“Algo debe cambiar para que todo siga igual”. Giuseppe di Lampedusa ponía esta célebre frase en boca del Principe Corbera, en la recordada novela El Gatopardo.
Aunque con menor pretensión artística, es lo que parece querer decirnos la propaganda oficialista al proponer a Cristina de Kirchner como heredera de su cónyuge, cuando dice “El cambio recién empieza”. O sea, los últimos cuatro años, los perdimos. Hay que asumirlo.
El planteo del cambio es en si mismo inverosímil, salvo que la senadora tenga previsto ingresar con beneficio de inventario, acusando a su predecesor sobre la herencia recibida. Y más allá de los desencuentros que los Kirchner tengan entre ellos, nadie hoy considera que ese sea el escenario a partir del próximo 10 de diciembre.
Más aun, los actos de gobierno que ya esta administración se encuentra realizando, empiezan a sonar como la preparación para el nuevo mandato. Casi una transición ordenada.
Es en este contexto, en los albores de la campaña y horas antes del lanzamiento oficial de la primera dama como candidata presidencial, nos proponemos comenzar a analizar los rumbos de una eventual gestión K-2, mirando lo dicho y lo hecho hasta aquí. Un verdadero desafío para interpretar a quienes descreen de la comunicación de los actos de gobierno.
Política monetaria y cambiaria
El BCRA seguirá interviniendo de manera importante en el mercado cambiario, acumulando reservas internacionales. De esta forma, seguiremos con un dólar alto, seguirán acumulándose pasivos en la entidad monetaria y por ende la inflación seguirá perturbando la paz de los cementerios.
Esto se desprende de las afirmaciones del kirchnerista vicepresidente del BCRA, Miguel Angel Pesce, quien días atrás aseguró por radio que “la actual política monetaria continuará en los próximos cuatro años, durante los cuáles se mantendrá el tipo cambio alto y la acumulación de reservas”.
Aseguró que “Tenemos una demanda de pesos y un superávit de balanza de pagos muy importantes. De ahí surge la intervención que tiene que realizar el Banco Central en el mercado de cambios”.
Nada dijo respecto que el superávit poco tiene que ver con acciones realizadas por la administración actual, sino que surge del fabuloso incremento en los valores de los commodities.
Tanto de los productos del agro como del petróleo y sus derivados, aunque esa renta no queda en manos de quien la genera, sino que es expropiada por el gobierno, a través de las retenciones a las exportaciones. Cuando no se impide directamente la exportación.
Por otro lado, la fuerte demanda de pesos, como lo dice el funcionario, tiene más que ver con un seguro de cambio implícito, que permite con tasas inflacionarias, obtener muy buenos rendimientos financieros en moneda dura (dólares, euros, etc.). De esta manera, es el propio gobierno quien fomenta las inversiones especulativas.
Brasil e inversión
“Brasil ha permitido una revaluación muy fuerte de su moneda, pero lo está pagando con una tasa de crecimiento mucho más baja de la que tiene la Argentina” agrego el número dos del BCRA.
Como contracara, Brasil no tuvo una crisis como la nuestra, por lo que el crecimiento menor parte desde un nivel de actividad sin caídas bruscas y por ende sin capacidad ociosa, más allá de la empresarialmente prevista. Luego de superada su propia crisis, Brasil ha dejado flotar su moneda la cual se ha revaluado a los valores que el mercado consideró convenientes.
De esta forma, no sólo no se han acumulados fuertes pasivos en la autoridad monetaria brasileña como consecuencia de una política intervencionista, ni se ha incrementado la oferta de dinero más allá de la demanda correspondiente, sino que además el poder adquisitivo de los salarios no ha sido brutalmente disminuido.
Más aun, dado que la devaluación inicial del real llegó a R2.90 por dólar y hoy la moneda americana vale menos de R1.90, el poder adquisitivo se ha elevado en los últimos 18 meses. Y los brasileños se han dado cuenta, prefiriendo sus tasas de crecimiento a nuestro caos.
Por último, los ingresos de divisas en el país hermano han ido de manera muchos más importante hacia la inversión en la economía real, en lugar de las especulaciones financieras. Esto no sólo influye en la calidad de la inversión sino que al captar inversión productiva, los trabajadores brasileños tienen más y mejores oportunidades de progreso personal.
En este punto, cabe recordar que la calidad de los números macroeconómicos y la calidad institucional del Brasil, le permitió quedarse en el 2006 con U$S 18.780 millones de Inversión Extranjera Directa (IED), sobre un total de U$S 72.440 millones que captó la región, mientras que la Argentina sólo obtuvo U$S 4.809 millones. Quizás nuestros vecinos no estén tan equivocados.
El cambio que no cambia
"Creo que el año que viene va a repetirse el proceso. Y en una economía de mercado, no hay manera de impedir que quien realiza comercio con el exterior y desea pesos y no dólares, no venga al Banco Central a pretender cambiarlos", finalizó Pesce.
Probablemente la llegada a la temporada electoral preste a confusión a algunos funcionarios que por temor a quedar desempleados, confunden algunos principios elementales de la economía.
En una economía de mercado, no sólo no hay intervención del estado en la política monetaria, más allá de las eventuales crisis a las que indefectiblemente los mercados están expuestos, sino que tampoco debería haber intervención en el resto de las actividades productivas. Intervenciones que no hacen más que deformar los indicadores que una economía de mercado precisa, para poder funcionar correctamente.
Dicho de otra manera, en la Argentina la ley de la oferta y la demanda se verifica en muy pocos sectores, por lo que en general podemos afirmar que no es esta una economía de mercado. Principalmente a causa de esta administración.
Descartado este seguro involuntario error, es preciso recordar que atento que hay un seguro de cambio implícito en la convertibilidad actual del 3 a 1, sería muy tonto que el mercado no se desprenda de sus dólares, para colocarlos a tasas argentinas y luego recomprarlos, obteniendo así una renta en dólares más que interesante.
No debemos olvidar, que la compra de dólares que el vicepresidente del Central Pesce hace mención en su comentario, han obligado a esta institución a endeudarse por más de U$S 20.000 millones, siendo las reservas netas de “tan solo” U$S 23.000 millones.
Por ahora se han logrado tasas del 8.5%/ 9.5% para refinanciar estos pasivos, sin afectar el balance del BCRA, dado el stock actual.
En caso que aparecieran expectativas inflacionarias al alza, por cuestiones ajenas a la política monetaria (faltantes de productos por baja en los niveles de actividad, por desincentivos a la producción, por exceso de regulaciones, déficit fiscal, etc.), se verificará un lógico aumento en la tasas de las LEBAC y las NOBAC, los instrumentos con lo que se esteriliza la oferta de dinero no demandada, llegando rápidamente al temido déficit cuasifiscal.
Aunque habrá un punto, al que a ninguna tasa será posible renovar aquellos instrumentos y entonces el castillo de naipes caerá irremediablemente.
Por otro lado, la política monetaria actual genera un piso inflacionario creciente tal, que no es posible esperar una baja en aquellas tasas, de forma tal que por una cuestión de stock también creciente, aun en un escenario de expectativas estables, también llegaremos al déficit cuasifiscal.
Es así que estamos eligiendo la forma de morir.
Esperemos que estos deseos de continuidad en la cúpula del BCRA, no sean más que otra promesa electoral. De esas que nunca se cumplen.
Buenos Aires, Julio 17, 2007.-
Aunque con menor pretensión artística, es lo que parece querer decirnos la propaganda oficialista al proponer a Cristina de Kirchner como heredera de su cónyuge, cuando dice “El cambio recién empieza”. O sea, los últimos cuatro años, los perdimos. Hay que asumirlo.
El planteo del cambio es en si mismo inverosímil, salvo que la senadora tenga previsto ingresar con beneficio de inventario, acusando a su predecesor sobre la herencia recibida. Y más allá de los desencuentros que los Kirchner tengan entre ellos, nadie hoy considera que ese sea el escenario a partir del próximo 10 de diciembre.
Más aun, los actos de gobierno que ya esta administración se encuentra realizando, empiezan a sonar como la preparación para el nuevo mandato. Casi una transición ordenada.
Es en este contexto, en los albores de la campaña y horas antes del lanzamiento oficial de la primera dama como candidata presidencial, nos proponemos comenzar a analizar los rumbos de una eventual gestión K-2, mirando lo dicho y lo hecho hasta aquí. Un verdadero desafío para interpretar a quienes descreen de la comunicación de los actos de gobierno.
Política monetaria y cambiaria
El BCRA seguirá interviniendo de manera importante en el mercado cambiario, acumulando reservas internacionales. De esta forma, seguiremos con un dólar alto, seguirán acumulándose pasivos en la entidad monetaria y por ende la inflación seguirá perturbando la paz de los cementerios.
Esto se desprende de las afirmaciones del kirchnerista vicepresidente del BCRA, Miguel Angel Pesce, quien días atrás aseguró por radio que “la actual política monetaria continuará en los próximos cuatro años, durante los cuáles se mantendrá el tipo cambio alto y la acumulación de reservas”.
Aseguró que “Tenemos una demanda de pesos y un superávit de balanza de pagos muy importantes. De ahí surge la intervención que tiene que realizar el Banco Central en el mercado de cambios”.
Nada dijo respecto que el superávit poco tiene que ver con acciones realizadas por la administración actual, sino que surge del fabuloso incremento en los valores de los commodities.
Tanto de los productos del agro como del petróleo y sus derivados, aunque esa renta no queda en manos de quien la genera, sino que es expropiada por el gobierno, a través de las retenciones a las exportaciones. Cuando no se impide directamente la exportación.
Por otro lado, la fuerte demanda de pesos, como lo dice el funcionario, tiene más que ver con un seguro de cambio implícito, que permite con tasas inflacionarias, obtener muy buenos rendimientos financieros en moneda dura (dólares, euros, etc.). De esta manera, es el propio gobierno quien fomenta las inversiones especulativas.
Brasil e inversión
“Brasil ha permitido una revaluación muy fuerte de su moneda, pero lo está pagando con una tasa de crecimiento mucho más baja de la que tiene la Argentina” agrego el número dos del BCRA.
Como contracara, Brasil no tuvo una crisis como la nuestra, por lo que el crecimiento menor parte desde un nivel de actividad sin caídas bruscas y por ende sin capacidad ociosa, más allá de la empresarialmente prevista. Luego de superada su propia crisis, Brasil ha dejado flotar su moneda la cual se ha revaluado a los valores que el mercado consideró convenientes.
De esta forma, no sólo no se han acumulados fuertes pasivos en la autoridad monetaria brasileña como consecuencia de una política intervencionista, ni se ha incrementado la oferta de dinero más allá de la demanda correspondiente, sino que además el poder adquisitivo de los salarios no ha sido brutalmente disminuido.
Más aun, dado que la devaluación inicial del real llegó a R2.90 por dólar y hoy la moneda americana vale menos de R1.90, el poder adquisitivo se ha elevado en los últimos 18 meses. Y los brasileños se han dado cuenta, prefiriendo sus tasas de crecimiento a nuestro caos.
Por último, los ingresos de divisas en el país hermano han ido de manera muchos más importante hacia la inversión en la economía real, en lugar de las especulaciones financieras. Esto no sólo influye en la calidad de la inversión sino que al captar inversión productiva, los trabajadores brasileños tienen más y mejores oportunidades de progreso personal.
En este punto, cabe recordar que la calidad de los números macroeconómicos y la calidad institucional del Brasil, le permitió quedarse en el 2006 con U$S 18.780 millones de Inversión Extranjera Directa (IED), sobre un total de U$S 72.440 millones que captó la región, mientras que la Argentina sólo obtuvo U$S 4.809 millones. Quizás nuestros vecinos no estén tan equivocados.
El cambio que no cambia
"Creo que el año que viene va a repetirse el proceso. Y en una economía de mercado, no hay manera de impedir que quien realiza comercio con el exterior y desea pesos y no dólares, no venga al Banco Central a pretender cambiarlos", finalizó Pesce.
Probablemente la llegada a la temporada electoral preste a confusión a algunos funcionarios que por temor a quedar desempleados, confunden algunos principios elementales de la economía.
En una economía de mercado, no sólo no hay intervención del estado en la política monetaria, más allá de las eventuales crisis a las que indefectiblemente los mercados están expuestos, sino que tampoco debería haber intervención en el resto de las actividades productivas. Intervenciones que no hacen más que deformar los indicadores que una economía de mercado precisa, para poder funcionar correctamente.
Dicho de otra manera, en la Argentina la ley de la oferta y la demanda se verifica en muy pocos sectores, por lo que en general podemos afirmar que no es esta una economía de mercado. Principalmente a causa de esta administración.
Descartado este seguro involuntario error, es preciso recordar que atento que hay un seguro de cambio implícito en la convertibilidad actual del 3 a 1, sería muy tonto que el mercado no se desprenda de sus dólares, para colocarlos a tasas argentinas y luego recomprarlos, obteniendo así una renta en dólares más que interesante.
No debemos olvidar, que la compra de dólares que el vicepresidente del Central Pesce hace mención en su comentario, han obligado a esta institución a endeudarse por más de U$S 20.000 millones, siendo las reservas netas de “tan solo” U$S 23.000 millones.
Por ahora se han logrado tasas del 8.5%/ 9.5% para refinanciar estos pasivos, sin afectar el balance del BCRA, dado el stock actual.
En caso que aparecieran expectativas inflacionarias al alza, por cuestiones ajenas a la política monetaria (faltantes de productos por baja en los niveles de actividad, por desincentivos a la producción, por exceso de regulaciones, déficit fiscal, etc.), se verificará un lógico aumento en la tasas de las LEBAC y las NOBAC, los instrumentos con lo que se esteriliza la oferta de dinero no demandada, llegando rápidamente al temido déficit cuasifiscal.
Aunque habrá un punto, al que a ninguna tasa será posible renovar aquellos instrumentos y entonces el castillo de naipes caerá irremediablemente.
Por otro lado, la política monetaria actual genera un piso inflacionario creciente tal, que no es posible esperar una baja en aquellas tasas, de forma tal que por una cuestión de stock también creciente, aun en un escenario de expectativas estables, también llegaremos al déficit cuasifiscal.
Es así que estamos eligiendo la forma de morir.
Esperemos que estos deseos de continuidad en la cúpula del BCRA, no sean más que otra promesa electoral. De esas que nunca se cumplen.
Buenos Aires, Julio 17, 2007.-
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