martes, 3 de julio de 2007

¿A 30 años de que?

El próximo 24 de marzo, se cumplen 30 años desde aquel fatídico día en que una vez más, los argentinos decidimos llevarnos puestas las instituciones. Y digo los argentinos, porque por acción u omisión, todos participamos de ese hecho, apoyándolo, pidiéndolo, generándolo y/o realizándolo. Cada uno sabe donde estuvo.

Hoy, tres décadas después, los entonces vencidos en la guerra desatada durante el gobierno constitucional de Maria Estela Martínez de Perón (huelga mencionar el partido al que representaba), se arrogan el derecho de la revisión de la historia y renombran a sus caídos como “luchadores idealistas que buscaban un mundo mejor”.

Nadie en su sano juicio puede siquiera intentar justificar los abusos, las acciones ilegales y los crímenes que en nombre la libertad, cometieron algunos integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad. Y nadie puede tampoco hacer lo propio, con los guerrilleros que se arrogaban una representación que jamás tuvieron, tienen o tendrán. Ambos bandos, eran apenas grupos de delincuentes que con la fuerza de las armas, el desapego a las leyes y la negación de la razón, nos llevaron a todos a ser espectadores de una guerra fraticida, sin vencedores y con una sociedad vencida, que aún hoy, sigue discutiendo la cantidad de bajas en cada lado.

Aunque hay que reconocer una diferencia. Del lado de la guerrilla, no hubo inocentes. A lo sumo hubo sobrevivientes. Del lado de las fuerzas armadas, no todos participaron y muchos de los que lo hicieron, fueron al combate franco en Tucumán, en una guerra de monte, que hoy, algunos oficiales superiores de las fuerzas, no se animan a explicar.

Todos sabemos que no hubo 30.000 desaparecidos y muchos de los 8.000 documentados no sólo no están desaparecidos, sino que además de estar disfrutando de las mal llamadas indemnizaciones, se encuentran en puestos de exposición pública en este mismo gobierno.


El presente

Pero todo esto sería parte de los libros de historia, de no haber sido por la incapacidad para interpretar la realidad, por parte del último ex presidente. El mismo que nos quiso hacer creer que era un avezado ajedrecista político. Que abierta la jaula, podría desde el llano, contrarrestar el poder presidencial. Pero el pobre bañero fue primero arrasado en su territorio y luego cooptadas sus fuerzas, por apenas unas monedas de plata.

Una vez en el poder, Néstor Kirchner no dudo en ser presidente de unos pocos por convicción y algunos más por transacción. Pero de manera consiente, jamás la interesó ser presidente de todos los argentinos.

Al igual que sus antecesores de igual signo partidario, no logra internalizar lo efímero del poder. Más temprano que tarde, se encontrará en el llano y si su sucesor tiene los mismos valores que hasta ahora Kirchner ha demostrado, habrá cambiado la composición de la Corte Suprema de Justicia, habrá logrado el alineamiento incondicional del Honorable Congreso de la Nación y eventualmente, podrá levantar como bandera de unión de los argentinos una posición diferente a la mantenida por el actual presidente, pudiendo incluso, llegar a revisar los contratos y los fideicomisos que con total desparpajo, esta administración lleva a cabo, como si fuera una presidencia vitalicia y hereditaria. Allí hasta podría conocer el sistema penitenciario por dentro.

Acordar si está bien o no el feriado del 24 de marzo, con carácter de inamovible, equiparándolo con el 25 de Mayo y el 9 de Julio, es una tarea imposible. Dentro del mismo sector político, presentan posiciones opuestas al respecto.

La sociedad no comparte la visión de mártires que se le quiere dar a quienes con sus actividades ilegales y asesinas, comenzaron a dar forma a la respuesta que “Isabelita” luego convirtió vía decreto, en el aniquilamiento de la guerrilla subversiva y que finalmente, y de manera absurda, los militares tomaron como propia. Y mancharon a una de las instituciones de la Nación.

Ya no se trata de ver quien es más culpable. Lo que los argentinos necesitamos es poder mirar para adelante. Nadie de más de 45 años puede sentirse ajeno a los hechos ocurridos en los 70’s. Sin importar de qué lado estaba cada uno, asumiendo que había mucho más que dos lados, todos participaron de los hechos que desencadenaron la peor tragedia del siglo XX en nuestro país.

No existe tal cosa como Fuerzas Armadas o de Seguridad asesinas, sino asesinos, ladrones y torturadores con graduación militar. De igual forma no existieron luchadores idealitas por un país mejor, sino asesinos amparados en la clandestinidad.

Por eso, los argentinos podemos seguir discutiendo y dividiéndonos en interpretar al pasado según visiones totalmente parcializadas, o bien, podemos acordar que nunca nos pondremos de acuerdo en un todo, y sobre esa diversidad de opinión construir la oportunidad que nuestra “historia futura”, no siga siendo un péndulo que no nos permite avanzar hacia un mañana mejor.

Dejemos que la historia la escriban quienes puedan tener una mayor objetividad y menos intereses personales en dar una versión parcializada. Sino, nos podemos pasar discutiendo quienes fueron menos culpables (acá no hubo inocentes) durante el tiempo que deberíamos utilizar, para crear un mejor futuro para nuestro hijos y nietos.


Marzo 18, 2006.-

Publicado en Fundación ATLAS 1853 (www.atlas.org.ar)

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