en la primera mitad del siglo pasado, especialmente en Europa y la URSS? Seguramente acordaremos que no. Que los seres humanos no son discriminables. Y sus creencias, orígenes raciales o inclinaciones personales, no califican o descalifican a nadie, siempre que se respete al resto de la sociedad ese mismo derecho.
Entonces, ¿en que se basa esta ola de racismo “invertido” (?) en Latinoamérica, donde si algunos no comenzamos a comprar cantidades importantes de betún cobrizo, nos encontraremos que seremos culpables de lo que hicieron Hernán Cortes, Francisco Pizarro y sus descendientes mestizos, salvo que podramos demostrar nuestra inocencia, ante jurados “originarios”?.
Cuando el recién asumido presidente Boliviano Evo Morales habla sobre la reivindicación de 500 años de los pueblos indígenas sobre la minoría blanca y mestiza, ¿Está alertando sobre la inversión de roles? Allí donde algunos “carapálidas” cometieron abusos más por el hecho de ser poseedores del poder que por una cuestión de raza, ahora ¿Serán los quechuas, aymaras y guaraníes quienes en nombre de Tupac Tapari o cualquier otro que se haya sublevado (incluido el Che), ejercerán ese poder para aplicar el castigo a los recién llegados (en el siglo XV) y de paso, mejorar situaciones personales?
Cuando Humala, el candidato que figura primero en la encuestas que miden a los competirán por la presidencia peruana, habla sobre el etno-nacionalismo, pretendiendo un estado “grande” al estilo socialista, pero reemplaza a la clase proletaria del marxismo por el indigenismo, ¿Acaso, está diciendo que habrá una clase con más derechos que otros? ¿Estará América Latina construyendo un nuevo foco de racismo extremista, demostrando nuevamente que siempre estamos un siglo detrás del mundo civilizado?
En ambos casos podemos reverenciarnos en otro payaso actual, el bolivariano Chávez (si Bolivar se levantara de su tumba ....), quien pasó del indigenismo americanista al comunismo insular. El de Castro. Este sistema, que tal como los “intelectuales” del local Grupo Fénix, pretenden “vivir con lo nuestro” y ahorrar lo de ellos.
Cuando tuvo lugar el primer Foro Social Mundial, en la brasileña ciudad de Porto Alegre, se planteó desde a izquierda, que se encontraba a punto del KO técnico luego de la caída del muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética, la necesidad de reemplazar a los ya minoritarios “proletarios” (obreros industriales), por alguna otra problemática que les diera la posibilidad de reactualizar no solo sus discursos, sino de mantener la posibilidad de la discusión política. Tres fueron los temas que se introdujeron entonces: La defensa del medio ambiente, de las diferencias (de genero, de orientación sexual, religiosa, etc.) y de lo que se dio en llamar los derechos de los “pueblos originarios”.
El gran error del liberalismo mundial, fue no salir a aclarar, que esos temas eran en su gran mayoría, la base del ideario político liberal. Acaso hay alguien, que haya defendido desde siempre el respeto (y la necesidad) de las diferencias, más que el liberalismo. Si algo defendió esta corriente de pensamiento, es el reconocer que cada ser humano es distinto y tiene el derecho (y la sociedad la obligación de dejarlo) de vivir según lo crea conveniente, siempre que respete ese mismo derecho a todo el resto de la sociedad. Libertades que incluyen las de prensa, de circulación y de propiedad. En contraposición, los socialistas, en todos sus grados, han propendido a la definición del “deber ser”, que implica un único “molde” para toda la raza humana. Y ahora pretenden ser respetuosos de lo que desde Kant y Hegel señalaron como el peor de los males: las diferencias.
Desde la izquierda se ha intentado simplificar la idea del liberalismo, llevándolo al campo de la economía. Y casi siempre han etiquetado como representantes de esta corriente, a quienes sólo un miope ignorante los podría considerar como tales. En muchos casos, apenas son más digeribles atento que se los compara con populistas nacionalistas de moral dudosa. Ahora se pretende tomar principios liberales y convertirlos en la respuesta a la propia idea que los defendió, durante los últimos 400 años. Y que hacen los intelectuales que dicen defender la libertad: sonríen.
Porque no existe el racismo bueno y el racismo malo. No es relevante quien discrimina y quien es discriminado. Originarios o no. Blancos, negros, cobrizos, amarillos son apenas circunstancias personales a las que tan solo los ignorantes dan importancia. Y los movimientos de izquierda utilizan para hacer política. La misma que hacen desde que el idealismo, contaminó las mentes humanas.
Mientras la izquierda declama por la defensa de los pueblos originarios, los liberales deberíamos comenzar a hacer público el principio fundamental, que parece que ya no lo es: que defendemos los derechos de todos los seres humanos, de cualquier poder hegemónico que intente avasallar sus derechos individuales, en nombre de cualquier colectivo, por altruista que sus miembros o sus objetivos parezcan.
O podemos quedarnos callados y dentro de algún tiempo, lamentarnos.
Si algún dirigente del estado judío saliera a decir que quien no sea semita y practicante ortodoxo, será considerado ciudadano de segunda en Israel y su pueblo lo aceptara, ¿Podríamos decir que es razonable amen el trato que recibieron en la primera mitad del siglo pasado, especialmente en Europa y la URSS? Seguramente acordaremos que no. Que los seres humanos no son discriminables. Y sus creencias, orígenes raciales o inclinaciones personales, no califican o descalifican a nadie, siempre que se respete al resto de la sociedad ese mismo derecho.
Entonces, ¿en que se basa esta ola de racismo “invertido” (?) en Latinoamérica, donde si algunos no comenzamos a comprar cantidades importantes de betún cobrizo, nos encontraremos que seremos culpables de lo que hicieron Hernán Cortes, Francisco Pizarro y sus descendientes mestizos, salvo que podramos demostrar nuestra inocencia, ante jurados “originarios”?.
Cuando el recién asumido presidente Boliviano Evo Morales habla sobre la reivindicación de 500 años de los pueblos indígenas sobre la minoría blanca y mestiza, ¿Está alertando sobre la inversión de roles? Allí donde algunos “carapálidas” cometieron abusos más por el hecho de ser poseedores del poder que por una cuestión de raza, ahora ¿Serán los quechuas, aymaras y guaraníes quienes en nombre de Tupac Tapari o cualquier otro que se haya sublevado (incluido el Che), ejercerán ese poder para aplicar el castigo a los recién llegados (en el siglo XV) y de paso, mejorar situaciones personales?
Cuando Humala, el candidato que figura primero en la encuestas que miden a los competirán por la presidencia peruana, habla sobre el etno-nacionalismo, pretendiendo un estado “grande” al estilo socialista, pero reemplaza a la clase proletaria del marxismo por el indigenismo, ¿Acaso, está diciendo que habrá una clase con más derechos que otros? ¿Estará América Latina construyendo un nuevo foco de racismo extremista, demostrando nuevamente que siempre estamos un siglo detrás del mundo civilizado?
En ambos casos podemos reverenciarnos en otro payaso actual, el bolivariano Chávez (si Bolivar se levantara de su tumba ....), quien pasó del indigenismo americanista al comunismo insular. El de Castro. Este sistema, que tal como los “intelectuales” del local Grupo Fénix, pretenden “vivir con lo nuestro” y ahorrar lo de ellos.
Cuando tuvo lugar el primer Foro Social Mundial, en la brasileña ciudad de Porto Alegre, se planteó desde a izquierda, que se encontraba a punto del KO técnico luego de la caída del muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética, la necesidad de reemplazar a los ya minoritarios “proletarios” (obreros industriales), por alguna otra problemática que les diera la posibilidad de reactualizar no solo sus discursos, sino de mantener la posibilidad de la discusión política. Tres fueron los temas que se introdujeron entonces: La defensa del medio ambiente, de las diferencias (de genero, de orientación sexual, religiosa, etc.) y de lo que se dio en llamar los derechos de los “pueblos originarios”.
El gran error del liberalismo mundial, fue no salir a aclarar, que esos temas eran en su gran mayoría, la base del ideario político liberal. Acaso hay alguien, que haya defendido desde siempre el respeto (y la necesidad) de las diferencias, más que el liberalismo. Si algo defendió esta corriente de pensamiento, es el reconocer que cada ser humano es distinto y tiene el derecho (y la sociedad la obligación de dejarlo) de vivir según lo crea conveniente, siempre que respete ese mismo derecho a todo el resto de la sociedad. Libertades que incluyen las de prensa, de circulación y de propiedad. En contraposición, los socialistas, en todos sus grados, han propendido a la definición del “deber ser”, que implica un único “molde” para toda la raza humana. Y ahora pretenden ser respetuosos de lo que desde Kant y Hegel señalaron como el peor de los males: las diferencias.
Desde la izquierda se ha intentado simplificar la idea del liberalismo, llevándolo al campo de la economía. Y casi siempre han etiquetado como representantes de esta corriente, a quienes sólo un miope ignorante los podría considerar como tales. En muchos casos, apenas son más digeribles atento que se los compara con populistas nacionalistas de moral dudosa. Ahora se pretende tomar principios liberales y convertirlos en la respuesta a la propia idea que los defendió, durante los últimos 400 años. Y que hacen los intelectuales que dicen defender la libertad: sonríen.
Porque no existe el racismo bueno y el racismo malo. No es relevante quien discrimina y quien es discriminado. Originarios o no. Blancos, negros, cobrizos, amarillos son apenas circunstancias personales a las que tan solo los ignorantes dan importancia. Y los movimientos de izquierda utilizan para hacer política. La misma que hacen desde que el idealismo, contaminó las mentes humanas.
Mientras la izquierda declama por la defensa de los pueblos originarios, los liberales deberíamos comenzar a hacer público el principio fundamental, que parece que ya no lo es: que defendemos los derechos de todos los seres humanos, de cualquier poder hegemónico que intente avasallar sus derechos individuales, en nombre de cualquier colectivo, por altruista que sus miembros o sus objetivos parezcan.
O podemos quedarnos callados y dentro de algún tiempo, lamentarnos.
Enero 24 de 2006.-
Publicado en Fundación ATLAS 1853 (www.atlas.org.ar) y DIARIO DE AMERICA (www.diariodeamerica.com)
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