“La novedad del cambio será seguir en la misma dirección”. Si bien no sorprendió a nadie, la candidata del kirchnerismo dejó muy claro hacia donde pretende ir. En una sola frase, decidió bajar el estudiado slogan de su primera campaña gráfica. Entonces, el cambio no comenzará en 2007 si Cristina Fernández de Kirchner resulta electa presidente.
Esta definición no es menor. Permitirá no atenernos exclusivamente a lo que digan los eventuales portavoces de la señora. Lo realizado por su marido en los últimos cuatro años y lo que haga o diga cualquiera de los miembros de la pareja reinante o sus descartables acólitos, son y serán elementos a considerar en cualquier análisis.
Las “tres construcciones basales”
El pasado jueves, fue el lanzamiento de la candidatura y es necesario rescatar algunas ideas que si bien distan de ser memorables, sirven para semblantear a la heredera del pingüinismo.
En un discurso vacío de datos duros y lleno de generalidades presuntuosas, sirvió para mostrar que es poco lo que podrá ser discutido con la eventual presidenta. Tal como hoy ocurre con su marido.
Tres fueron los puntos que a criterio de la oradora son los ejes de su eventual próxima administración. Y como no puede ser de otra manera, deben ser considerados “casi fundacionales” y “sobre los que vamos a construir la Argentina que viene, la Argentina del bicentenario”. La típica visión megalómana de la refundación constante.
“La reconstrucción del estado constitucional” es el primero de esos ejes. “Había una clara intuición popular que por presión de sectores, de grupos económicos, de grupos de presión, o tal vez por decisión, quien ocupaba ese sillón no era realmente quien tomaba las decisiones”.
Si entendemos al estado constitucional, según lo marca nuestra constitución (y no la cubana), entonces veremos que salvo durante los procesos militares, nunca un presidente avasalló de forma tan determinante y sin ningún prurito a los otros poderes, como se lo hizo durante los últimos cuatro años.
Incluyó la idea del deterioro institucional de “ese Poder Legislativo que también por defección, por presión o por corrupción podíamos ver que en lugar de votar las leyes que merecían y necesitábamos los argentinos se votaba porque lo pedía el Fondo o porque un ministro tenía la Banelco”.
Desde hace cuatro años que el dueño de la Banelco o impulsor de “la cadena de la felicidad”, ya no es un ministro sino el propio presidente, quien desde el ahogo que significa la situación fiscal de la mayoría de las provincias y la masa de ingresos no coparticipables en manos del ejecutivo nacional, logra no solo la votación de una ley, sino la imposición de la agenda completa para el Congreso de la Nación.
Pocas veces la institucionalidad argentina ha sufrido tanto como con esta administración (y seguramente, en su continuidad conyugal). Lo demuestra el atropello que sufrió la Corte para colocar allí jueces propios que lograran imponer la teoría de un solo terrorismo.
Entender que la economía es una actividad inherente y básica del ser humano, quizás fue su único acierto cuando comenzó a explicar el segundo eje: el modelo económico y social.
A partir de aquí, se enredó de manera alarmante para quien pretende conducir el destino de un pueblo, en la definición de modelos económicos. Sin entrar a analizar su sesgada y pobrísima visión sobre la historia de finales del siglo XIX y comienzos del XX, plantea la dicotomía entre los modelos de acumulación (su elegido) y modelos de transferencia de riqueza (“que operó durante el modelo neoliberal de los años 90”).
Tal como empíricamente se verifica en el resto del mundo, la alternancia en el poder entre partidos de orientación liberal y los de orientación socialista, produce que sean los primeros quienes acumulan riqueza, a través de la baja de impuestos y otros incentivos (no subsidios) a la actividad privada y los segundos tienden a la redistribución de la riqueza nacional previamente acumulada. Es justamente en sentido inverso al mencionado por la candidata.
Claro que ambas corrientes ideológicas hacen de la seguridad jurídica una piedra basal de sus respectivas administraciones, así como del respeto por la libertad y la propiedad privada. Algo que por aquí se consideran elementos de importancia relativa.
Son estos los conceptos que debemos considerar como inmutables. Su discusión son las convierten a las elecciones presidenciales en “ruletas rusas”.
Pretender uniformidad en el pensamiento de los argentinos, es pretender eliminar el derecho al disenso. Es querer terminar con el sistema republicano e instaurar uno totalitario. Parafraseando a la oradora, “Esto no lo tolera ni el país ni la sociedad ni la historia”. La alternancia política es el camino.
Revisionismo histórico
Da algo de miedo que sólo podamos aprender de nuestra propia historia de un siglo atrás y no sepamos entender porque el mundo está donde está. Sin descartar las experiencias que podemos obtener de estudiar que sucedió entre 1880 y 1930, no debemos olvidar que hoy el mundo es totalmente distinto a aquel. Y los habitantes de este país, también.
Un mundo globalizado e hiper comunicado, no puede ser entendido en términos de una discusión de modelos agrícola-ganaderos versus industrialista. Ya no sólo no pueden ser considerados modelos antagónicos, sino que quien sólo cuente o favorezca uno sólo de ellos, será estructuralmente pobre. La economía moderna es mucho más complicada que enfrentar vacas con chimeneas.
Es probablemente esta visión “ombliguista” la que hace pensar a la candidata (y a toda la administración actual) que la razón por la cual se verifican los logros económicos de los últimos años, deben buscarse en los aciertos de gestión de su marido. Según ellos, nada tiene que ver el contexto internacional, en el cual sólo cinco naciones en el mundo no han logrado crecer en el 2006, así como que el 47% de las naciones creció por encima del 5%.
Habla de una cosecha record, como si el actual contexto legal-fiscal propendiera a ese objetivo. Es en realidad a pesar de la administración actual y gracias al impulso generado en la demanda global de alimentos, que la Argentina logró ese record.
Y fue gracias al esfuerzo de los productores del sector, que ese record en términos de volumen y al precio internacional, que el Estado logró vía retenciones a las exportaciones, sucesivos records de recaudación, manteniendo así los superávits gemelos ($26.300 millones de ingresos por retenciones e Impuesto al cheque versus $23.000 millones de superávit fiscal).
De esta manera queda claro que los logros en la economía de esta administración, en poco o nada se deben a lo que sus responsables han hecho. Más aun, podemos afirmar que se lograron a pesar de ellos.
Nada se dijo respecto de la crisis energética, del creciente aumento del gasto por encima del nivel de crecimiento de los ingresos, ni siquiera del déficit de seguridad que asola al país y nos coloca en una situación similar a la previa a la creación del estado moderno.
“Proponer la institucionalización del modelo”
“Yo veía en un acuerdo donde empresarios y trabajadores podamos acordar junto al Estado cuáles van a ser las metas a mediano y largo plazo, no solamente discutir precios o salarios, fijar el modelo en que vamos a trabajar y producir porque es lo que más le conviene al país.” “Este acuerdo institucionalizado es lo que va a garantizar entonces la novedad del cambio, que es precisamente seguir en una misma dirección”.
La candidata neo hegeliana demuestra su poco apego a las libertades. Y demuestra su vocación hacia el autoritarismo.
La convocatoria a sectores del trabajo y la producción serán a condición que toda discusión sea dentro del marco de asegurar “la novedad del cambio”. No estarán invitados los partidos opositores. Tampoco quienes quieran un cambio real. Ni siquiera aquellos que disientan en este novedoso concepto de “cambio”.
Quizás nos esté avisando de un intento de reforma constitucional, de manera de adaptarla a todo aquello que el matrimonio gobernante considera que es lo mejor (¿Para quién?). Y eliminar todos aquellos impedimentos, tales como la libertad y la propiedad.
Quizás algunos muerdan el anzuelo. Seguramente aquellos representantes que solo se representan a si mismos.
Dependerá de todos asegurar que Argentina no se sume a la locura retrograda del movimiento cubano chavista.
Buenos Aires, Julio 23, 2007.-
Esta definición no es menor. Permitirá no atenernos exclusivamente a lo que digan los eventuales portavoces de la señora. Lo realizado por su marido en los últimos cuatro años y lo que haga o diga cualquiera de los miembros de la pareja reinante o sus descartables acólitos, son y serán elementos a considerar en cualquier análisis.
Las “tres construcciones basales”
El pasado jueves, fue el lanzamiento de la candidatura y es necesario rescatar algunas ideas que si bien distan de ser memorables, sirven para semblantear a la heredera del pingüinismo.
En un discurso vacío de datos duros y lleno de generalidades presuntuosas, sirvió para mostrar que es poco lo que podrá ser discutido con la eventual presidenta. Tal como hoy ocurre con su marido.
Tres fueron los puntos que a criterio de la oradora son los ejes de su eventual próxima administración. Y como no puede ser de otra manera, deben ser considerados “casi fundacionales” y “sobre los que vamos a construir la Argentina que viene, la Argentina del bicentenario”. La típica visión megalómana de la refundación constante.
“La reconstrucción del estado constitucional” es el primero de esos ejes. “Había una clara intuición popular que por presión de sectores, de grupos económicos, de grupos de presión, o tal vez por decisión, quien ocupaba ese sillón no era realmente quien tomaba las decisiones”.
Si entendemos al estado constitucional, según lo marca nuestra constitución (y no la cubana), entonces veremos que salvo durante los procesos militares, nunca un presidente avasalló de forma tan determinante y sin ningún prurito a los otros poderes, como se lo hizo durante los últimos cuatro años.
Incluyó la idea del deterioro institucional de “ese Poder Legislativo que también por defección, por presión o por corrupción podíamos ver que en lugar de votar las leyes que merecían y necesitábamos los argentinos se votaba porque lo pedía el Fondo o porque un ministro tenía la Banelco”.
Desde hace cuatro años que el dueño de la Banelco o impulsor de “la cadena de la felicidad”, ya no es un ministro sino el propio presidente, quien desde el ahogo que significa la situación fiscal de la mayoría de las provincias y la masa de ingresos no coparticipables en manos del ejecutivo nacional, logra no solo la votación de una ley, sino la imposición de la agenda completa para el Congreso de la Nación.
Pocas veces la institucionalidad argentina ha sufrido tanto como con esta administración (y seguramente, en su continuidad conyugal). Lo demuestra el atropello que sufrió la Corte para colocar allí jueces propios que lograran imponer la teoría de un solo terrorismo.
Entender que la economía es una actividad inherente y básica del ser humano, quizás fue su único acierto cuando comenzó a explicar el segundo eje: el modelo económico y social.
A partir de aquí, se enredó de manera alarmante para quien pretende conducir el destino de un pueblo, en la definición de modelos económicos. Sin entrar a analizar su sesgada y pobrísima visión sobre la historia de finales del siglo XIX y comienzos del XX, plantea la dicotomía entre los modelos de acumulación (su elegido) y modelos de transferencia de riqueza (“que operó durante el modelo neoliberal de los años 90”).
Tal como empíricamente se verifica en el resto del mundo, la alternancia en el poder entre partidos de orientación liberal y los de orientación socialista, produce que sean los primeros quienes acumulan riqueza, a través de la baja de impuestos y otros incentivos (no subsidios) a la actividad privada y los segundos tienden a la redistribución de la riqueza nacional previamente acumulada. Es justamente en sentido inverso al mencionado por la candidata.
Claro que ambas corrientes ideológicas hacen de la seguridad jurídica una piedra basal de sus respectivas administraciones, así como del respeto por la libertad y la propiedad privada. Algo que por aquí se consideran elementos de importancia relativa.
Son estos los conceptos que debemos considerar como inmutables. Su discusión son las convierten a las elecciones presidenciales en “ruletas rusas”.
Pretender uniformidad en el pensamiento de los argentinos, es pretender eliminar el derecho al disenso. Es querer terminar con el sistema republicano e instaurar uno totalitario. Parafraseando a la oradora, “Esto no lo tolera ni el país ni la sociedad ni la historia”. La alternancia política es el camino.
Revisionismo histórico
Da algo de miedo que sólo podamos aprender de nuestra propia historia de un siglo atrás y no sepamos entender porque el mundo está donde está. Sin descartar las experiencias que podemos obtener de estudiar que sucedió entre 1880 y 1930, no debemos olvidar que hoy el mundo es totalmente distinto a aquel. Y los habitantes de este país, también.
Un mundo globalizado e hiper comunicado, no puede ser entendido en términos de una discusión de modelos agrícola-ganaderos versus industrialista. Ya no sólo no pueden ser considerados modelos antagónicos, sino que quien sólo cuente o favorezca uno sólo de ellos, será estructuralmente pobre. La economía moderna es mucho más complicada que enfrentar vacas con chimeneas.
Es probablemente esta visión “ombliguista” la que hace pensar a la candidata (y a toda la administración actual) que la razón por la cual se verifican los logros económicos de los últimos años, deben buscarse en los aciertos de gestión de su marido. Según ellos, nada tiene que ver el contexto internacional, en el cual sólo cinco naciones en el mundo no han logrado crecer en el 2006, así como que el 47% de las naciones creció por encima del 5%.
Habla de una cosecha record, como si el actual contexto legal-fiscal propendiera a ese objetivo. Es en realidad a pesar de la administración actual y gracias al impulso generado en la demanda global de alimentos, que la Argentina logró ese record.
Y fue gracias al esfuerzo de los productores del sector, que ese record en términos de volumen y al precio internacional, que el Estado logró vía retenciones a las exportaciones, sucesivos records de recaudación, manteniendo así los superávits gemelos ($26.300 millones de ingresos por retenciones e Impuesto al cheque versus $23.000 millones de superávit fiscal).
De esta manera queda claro que los logros en la economía de esta administración, en poco o nada se deben a lo que sus responsables han hecho. Más aun, podemos afirmar que se lograron a pesar de ellos.
Nada se dijo respecto de la crisis energética, del creciente aumento del gasto por encima del nivel de crecimiento de los ingresos, ni siquiera del déficit de seguridad que asola al país y nos coloca en una situación similar a la previa a la creación del estado moderno.
“Proponer la institucionalización del modelo”
“Yo veía en un acuerdo donde empresarios y trabajadores podamos acordar junto al Estado cuáles van a ser las metas a mediano y largo plazo, no solamente discutir precios o salarios, fijar el modelo en que vamos a trabajar y producir porque es lo que más le conviene al país.” “Este acuerdo institucionalizado es lo que va a garantizar entonces la novedad del cambio, que es precisamente seguir en una misma dirección”.
La candidata neo hegeliana demuestra su poco apego a las libertades. Y demuestra su vocación hacia el autoritarismo.
La convocatoria a sectores del trabajo y la producción serán a condición que toda discusión sea dentro del marco de asegurar “la novedad del cambio”. No estarán invitados los partidos opositores. Tampoco quienes quieran un cambio real. Ni siquiera aquellos que disientan en este novedoso concepto de “cambio”.
Quizás nos esté avisando de un intento de reforma constitucional, de manera de adaptarla a todo aquello que el matrimonio gobernante considera que es lo mejor (¿Para quién?). Y eliminar todos aquellos impedimentos, tales como la libertad y la propiedad.
Quizás algunos muerdan el anzuelo. Seguramente aquellos representantes que solo se representan a si mismos.
Dependerá de todos asegurar que Argentina no se sume a la locura retrograda del movimiento cubano chavista.
Buenos Aires, Julio 23, 2007.-
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