sábado, 15 de julio de 2017

La falacia de los derechos


La falacia de los derechos

Por Gustavo A. Küpfer

Los problemas complejos tienen necesariamente causas del mismo tenor. O sea, no simples.

La crisis en la que vivimos los argentinos no es una excepción a la regla. Pero debemos empezar a desbrozar el bosque e intentar identificar cada una de ellas. Intentemos con una.



La izquierda (mal llamada progresismo, ya que los únicos que progresan son sus dirigentes) pretende hacernos creer que los derechos se crean simplemente con leyes. Sin importar cuan absurdas sean estas.



Por definición, un derecho no puede al ser ejercido, vulnerar el de otro individuo. Es decir, si partimos del ius naturalismo clásico, veremos fácilmente que en el ejercicio de los cuatro derechos básicos se encuentra claramente esta limitación (mis derechos a vivir, a ser libre o al ejercicio de mi propiedad no condiciona de manera alguna ningún derecho de los demás) o bien, mi libre albedrio está condicionado por el marco legal de forma tal de asegurar la prevalencia de los derechos ajenos.



Esto claro, siempre que mi propiedad sea tal dentro del marco de la ley y no como consecuencia de acciones corruptas, sean estas públicas o privadas.



Distinto es el caso de los mal denominados “derechos sociales”, que en realidad no son derechos sino privilegios. Y la diferencia fundamental para hablar de privilegios y no de derechos, es que mientras estos, tal como comentara antes, no afectan de manera negativa a terceros, los privilegios implican por su propia definición, una redistribución de la propiedad privada (un derecho básico), al obligar a un tercero a financiar de manera directa o indirecta, los privilegios en cuestión.



Cuando hablamos del “Derecho a una casa propia” estamos diciendo que quienes pretenden dicho privilegio, lo harán sobre la propiedad de un tercero. Sea una casa, sea una suma de dinero o una cantidad de especies. No importa si lo de manera directa (una expropiación privada) o de manera indirecta a través de las arcas públicas.



De cualquier forma que sea, lo que estará ocurriendo es que un funcionario (de cualquiera de los tres poderes, o de más de uno de ellos), estará afectando el patrimonio de uno o varios integrantes de la sociedad para beneficiar a otro.



Obviamente, es muy difícil pensar que además lo hace de manera desinteresada. Y más difícil aun si se lo hace en la “temporada de caza de votos”. Perdón, de campaña electoral.



De todas formas, más allá que en medio de campañas, las sutilezas son más difíciles de esconder, la definición es si de un “privilegio social”, hace que su otorgamiento, cuando quiera que sea, siempre es sospechoso, en especial cuando se realiza con dineros públicos de manera, que sin afectar el patrimonio de quien otorga, genera una relación de “agradecimiento/ dependencia” desde el receptor.





Casos de la vida diaria.


Intentar hacer un inventario de estas acciones en la historia argentina, sería una tarea ciclópea, sin importar cuan corto sea el plazo de tiempo queramos considerar, si hablamos de años. O de meses..


Pero veamos que ha sucedido en las últimas 24 horas, de forma de demostrar de manera fáctica los conceptos antes mencionados.



CASO 1. En el día de hoy, 14 de Julio de 2017, el Juez en lo contencioso y administrativo de CABA, Martin Furchi, le fijo al gobierno de la Ciudad un plazo máximo de 10 días para que se le encuentre un “alojamiento adecuado” a una transexual en situación de calle, quien sostuvo que sufre discriminación y no consigue trabajo.



El primer punto es, A quien se discrimina? A quien argumenta que no consigue trabajo por su condición de transexual, situación que tuvo la libertad de elegir, o a todos aquellos que sin ser transexuales, tampoco consiguen trabajo? O es acaso que se debe ser transexual para para captar la atención de la justicia?



El segundo punto es, Porque la Ciudad debe hacerse cargo de darle un alojamiento adecuado a una persona, que más allá de su condición sexual, se encuentra en “situación de calle” (eufemismo de sociólogo) por su falta de trabajo y no preocuparse de todo el resto de la sociedad. Finalmente, parece que el premio de estar en la calle es obtener lo que muchos otros solo logran alquilando y resignando una importante parte de sus ingresos, muchas veces sin lograr jamás ser propietarios de nada. Otra vez, acaso se debe ser indigente para llegar a ser propietario? Cuando valoraremos el esfuerzo realizado por aquellos que nunca piden nada al estado mas que seguridad?



Tercero, no está claro que es un “alojamiento adecuado”. Queda a discreción del funcionario de turno su definición e implementación? Hasta donde se pueden estirar (mejor dicho, vaciar) las arcas públicas, que tanto nos cuesta a los contribuyentes, llenar?



Quizás, alguna vez los funcionarios que (mal) elegimos, se den cuenta que no pagamos impuestos para que hagan con ellos lo que mejor consideren para sus carreras personales, sino para obtener una seguridad, educación y salud publica, que bien nos vendría no tener que pagar, adicionalmente a los impuestos de manera privada.



Finalmente, los impuestos no deben ser utilizados para asegurar carreras políticas, sino para mejorar la calidad de los ciudadanos, que no somos solamente contribuyentes.



PepsiCo



Con apenas algunas diferencias de horas, un caso típico del abuso de las leyes que suele hacer la política nos muestra porqué no hay (¿habrá?) inversiones en la Argentina.



La Cámara del fuero laboral acaba de obligar a la empresa Pepsi Co a retomar a una cantidad de empleados despedidos con motivo de una reubicación de la planta de San Martin.



Veamos. Por el lado del empleo, lo que parece justo (evitar un despido) termina siendo el peor remedio para la enfermedad que se intenta evitar: El desempleo.
Al obligar a una empresa a no poder controlar sus gastos, entre ellos su plantilla de empleados, lo único que se logra es, asustar a los únicos empleadores genuinos.



Acá hagamos un paréntesis. Sin intentar descalificar el empleo público, está claro que el estado no hace crecer la economía, no aporta nueva tecnología, ni mejora la productividad. Es un sector de puro gasto, por lo que, si bien su existencia nadie discute, su excesivo tamaño, quita recursos privados que son los únicos que realmente hacen crecer a una nación.



Dicho esto, si el sector privado se siente amenazado en su libertad de administrar sus recursos (y los recursos humanos son costos no menores en la estructura de costos de una empresa), la única consecuencia ineludible es que la incorporación de nuevos empleados será solo en caso de fuerza mayor, tratando de maximizar los RRHH ya incorporados, a través de horas extra. Dicho de otra forma, hay 10 empleados que hoy estarán contentos . . .  y muchos miles que, en el futuro cercano, no encontraran la oportunidad de emplearse de manera formal. Luego, no nos quejemos de la informalidad en la Argentina.



Pero, por otro lado, la falta de libertad en la definición de políticas productivas y/o de costos en las empresas, obviamente no solo dificulta la aprobación de nuevos proyectos de inversión (sea para ampliación de empresas o nuevas) sino que atento la trascendencia del proceso y la firma involucrada, amplifica sus consecuencias negativas en el futuro inmediato.



Un despido tiene en la ley una contrapartida que lo hace legal y es la indemnización. Si una empresa considera que no puede mantener su actual estructura y decide indemnizar a sus empleados, en la medida que cumpla con la ley, esta debería asegurar su libertad de movimiento.



Por la propia naturaleza del capital, ni bien se vea la oportunidad de volver al mercado dejado de lado u otro nuevo, el empresario lo hará incorporando al personal que considere necesario. Claro, siempre que las barreras de salidas no sean infranqueables.



Lo que este juez no se dio cuenta (espero) es que condenó a cientos o miles de potenciales trabajadores a la informalidad, o aun, peor. Al desempleo.



Populismo, demagogia y berretismo judicial son una parte importante de nuestra decadencia.



 Buenos Aires, Julio 14, 2017.-

viernes, 21 de mayo de 2010

200 años después

Aunque parezca innecesario, debemos empezar por aclarar que contra lo que muchos suponen, el próximo 25 de Mayo no se festeja el bicentenario de nuestra independencia. Ni su nacimiento. Apenas si podriamos hablar de su concepción.

En aquella fecha ocurrió un acontecimiento principal del proceso de la independencia argentina. Pero la Revolución de Mayo no fue ni el primero ni el último de los hechos que nos permitieron llegar al 9 de Julio de 1816, fecha de nuestra Declaración de Independencia.

Determinar si la Revolución de Mayo es el más relevante de los hechos de aquel proceso o no, lo dejo a los que saben: los historiadores (si pensó que iba a nombrar a los periodistas o a los políticos, lamento haberlo defraudado). Pero hoy es tan común escuchar esta confusión en los dichos de la gente (no sólo la más joven), que me pareció que ameritaba la aclaración.


La Economía

En el Virreinato del Rio de la Plata (desde 1776), la actividad principal era el contrabando. Los principales ingresos, provenían de los impuestos y tasas que cobraba la Aduana. O sea, que desde antes del comienzo de nuestra historia, ya existía una contradicción entre nuestra economía formal y la real.

Paradójicamente, ya desde entonces los habitantes de estos lares, desconocían los principios más básicos de la economía (o actuaban como si así fuera). En mercados normales, la demanda es función del precio. Esto es, a mayor precio, menor demanda.

Pero cuando se introducen distorsiones como por ejemplo, la pretensión que sólo los barcos españoles pudieran desembarcar en el Puerto de Buenos Aires y además, debían vender la totalidad de sus mercancías a la Aduana quien se convertía en un único mercado concentrador y por ende en el fijador de precios, la consecuencia imposible de evitar era el contrabando. Y la pérdida de recaudación por parte de la Aduana.

Esta lección, no sólo la volvimos a aplicar de manera recurrente a lo largo de nuestra historia en nombre de la defensa de la industria nacional (en realidad de los industriales prebendarios a costa de la gente), llegando al caso monstruoso del IAPI peronista, sino que hoy el estado pretende llegar tan lejos como le sea posible en su emulación.

Hacia 1810, la participación de lo que sería después la Argentina en el comercio internacional (importaciones + exportaciones respecto del total global) era del 0.24%. En el Centenario, ese porcentaje había subido hasta el 16.3%. En el Bicentenario, aun considerando que el precio de los commodities de origen agropecuario que explican más de un tercio de las exportaciones se encuentran en el máximo histórico a precios constantes, hemos vuelto a una participación menor al 1%.

En 1810, el PBI per cápita nuestro era equivalente a los de España e Italia. En el Centenario, era 110% mayor (más del doble) que el de España y un 80% mayor que el de Italia. En el Bicentenario, tenemos el 52% que el PBI per cápita español y 39% del italiano. Y ambas economías europeas distan de ser las que han tenido el desarrollo más brillante de los últimos 200 años.

En la comparación de productividad desde 1915 al 2005, Argentina apenas triplicó el valor agregado por ocupado, cuando gracias al avance de la tecnología, la media mundial se incrementó 16 veces. Sin olvidar que en esa media no sólo está la Argentina, sino países con índices perores que el nuestro. Como consecuencia de esto, el salario real del obrero industrial, apenas se incremento en un 25% en igual periodo, contra incrementos superiores al 1.000% de los países que hoy son centrales, pero que hace un siglo atrás, soñaban con acercarse a nosotros y aun así, lo veían como utópico.

Desde 1980 al 2006 (fecha en que las distorsiones estadísticas comienzan a ser mayores a las históricas), el nivel de desempleo en la Argentina se quintuplicó en términos de la población económicamente activa. Igual incremento sufrió el porcentaje de la población (total no sólo activa) que se encuentra bajo la línea de pobreza y se cuadruplicó el porcentaje de la población -total- indigente.

Finalmente, podemos verificar una correlación inversa entre estos indicadores socio-económicos y los niveles de apertura económica, pudiendo expresar sin temor a equivocarnos, que cuanto más se cerró la economía, peor dieron los indicadores.


Las instituciones

De manera análoga, la evolución de las instituciones se puede graficar con una curva correlativa con la de la economía. Lo cual no debería ser una sorpresa para nadie.

A partir de la revolución de mayo, fecha en que se destituye al virrey y se constituye la primera autoridad revolucionaria, se inicia un periodo de búsqueda de mejores instituciones. La Asamblea del 13, la Declaración de Independencia y las constituciones del 19 y del 26 fueron intentos reales. La guerra civil y Rosas son el piso institucional y representan la pérdida de la primera mitad del siglo XIX.

A partir de la segunda batalla de Cepeda (1859) y Pavón (1861) y la consiguiente entrada en vigencia de la constitución liberal de Alberdi, Argentina comienza una empinada tendencia de crecimiento y consolidación.

Como consecuencia de esto, esta nueva nación se convierte en un imán de inmigrantes e inversiones, produciendo uno de los procesos de crecimiento y acumulación de riqueza más trascendentes de la historia mundial, atento el cortísimo plazo en el que un desierto árido con escasa población e inculta y sin profesiones ni mercados, se convierte en el icono al que nadie podía reconocer.

En apenas 50 años, cuando fue el Centenario, nuestro país se había convertido en el granero del mundo, tenía la mejor red de ferrocarriles y su elite era reconocida en el mundo, como parte de la elite mundial. Sus pobladores tenían el más alto nivel de alfabetización de América Latina y estaba dentro de los primeros cinco del mundo. Los inmigrantes dejaban todo con tal de poder traer a sus hijos a vivir y educarse en la Argentina, que aseguraba la movilidad social y económica ascendente. Y el sistema de Salud Pública era de tal calidad, que fue modelo durante décadas y ejemplo a seguir en el mundo.

El sistema institucional era robusto y previsible, aunque la democracia no era total. Pero en el mundo finisecular del XIX, eso no sólo era aceptable, sino que se reconocía que difícilmente se hubiera alcanzado ese status quo, con otro sistema.

La Ley Sáenz Peña (1912) busca mejorar esto y en 1916 asume el primer presidente votado realmente de forma popular. Era Argentina potencia. Y era popular y democrática.

En el siguiente siglo, logramos algo aun más difícil de alcanzar. Si el éxito del Centenario era improbable de pronosticar en tiempos de la Revolución, el fracaso del Bicentenario era considerado imposible un siglo despues. Pero nuevamente hemos vencido las estadísticas.

La demagogia y el populismo son causas. La corrupción efecto. Y causa del efecto final: la cultura prebendaría y parasitaria, de la dádiva y del caudillismo. El mismo que en la primera batalla de Cepeda (1820) marcó el comienzo de nuestra peor declinación.

Esto produce un Congreso servil, una Justicia temerosa y amiga del poder y un presidencialismo orientado a su propio enriquecimiento, repartiendo algunas porciones con los amigos y quitando vía inflación, impuestos desmedidos e imprevisibilidad jurídica la propiedad al resto de los connacionales. El estatismo es la receta. Lo argentinos la excusa y las victimas.

Si no fuera por sus nefastas consecuencias, casi seria cómico escuchar que los que se dicen progresistas (será por su progreso personal), que se embanderan con las necesidades de los que menos tienen, les roban a estos todos los días no sólo lo poco que les queda, sino cualquier esperanza de un futuro mejor. Al menos ya no para ellos pero al menos para sus hijos.

Más triste es ver cómo estos votan a aquellos, ya no por convicción sino por la ilusión que algún día les toque algún cargo que les permita tomar al menos algunas migas de la mesa del banquete, al que saben, jamás serán invitados. Mientras, se conforman con un choripan y una gaseosa.


Conclusión

Queda para los sicólogos el solucionar los problemas de ego tanto de economistas como de los políticos cuando se defina si la economía define la política o es al revés.

Para el resto, lo que nos queda claro es que sin importar el orden, ambas deben ser modificadas y seguramente, de manera simultánea.

La duda que tengo y que jamás podré resolver, es si en el Tricentenario podremos ser una nación normal (ya no sueño con aquel lugar relativo del Centenario) o si acaso debamos pensar en emigrar a Eritrea. Si nos dejan sus pobladores.

Pero a lo mejor, para el Bicentenario de la Independencia podamos haber visto un cambio de tendencia. O no.

Feliz 25 de mayo

Buenos Aires, Mayo 20, 2010.-


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El autor es Investigador Asociado de la Fundación Atlas 1853

miércoles, 17 de febrero de 2010

Algunas ideas para Cris . . . y otros

En términos de segmentación política, parece que sólo hay dos grupos. Quienes están con la política oficialista y quienes apoyan a los políticos de la oposición.

Pero este maniqueísmo solo es válido en la cabeza de los propios políticos. Ya que en medio, estamos los ciudadanos que trabajamos y pagamos impuestos y que vaya casualidad, les pagamos los salarios a todos ellos. En muchos casos, mejores que los nuestros. Toda una paradoja.

No suelo coincidir con los K. De hecho me cuesta encontrar una ocasión en que así haya sido. Hasta hoy. Y la verdad es que a los políticos de la oposición (a los políticos, no a la gente), no se les cae una idea. Al menos, una no original.

Todos los políticos profesionales (oficialistas y no), discuten como gastar. No cuanto gastar. Discuten sobre como coparticipar los impuestos vigentes. No como bajarlos. Discuten como entregar subsidios a los desempleados, de forma de mantener la masa clientelar, que es en el fondo lo que se disputan. No discuten como generar empleo. Empleo digno y no cartoneros con carnet.

Discuten como usar las reservas. Si arman un Fondo del Bicentenario (oficialistas), si la distribuyen entre las provincias que apoyen (gobernadores), si arman un Fondo Nacional para Desarrollo (CTA), etc. Pero lo importante es usarlas, porque sino las usa otro.

El tema es que las reservas, no son ahorro. Son en gran parte la contrapartida del pasivo denominado técnicamente M2, que no es otra cosa que el circulante mas aquel dinero que por su liquidez se lo considera casi de igual manera, por lo que su encaje es del 100% (Cuentas a la vista que son las Cuentas Corrientes y Cajas de Ahorro).

El resto, al que se lo denomina como Reservas de Libre Disponibilidad, en realidad está garantizando otras formas de pasivos (Letras y Notas del BCRA, préstamos con el BIS o pases en el sistema bancario). Estos pasivos son consecuencia de esterilizar emisión monetaria, una de las formas más eficaces de generar inflación, cuando no representa un similar aumento del PBI.

Hacer las cuentas de manera sobre las Reservas exacta es aventurado, ya que el BCRA ha hecho de este detalle un secreto inescrutable. Y mientras así siga, se debe presumir que es porque las cosas están peor de lo que se espera. Si no, nos las enrostrarían de manera diaria. Por lo que es fácil presumir que no existen Reservas de Libre Disponibilidad. O son exiguas.


Recapitulemos

Desde la salida de la crisis de 2001, se incentivó el consumo de corto plazo de forma de dar movimiento a una economía que tenía una Output Gap considerable (diferencia entre el PBI Potencial y el Real). Esto permitió un aumento de la oferta con muy baja inversión (ya había sido efectuada en los 90`s) y por ende la demanda no empujó de manera significativa al alza a los precios y la inflación fue baja. Este proceso terminó en el 2005.

Durante ese periodo, los únicos precios que se pudieron haber escapado, fueron los commodities (bienes transables, que tienen precios internacionales de referencia). Granos, petróleo y gas y otros insumos y bienes que podían ser vendidos en el extranjero o que se importaban.

Para estos, se armó una parafernalia de subsidios, retenciones, cupos y otras herramientas de intervención directa e indirecta, que lo único que lograron fue una distorsión del mercado. Lo que se evitó es lo que se denomina el pass-through, o sea, la readecuación de los precios locales a valores internacionales, según el tipo de cambio.

Pero aquí se daba la primera paradoja. Al hacer caso del pedido de los industriales locales (que no son competitivos) de mantener un tipo de cambio alto (en lugar de pedir una baja de impuestos), el costo de esta distorsión era cada vez mayor, por lo que el nivel de gasto público se fue incrementando a medida que el tipo de cambio subía y la distorsión aumentaba.

Los argentinos se encontraron con salarios devaluados en dólares y tarifas igualmente devaluadas pero con la sensación que habíamos salido de la crisis (Lavagna así lo afirmaba). Y el contexto internacional ayudó con la suba en dólares de estos commodities. Pero como en todos estos, la Argentina exportaba estos bienes, se aplicaron las retenciones que parecía la solución al problema del financiamiento.

Se cerró o se limitó de manera muy fuerte la exportación y la primera consecuencia fue el desincentivo a la producción. La segunda, fue la sensación que todo podría seguir así para siempre.

Así, cuando la realidad nos golpeó en la cara por la baja en la producción y explotación local de hidrocarburos y un achicamiento del área sembrada haciendo obviamente que las retenciones perdieran su posibilidad de financiar la fiesta, todos empezaron a tomar conciencia que la crisis no se había ido. Los más optimistas, empezaron a hablar de una nueva crisis. Pero en definitiva, hay crisis nuevamente.

A partir del 2006, la presión sobre la oferta por una demanda sobrecalentada hizo que los precios empezaran a trotar y la solución fue la intervención del Indec. Matamos al mensajero y dimos por solucionado el problema. Pero este, como un cáncer, siguió su camino destructor.

La alternativa fue la colocación de deuda con Chávez al 14%, la misma que hoy está vendiendo en el mercado secundario con una ganancia del 100% y que nos cierra aun más el mercado de deuda internacional (si es que quedaba alguien dispuesto a comprar deuda nuestra). El trote se hizo entonces, mas veloz.

Pero las arcas caribeñas colapsaron por sus propios errores y los ajenos y las alternativas fueron los fondos de las AFJP en 2009. En 2010, serán las Reservas. O la emisión con el consiguiente déficit cuasi fiscal. O ambas. Entonces, el trote ya será carrera.


Dejar funcionar al Mercado

La primera idea es, dejar que funcione el Mercado. Si esto ocurriera, cosa que a pesar de lo que muchos políticos dicen, no ocurre, las cosas serian distintas. Veamos algunas.

1) El tipo de cambio, que no es otra cosa que un precio, estaría reflejando la verdadera relación entre Reservas, M2 y expectativas.
2) El sinceramiento de tarifas que tarde o temprano habrá que hacer y seguramente será en el peor momento, hubiese sido un proceso gradual.
3) El efecto sobre los precios que tendrá este sinceramiento será aún mayor que la inflación anterior. Esto es así por dos motivos. El ajuste inicial será básicamente sobre insumos primarios los que tienen un efecto cascada muy relevante generando así una expectativa sostenida en el tiempo de un alza inflacionaria. Por otro, para poder lograr un nuevo desarrollo en la producción de dichos insumos (Carne, Gas, Petróleo, granos, etc.), requerirá inversión y tiempo, los que se retroalimentarán de manera negativa con las expectativas inflacionarias.


Responsabilidad Fiscal

Tanto a nivel nacional como a nivel subnacional (provincias y municipios) este es un principio desconocido. El nivel de gasto nunca puede ser mayor que el del ingreso total. Por ingreso no quiere decir solo recaudación. El financiamiento de terceros (préstamos) es posible siempre que lo sea en condiciones razonables y que su stock acumulado sea una proporción tal del Activo (PBI) que no de temor de default futuro a los acreedores, ya que este se refleja luego en la tasa. Dicho de otra forma, el costo del financiamiento, debe ser menor que el beneficio que este produce.

De manera análoga, hay que entender que la emisión monetaria tampoco es una fuente de financiamiento seria, ya que aumenta el financiamiento propio (Patrimonio Neto) sin ver la contrapartida en el Activo (PBI), por lo que lo único que hace es empeorar los índices. Este índice es la inflación. Es el índice por el que hay que ajustar el PBI (medido en precios) para igualar la ecuación.

Por ende, la segunda idea, es: El Gasto Público (GP) no podrá aumentar más allá de lo que lo hacen los ingresos, entendiendo que todo acreedor esperará que parte del aumento del PBI sea financiado con fondos propios reales (no emisión) y sólo una fracción del nuevo incremento se lo financie con terceros. Para esto, deberíamos empezar a dejar de pensar que toda erogación del Estago se debe englobar en Gasto Público y empezar a desdoblar este de la Inversión Pública. El primero es aquel necesario para asegurar el funcionamiento del Estado (Salud, Educación, Seguridad/ Defensa y la burocracia).

La Inversión Pública solo tiene sentido si no hay privado que esté dispuesto a asumir su riesgo, no ya por ser un proyecto inviable, sino porque incluya una componente no monetaria directa en su repago (bajar índices de pobreza, analfabetismo y/o mejora en la salud, de manera estructural) y requiera de presencia pública. No porque las variables macroeconómicas no permiten proyectar e invertir a largo plazo.

De esta forma, se logrará financiamiento razonable para acompañar y potenciar el crecimiento de manera sustentable en el tiempo.

Reforma Fiscal

La presión impositiva actual en valores reales (no la nominal que considera que todos pagan todos sus impuestos) está en niveles record e insostenibles. Esto genera obviamente, que muchos vayan dejando de pagar, dado que el hacerlo les crea la certeza de un quebranto y su elusión o evasión, les permite comer un mes más. Seamos sinceros, a menor tamaño, mayor facilidad para evitar pagar, por lo que estamos hablando miles de pequeños y medianos contribuyentes que se encuentran en la disyuntiva de pagar impuestos y quebrar o seguir viviendo en un contexto totalmente informal.

Pero más sorprendente aún, es que la parte más compleja desde el punto de vista impositivo para estas industrias que son generalmente mano de obra intensiva, está en el peso que tienen los impuestos al trabajo.

Como consecuencia inmediata, podemos verificar el más del 40% de la mano de obra en actividad, lo hace “en negro”. Y el mayor impedimento para generar trabajo son los contingentes que genera un fuero laboral totalmente sindicalizado y un gobierno dependiente de los sindicatos.

Entonces la tercera idea, es bajar los impuestos al trabajo tanto a cargo del empleado como del empleador a la mitad y que los primeros seis meses de incorporado un empleado (sin importar si es una mera regularización o una incorporación real) no haya impuestos para ninguna de las partes.

Si consideramos que hoy no hay casi incorporaciones en blanco y que quienes están en negro seguirán así, no se está resignando nada. Pero si se logra que una importante parte de los empleados informales y los desempleados, tengan una oportunidad de trabajar, tengan un sistema médico donde atenderse y comiencen a aportar al sistema previsional.

Sé que a los sindicalistas esto no les gusta porque eso baja sus ingresos por aportes menores. Pero han pedido ideas para mejorar la situación de los argentinos y no de los caciques sindicales.


Capacitarse


La cuarta idea que se me ocurre es que los funcionarios deberían hacer una pasantía en algún país serio, tanto en temas institucionales como en teoría económica. Ver y escuchar lo que hacen y dicen nuestros políticos, da vergüenza.

Hablan de progresismo, pero los únicos que progresan son ellos. El resto de los argentinos somos espectadores. De seguir así, en el futuro deberemos agregar un nuevo segmento socioeconómico en el vértice de la pirámide: los políticos.

Ideas para mejorar el país, hay. Pero no en los políticos. Ni oficialistas ni de la oposición.


Buenos Aires, Febrero 16, 2010.-

lunes, 29 de junio de 2009

Ahora, todos deberíamos estar nerviosos

“¿Qué te pasha Clarín? ¿Estas nerviosho?” Su creador, en pleno discurso intentó demostrar que podía desde su tribuna, amenazar y en lugar de eso, generó quizás la frase más célebre y pegadiza de la campaña 2009. Claro que la misma, tal como ocurriera con aquel famoso y soberano “¿Por qué no te callas?, terminó siendo usada en todas las direcciones.

Alguien podría hoy preguntarle al mismo autor, ¿Qué te pasa Néstor? ¿Estás nervioso? Pero esto seria un error. Es que los argentinos deberíamos ahora estar todos muy nerviosos.


La foto

No se puede hablar de balance, ya que falta mucho para el cierre de ejercicio (Dic 2011, salvo opinión distinta no sólo de CFK, sino de del Vicepresidente Cobos. Algo no muy probable). Pero, siguiendo una de las normas contables, “Las ganancias se contabilizan cuando se realizan y las pérdidas cuando se conocen”. En este último caso hay mucho por registrar.

Bajo el lema “Nosotros Hacemos”, hay que reconocer, que si hicieron. Nos encontramos mas aislados del mundo que en ningún otro momento de nuestra corta historia. Con el agravante que nunca en la larga historia de la humanidad, la gran aldea ha esta tan conectada.

Algunos dirán que eso nos permitió mantenernos lejos de la crisis global. Pero eso no es cierto. Si la crisis del 2008 no hubiese existido, nosotros estaríamos en una situación parecida pero mejor, ya que el mundo se podría haber permitido el lujo de ayudar a los argentinos con nuestra propia crisis. Con unas monedas globales alcanzaba. Nuestra crisis es institucional y de sentido común. Y sólo nuestra.

Como alguna vez escribí, lo sucedido en EEUU fue una crisis de liquidez, seguida por una de solvencia a la que se le agregó una de confianza. La primera fue reemplazada por la segunda y está, luego de la limpieza de balances, ya es historia. De allí que el rebote de los números macro de USA ya son un hecho, aunque con motivo de la falta de confianza, aun no llegan a la economía real. Y en todo caso no fue por falta de control como muchos esgrimen (lo que es políticamente correcto), sino por un exceso de control. El manejo de las tasas que desde la Fed hizo Greenspan durante la década pasada, explica en sí mismo la crisis. Culpar al mercado de aprovechar las condiciones que funcionarios definen, en el entendimiento que ellos pueden interpretar y predecir absolutamente todas las variables de la economía, es cuando menos ingenuo.

De manera análoga, Europa estará rebotando hacia fines de año y su economía real verá ese efecto a partir del segundo o tercer trimestre del 2010. No nos olvidemos que hablamos de dos docenas de países.

Argentina no tiene aun fecha de salida y en cualquier caso, no habrá rebote. Apenas algún cambio en la tendencia. La famosa L. El kirchnerismo lo hizo.


Inflación y gasto público

Sin más cajas que estatizar, de seguir tal como hoy vamos deberemos volver a acostumbrarnos al déficit fiscal en el corto plazo y al déficit comercial en el mediano. De hecho, sin contabilizar los fondos que la Anses hurtó a las AFJP, el 2008 hubiera cerrado en rojo.

El impacto en el gasto público estructural, especialmente en las nuevas jubilaciones otorgadas sin aportes previos, sólo podrá ser bajado vía inflación. Pero esta licuación de las jubilaciones alcanzará no sólo a quienes nunca aportaron sino a quienes si lo hicieron. Aun más, terminará alcanzando a quienes habíamos previsto conocer el futuro previsional, desde la cuenta personal al momento de jubilarnos. Hoy socializaremos los magros ingresos al sector de la tercera edad, sin importar el esfuerzo previo de cada jubilado.

Una alternativa sería actualizar los valores por algún índice. Sin entrar en el valor de los índices oficiales, debemos entender que si desfinanciamos aun mas la caja previsional, en el mediano plazo el problema no será pagar jubilaciones bajas, sino no pagarlas.

No menciono como alternativa el tomar deuda, dado que por un lado es la peor política que podríamos realizar (deuda pública para pagar gastos corrientes, es una crisis de deuda en el corto plazo, por lo que seria caro y difícil conseguir prestamista) sino que tal como dijimos, estamos fuera del mundo y nadie no prestaría.

Otra alternativa sería mantener el nivel de presión fiscal. Ahora bien, lo único que puede pagar tamaño déficit son las retenciones y otros impuestos distorsivos. Pero no las del 2009 o 2010, sino las del 2008. Esto quiere decir, con los precios y los volúmenes de 2008. Si bien los precios han comenzado a subir respecto de los mínimos de principios de año, los volúmenes han y seguirán bajando. La última sequía ha sido un tiro de gracia en la actividad agroganadera argentina.

Paradójicamente, hoy nos encontramos con un ex presidente uruguayo agradeciendo a la gestión K el apoyo brindado al desarrollo del campo de su país. En lugar de exportar leche, soja o maíz, exportamos productores y divisas.

Y esto tiende a empeorar. Brasil acaba de anunciar una política de incentivos al sector agroindustrial de más de USD 53.000 millones. Esto hará que el país carioca tome (para ya nunca mas soltar) los mercados históricamente argentinos y una vez que compense la oferta que Argentina retiró, los precios seguramente vuelvan a estacionarse un escalón mas abajo.

Dicho de otra manera, a volumen de exportaciones decreciente y una perspectiva de precio real de comodities bastante estable, las posibilidades de mantener el nivel de gasto, se hacen insostenibles.

Algo similar ocurre con los subsidios al transporte (terrestre y aéreo), donde un sinceramiento en el valor del combustible, dispararía el valor del pasaje, pero no hacerlo implica una transferencia a aquel que viaja y por ende tiene empleo al menos informal, desde aquel que por no tenerlo, no precisa viajar. En este caso, la transferencia es vía inflación.


Conclusión

Los dos principales problemas de los argentinos hoy son, casi de manera unánime la inseguridad (que no es una sensación) y la falta de empleo o la posibilidad de un desempleo en el futuro cercano.

Para poder tratar de mejorar esta segunda cuestión, es necesario poder apuntalar el nivel de actividad. Pero hoy eso es materialmente imposible, ya que el estado no sólo carece de los recursos necesarios, sino que tampoco tiene la posibilidad de obtenerlos.

Por otro lado, praxeológicamente hablando, no tomar una decisión es tomar una: seguir como estamos. Si elegimos esta, vamos camino a un contexto inflacionario, pero recesivo. El peor de todos los escenarios. Y dado el raquitismo institucional que estructuralmente tiene la argentina, sumada a la debilidad política con la que emergió el matrimonio gobernante en las últimas elecciones, pensar en una repetición de 1989 no será extremadamente pesimista.

La otra cara de la moneda es desarmar la estructura de gasto público en la medida de lo posible y licuar el resto con inflación como parte de un programa (eliminación de subsidios internos y externos, baja del IVA, baja en el tiempo de la retenciones a granos e hidrocarburos, eliminación de impuestos al consumo de servicios públicos, privatización de empresas estatizadas, etc.). No por aquello que un poco de inflación está bien. Sino porque hoy es necesario desagiar el gasto corriente. Y hacerlo de manera rápida de forma de evitar los métodos de ajuste nominal y minimizar el pass-through inverso (devaluación por inflación), al menos durante la transición.

Esto mantendría bajo el nivel de actividad por un par de trimestres más, pero daría una perspectiva a mediano plazo, de forma que pueda empezar a pensarse en inversión privada y en un despegue de aquí a un año.

¿Buscarán los K desarmar la bomba que han fabricado? Atento que ya comenzó la carrera por el 2011, ¿Habrá patriotas que estén dispuestos a pensar en la próxima generación o sólo pensaran en la próxima elección?

Todos deberíamos estar nerviosos.

Buenos Aires, Junio 29, 2009.-

jueves, 12 de febrero de 2009

Como en el juego de la Oca

El gobierno no puede aliviar el esfuerzo personal. Los hombres normales deben cuidarse así mismos. Autogobierno quiere decir automantenimiento, por lo que en definitiva, los derechos de propiedad y los derechos personales son la misma cosa.” (Calvin Coolidge, 30 mo. presidente de EEUU, 1925).

De manera paralela, sus contemporáneos (Stalin, asumido en 1923; Atartuk, en 1923; Chiang Kai-Shek, en 1925; Reza Khan, en 1925; Ibn Saud, en 1926; etc.), iban en dirección contraria. Como afirmara Mussollini “Todo dentro del estado, nada fuera de él, nada contra el estado”.

Casi un siglo después, podemos ver quien tenia razón. Social, moral y económicamente, EEUU es el líder indiscutido de esta aldea global.
La convicción que la esencia de la república no es la democracia en si misma sino el imperio de la ley y que la función principal del gobierno es sostenerla y asegurar su cumplimiento sin excepciones, marca la gran diferencia de inicio para el análisis de la evolución de las naciones, desde comienzos del mundo moderno.

Esta no fue la única característica diferenciadora, pero seguro que fue la más importante. Y la que mas influyó en que muchas de las otras (inmigración, desarrollo tecnológico, movilidad social ascendente, etc.) se dieran y en las respectivas magnitudes.

Desde ya que el mundo del siglo XXI dista de aquel. Pero aun así, la discusión sobre cual ha de ser el papel del estado y cuales sus áreas de incumbencia, han ocupado todo el tiempo transcurrido desde entonces. Y no ha terminado.

Durante ese tiempo, hemos visto (aunque parece no que hemos aprendido), que no hay forma que burócratas bien intencionados (en el mejor de casos) puedan reemplazar al mercado.

Los experimentos de ingeniería social llevados a cabo, tienen como común denominador dos factores: millones de muertos y/o prisioneros políticos y la pauperización moral y económica de esas sociedades.

La corrupción de los líderes en esos pueblos, no es la causa del fracaso de los experimentos, sino la consecuencia inevitable de ellos.

Cuando el autócrata libera a una persona de su esfuerzo personal, lo está comprando. Y la causa a la que adhiere el nuevo “miembro” no es otra que el mantenimiento del poder en manos de aquel. Hasta que ya no es necesario adherir nuevos acólitos y la sociedad entera pasa a ser propiedad de una elite que tiene por objetivo velar por el bien común (de la elite, desde ya).

Huelga decir que es estos casos la parodia es la única forma de creer que vivimos en una república. Tales son los intentos de simular elecciones democráticas, división de poderes y/o igualdad ante una justicia independiente.


La condena al éxito

El 2009 será según algunos analistas políticos, un año definitorio. Otro más.

El resultado de las elecciones legislativas, determinará la gobernabilidad del oficialismo y su eventual proyección hacia después del 2011.

También tendrá incidencia en las alianzas de la oposición con chances de ser una alternativa en 2011.

Pero en realidad, no estamos hablando de alternativas programáticas. No hay una discusión del modelo de país que queremos. Es apenas una discusión de nombres. Incluso, de cartel.

Muchos de los oficialistas de ayer son opositores de hoy, sólo porque olfatean que sus posibilidades son mayores saltando el mostrador. El pobre de Borocotó, cometió el error de saltar sin un discurso “apropiado” que evitara que su salto se convirtiera en políticamente incorrecto. Pero salvo esto, no hay diferencias.

De igual manera, entre opositores ayer antagonistas a causa de sus programas de gobierno propuestos, los pases han sido moneda corriente.

Está bastante claro el porque de estos intercambios constantes. Todos apoyan el modelo socialista, prebendarlo, dirigista y demagogico. Algunos buscarán decir que hay grados, pero la libertad es como el embarazo: no admite parcialidades. Se es libre o no se lo es.

Que el armado político implique la formación de dos alianzas (facciones) peronistas (una con Kirchner y la otra contra él) y una tercera que junta a todas las corrientes socialistas no peronistas, demuestra que si fueran un poco mas inteligentes, hasta podrían evitar las elecciones. Sólo deberían acordar en un cronograma de rotación en el sillón de Rivadavia.

Lamentablemente, en la Argentina seguimos pagando las consecuencias de un peronismo que lleva más de sesenta años contaminando a la sociedad. Hace mucho que los argentinos han decidido que lo único que pueden esperar de SU gobierno, es la dádiva.

En palabras de Coolidge, queremos el autogobierno (la republica) pero no queremos el esfuerzo que su existencia implica. Al menos no el propio. Queremos los derechos personales, pero la única propiedad privada inviolable es la propia.

El peronismo de Kirchner no es ni peor ni mejor que el que Duhalde pretende reconstruir, sin importar los nombres que en el intento involucre. Al menos no para los ciudadanos comunes. Ninguno tiene un programa de gobierno. Sus promesas surgen de lo que la gente espera escuchar. Y cuando llegan (ambos llegaron y se fueron), hacen todo aquello que atacaron durante sus respectivas campañas.

La UCR, tampoco tiene un programa. Si convino colocar a un De La Rua que capturara los votos de la sociedad y si ahora hay que cambiarlo por una Carrió, es sólo una cuestión de facciones internas.

No olvidemos que el ARI (o la CC) apoyo la candidatura de una gobernadora en Tierra del Fuego, que tardó apenas treinta días en colocarse bajo el paraguas del kirchnerismo, por una “cuestión de caja”.

Basta de realidades, queremos promesas.

Pero esto no es culpa de los políticos. Somos los ciudadanos los que demandamos esta clase de personajes. Y el mercado es infalible. Aun para los socialistas.


Los libertarios

En 2003, muchos pensamos que finalmente se creaba un partido que representara a aquellos que defendemos la libertad, la república y que no queríamos que el estado nos “ayude”.

Nadie en su sano juicio, y mas allá de una elección que terminó sorprendiendo al más informado de los optimistas, esperaba que esta opción se materializara en un plazo tan breve. Pero bien podía decirse que se comenzaba a ver una luz al final del túnel. Pero terminó siendo una locomotora de frente.

Los últimos resquicios de aquel sueño se han evaporado. Causa de esto fue que los políticos han sabido transmitir que sólo al que puede ganar hay que votar, y además ninguno de ellos ha tenido la grandeza de intentar construir un espacio sino se aseguraba su propio liderazgo sin posibilidad de discusiones de fondo (no muy libertario, por cierto).

Hoy vemos que la mezcla de libertarios de ayer con demagogos de siempre es moneda corriente.

Las alternativas vuelven a ser las mismas de siempre. En nombre de la gobernabilidad (ficticia) y del progresismo (hacia la igualdad de la pobreza y la eliminación de las oportunidades), volvemos a pensar como los contemporáneos de Coolidge.

No es culpa de Bush ni de Obama que nos hayamos vuelto intrascendentes en el concierto de naciones. Es que salvo para el simulacro de las elecciones, también lo somos para nuestros propios representantes. Si es que alguna vez intentaron representarnos.

Mientras sigamos en este autismo civil, estamos condenados al éxito de nuestros políticos y al fracaso de nuestra nación.


Buenos Aires, Febrero 12, 2009.-

martes, 11 de noviembre de 2008

Recuerdos del Futuro

El ser humano suele tropezar dos veces con la misma piedra. Los argentinos lo hacemos varias veces. Deportivamente. Y siempre buscamos seguir reincidiendo. Patológico.

Luego de la histórica pérdida de oportunidad (por los precios internacionales) que fue el conflicto con el campo por la discusión de la Resolución 125/08 (Régimen de retenciones), parecía que sobrevendría la calma. Por un momento, la mayoría silenciosa (y la no tanto) confundió el motivo de aquel conflicto.

El matrimonio presidencial no dejó de recaudar en el pico de los precios mundiales de los commodities sólo por una cuestión ideológica. La oligarquía agropecuaria es el caramelo de madera que enarbolaron en los medios. Lo único que les importaba era (y es) la caja. Hoy esto es evidente. Pero no lo fue entonces, al menos para muchos.

Por lo tanto, al no poder obtener esa caja y dada la posterior caída de los precios internacionales, el campo dejó de ser una presa interesante. Pero las necesidades de caja no han desaparecido. El programa financiero prevé para los próximos dos años USD 22.000 millones, sin considerar los vencimientos pendientes del 2008.

De manera simultanea con el voto no positivo, explotó la crisis internacional que se venia incubando. Por exceso de regulaciones el mercado no había podido generar los indicadores que los agentes precisan para tomar decisiones razonables. Y explotó.

En el preciso instante en que la Tesorería Nacional tomaba nota que ya no contaría con mayores ingresos por las retenciones móviles, se verificaba que como consecuencia de la crisis global, la falta de liquidez agravaba las dificultades que Argentina tendría para tapar aquellos baches. Cráteres.

Sumado a la falta de respeto hacia las instituciones por parte de las autoridades nacionales, era de prever el manotazo dado a las AFJP y si no queremos pecar de inocentes, deberíamos pensar que esto no ha terminado aquí. Pero antes de pensar en el futuro, hagamos un poco de memoria del pasado reciente.


El pasado no está bien

Que la presente gestión presidencial es la continuación de la anterior, no es una novedad. La asunción fue sin beneficio de inventarios y por ende la herencia recibida más que herencia, fue bien ganancial.

Durante los primeros treinta meses del gobierno de Néstor Kirchner, la economía se caracterizó por pagar la construcción de poder, atento aquel exiguo 22,24% con que logró alcanzar la presidencia. El clientelismo fue la norma. La cooptación de los opositores, el fin. La caja, fue el medio.

A partir de Octubre de 2005, y como consecuencia del impresionante nivel de aumento del gasto, especialmente en el periodo preelectoral, se comienza a verificar crecimiento en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), con un INDEC que todavía era confiable.

La gran noticia de aquel año, fue el cierre unilateral del default (04 de marzo), dejando un cuarto de la deuda fuera del canje y aplicando una quita del 65% a la que si entró. Eso si, un tercio de los nuevos títulos se denominó en pesos, ajustados por inflación. Según las autoridades de aquel momento, toda una ventaja.

Paralelamente, en el último trimestre se verificaron serias dificultades para cerrar el plan financiero de aquel año, y el Comandante Chávez comenzó a hacer negocios con nosotros.

En el 2006, luego de cancelar con reservas del BCRA la deuda con el FMI, la inflación obligó a derivar cada vez más fondos a los subsidios. Especialmente a los servicios y al combustible. Los precios de los commodities comenzaron a subir y las retenciones a las exportaciones se convirtieron en el único camino para evitar el déficit. El gasto aumentó por encima del 50% respecto de los ingresos. Y no era un año electoral.

La economía comenzaba a perder los últimos estertores de transparencia. El 2007 comenzó con el INDEC intervenido y con la brújula desimantada, el rumbo se perdió.

La política económica pasó a ser la del apriete. Al principio los fundamentalistas de la heterodoxia pensaron que nadie se daría cuenta que había un elefante en el living. Pero los argumentos se diluyeron muchos más rápido de lo conveniente.

El impulso para recuperar las reservas llevó a un nivel de emisión de títulos importante para esterilizar los pesos necesarios para la compra de los dólares. Esta expansión monetaria aceleró la inflación y los esfuerzos del Secretario de Comercio Interior debieron ser cada vez más recurrentes y menos obvios.

En paralelo, en el mundo comenzó la gestación de una crisis de tamaño global. Trece meses después estalló. Pero para el análisis económico, la crisis ya estaba.

La crisis de solvencia del 2008 en el mercado de los países desarrollados, generó una crisis de liquidez que puso al crédito (mundial) en la vidriera. O a la falta de este. Ya ni el Comandante Bolivariano quería prestarnos. No a tasas razonables.

Mientras tanto, los argentinos nos sentíamos desacoplados. Sueltos. Desglobalizados. Casi autistas.

Cuando el mundo buscaba calmar los mercados, nosotros, desacoplados, decidimos azuzarlo. El vértigo nos apasiona. Casi rozando el suicidio.

Cuando el conflicto del campo parecía que se diluiría, allá por mediados de mayo, el dólar costaba $3,20. Por el contrario, cuando parecía que el gobierno estaba perdiendo, el BCRA salió a vender para castigar a los “especuladores”, hasta plancharlo en $3.04 (28 Jul).

En plena crisis internacional (19.09) y ante el reclamo de la UIA por una devaluación del peso (tipo de cambio competitivo, ¡Para ellos!), la presidente dijo “un tipo de cambio demasiado alto es inconsistente con la lucha contra la inflación”. Menos de 30 días después, la moneda americana cotizaba a $3.44. Aun cuando en una sola semana, el Central debió comprar mas de USD 500 millones (ofreció más de USD 1.500 millones), todos en los últimos minutos de cada rueda diaria.

Y el hurto previsional fue entonces anunciado.

En medio de este carnaval dantesco, la Argentina fue declarada “país emergente de frontera”. O sea, además de nuestra paupérrima situación económica, sumamos ahora una importante debilidad de liquidez e institucional.

Tan poco confiable nos volvimos, que a fines de Octubre logramos duplicar el costo del seguro contra defaults (CDS) respecto de Venezuela y sextuplicarlo respecto de nosotros mismos, apenas tres meses antes, pasando los 40 puntos porcentuales.

Al día siguiente nos enteramos que “no calificábamos” para ser incluidos en la lista de países a contar con ayuda (de liquidez) de los EEUU, a través seguros de cambio ventajosos.

Finalmente, el jefe de la CGT dice que hay que ser mas firme para evitar que la crisis internacional cause mas daño a la economía del país (?) y presenta un plan anticrisis. Obviamente, contando con los recursos que habrán de hurtar a los futuros jubilados, proponen aumentar el gasto, generalizando subsidios, cerrando la economía, y compensando a los empresarios por los cerrojos que habrán de colocar para evitar despidos. Todos contentos, menos los que pagamos la fiesta.

Parafraseando al economista de moda, “abriendo zanjas de día y tapándolas de noche”. El concepto keynesiano del pleno empleo. Y del despilfarro de recursos.

La presidente reclamó “mayor responsabilidad social a los sectores que mas ganaron”. Viendo las declaraciones juradas ¿A quienes se refiere?


El futuro está peor

El 21 de Abril pasado, el Euro toco su máximo contra el dólar americano (1,61). A este valor mínimo de la unidad de referencia y medio de pago mundial, siguieron los máximos de los commodities agropecuarios y del petróleo. Llegamos a ver la Soja en USD 608 y el barril de petróleo en USD 144.

Los mercados asiáticos en pujante expansión empujando la demanda. Con la crisis de solvencia dando sus primeros pasos en público (Bear Sterns ya era historia), los commodities en general eran un buen negocio para el hedging, aumentando así (por mayor demanda) el precio.

Por encima de los USD90 el barril, las energías alternativas se volvían rentables. Especialmente del derivadas de los alcoholes, empujando aun mas a los granos. Y el círculo cerraba al alza. Los mercados estaban “condenados al éxito”.

Pero como dice la canción (Vox Dei), “todo concluye al fin”. Y lo aburrido de los ciclos económicos, se vuelve evidente.

Aun cuando el mundo anunciaba hacia meses el fin del dólar americano como unidad de cuenta y moneda de reserva mundial, al primer estornudo el “fly to quality” fue en una única dirección: al dólar. “Los muertos que vos matáis, ….”

No importó el déficit de los últimos años en la Tesorería americana. Los bonos del Tesoro llegaron a tener rendimiento cero. Esto es, la gente prefería tener bonos a tasa cero, antes que cualquier otra colocación con alguna rentabilidad, por segura que pareciera.

Es evidente que la revaluación de la moneda “verde” implicó la baja nominal de los precios de los commodities. La crisis agravó esto, debido a la baja en la demanda y las negras expectativas, y de esta manera los granos bajaron un 45% y el petróleo el 55%.

Esperar que el petróleo se estabilice entre los USD 70 y USD 80 no es irrazonable. A estos precios, los proyectos de alternativas para su reemplazo no son rentables y por ende, los países productores seguirán teniendo el monopolio del combustible. Al menos por un largo tiempo. Aunque a Chávez esto no le guste.

Como efecto secundario, la demanda de granos será menor y su precio ya no alcanzará los niveles de mediados del 2008. Para los países productores puede no ser una buena noticia. Para el resto, seguramente lo es.

Mientras tanto, la crisis internacional de liquidez ha obligado a aflojar el cinturón de las tasas y estas han estado cayendo. Y aun lo harán más. Hay quienes avizoran un periodo muy cercano con tasas cero tanto en EEUU como en Europa.

De manera adicional, los países han dado toda la liquidez que han podido a sus respectivos sistemas financieros, incluso a través de la baja de impuestos.

Pero en Argentina todo es distinto. Aquí hemos iniciado el camino hacia la eliminación del único mercado de capitales que teníamos. Los fondos para las futuras jubilaciones eran la última reserva que quedaba para financiar a la producción local genuina y al consumo.

Pero no sólo hemos decidido jugar a la ruleta rusa, sino que además los hacemos con el arma totalmente cargada.

Cuando el mercado buscó sincerar su precariedad a través del tipo de cambio, el BCRA salió a vender barato los que compraba caro. Luego de sucesivos llamados telefónicos y operaciones de cambio perdidosas, la tasa se convirtió en la variable de ajuste.

Las tasas que hoy se pagan por mantener los depósitos (pasivas), hasta hacen parecer razonables las pagadas en la última colocación de títulos públicos en Venezuela. Pero las tasas activas, no sólo hacen imposible cualquier tipo de financiación, sino que cualquier inversión es imposible de ser analizada.

De esta manera, con el crédito cortado, la incertidumbre sobre la propiedad privada, la certeza de menores ingresos fiscales, un tipo de cambio ficticio (al menos hasta la aprobación del manotazo en el Senado), baja de reservas internacionales, estadísticas no creíbles y la confianza en las instituciones por el piso, se comienza a verificar lo elemental: la economía real empieza a resentirse.

Inflación, recesión, suspensiones, vacaciones adelantadas, comentarios sobre empresas que se van, despidos, etc., son consecuencias directas e ineludibles. Luego llegará el desempleo, la pobreza y nuevamente el asistencialismo demagógico.

Para contrarrestar, el gobierno comienza a gastar a cuenta de los fondos previsionales. Y en el apuro o la ignorancia, lo hace pensando en los $95.000 millones que había 60 días atrás. Pero esos fondos estaban colocados en inversiones (bonos, acciones, etc.), que el propio gobierno ha obligado a malvender, otras han sido embargadas pero salvo una pequeña parte, todas se han desvalorizado. Y una vez que estén en poder del estado, apenas si valdrán una fracción de su valor original.

Pero gobernadores, legisladores, sindicalistas y otros, se siguen repartiendo lo que ya no hay.

La Argentina se ha quedado sin mercado de capitales, con un pasivo previsional colosal en cabeza de un estado que históricamente no ha respetado los compromisos (internos ni externos), ha vulnerado la Constitución Nacional sin enrojecerse y aun así, no ha logrado cerrar las necesidades de financiamiento para los próximos dos años.

Pasada la crisis, el mundo habrá de seguir su camino. Avanzando. Nosotros escapamos hacia atrás. Y van . . .


Buenos Aires, Noviembre 11, 2008.-

sábado, 1 de noviembre de 2008

Crónica de una muerte (futura) anunciada

El manual de buenas costumbres dice que hay un límite para no contestar agravios. Pero nunca se debe caer en la grosería ajena.

Los dichos y comentarios del matrimonio presidencial insultan la inteligencia de todos los argentinos. Excepción hecha de quienes han reemplazado esta, por la obsecuencia.


Desinformación, ignorancia y/o cinismo

En el futuro, quizás algún historiador logre develar los motivos. Pero mientras tanto los argentinos debemos prepararnos para pagar una bacanal a la cual no hemos sido invitados.

“Estamos ante el fracaso de un modelo que se instaló a fines de los 80´s y dominó el escenario internacional: el modelo neoliberal, mas conocido como el Consenso de Washington” (Cristina Kirchner, Cumbre Iberoamericana, Octubre 2008).

Veamos que decía de manera muy resumida, el más famoso de los Consensos:
1. Superávit fiscal o déficit financiables sin inflación
2. Redireccionamiento del gasto público hacia la educación subuniversitaria, salud e infraestructura
3. Reforma fiscal, eliminando las exenciones ampliando la cantidad de contribuyentes.
4. Liberalización del mercado financiero, liberando las tasas.
5. Tipo de cambio unificado y competitivo que permita el crecimiento de exportaciones no tradicionales
6. Eliminación de las restricciones cuantitativas del comercio internacional, las que serán reemplazadas por tarifas, en un rango entre 10% y 20%.
7. Eliminación de barreras al ingreso de inversiones extranjeras directas.
8. Privatización de las empresas públicas.
9. Eliminación de las regulaciones que impiden el ingreso de nuevos jugadores o definen monopolios.
10. Aseguramiento de los derechos de propiedad, en especial hacia los sectores informales.

En los EEUU no se cumplieron ni los puntos 1ro ni el 4to. Y algunos otros sólo fueron implementados de manera parcial. Y aun así, es este país quien más se ha acercado a su cumplimiento. Entonces es fácil interpretar cuanto del Consenso ha sido implementado en el mundo. Por lo que uno o más de los motivos antes mencionados llevaron a nuestra presidente a mentir.

La Reserva Federal americana (Fed) tiene como objetivo el velar por una inflación baja y por el valor de la moneda a través de instrumentos de política monetaria (tasas). Justamente el mal manejo de su principal instrumento permitió la creación de esta crisis (ver nota anterior “Subsidio equivocado”) que de haberse acatado el Consenso, seria una variable libre y no sujeta a los caprichos del presidente de la Fed. Fue entonces un exceso de regulación y no la aplicación de principios libertarios, una de las causas primigenias.

Claro que podemos agregar que en el caso de la Argentina, el único punto del Consenso que se aplicó de manera completa, fue el 8vo (privatización de empresas públicas) pero agravando la situación del 9no (creación de monopolios). Algunos del resto de los puntos fueron parcialmente aplicados y otros totalmente ignorados. La consecuencia está a la vista. El hecho que “Argentina puede dar cuenta de los resultados de ese modelo y de su fracaso inevitable” (CFK dixit) sólo es cierto en las palabras (¿ y la cabeza?) de la presidente. Pero no en la realidad.

En este contexto, los opositores a la libertad creen haber encontrado los motivos para impulsar lo que llaman “el fin del capitalismo”. Creer que una crisis mata al único sistema que ha permitido a la humanidad desarrollarse como lo ha hecho en los últimos tres siglos a través de las sucesivas crisis, es no comprender su esencia. La crisis lo único que hará será depurar el sistema de las distorsiones que el exceso de regulación e intervención le generó. Tal como viene sucediendo desde aquel entonces. Y el ser humano podrá aprender de sus errores o volver a cometerlos.

El tiempo y el costo de este proceso serán inversamente proporcionales al nivel de libertad que en cada país o región vivió. Sin contar con las crisis que cada uno quiera sumar a la que existe globalmente.

Muchos hablan de la falta de regulaciones o las falencias en su aplicación. Quizás sea tiempo de permitir un mercado mas libre que arbitre de manera constante y permanente la actuación de los distintos participantes en lugar de levantar regulaciones que “escondan” estas participaciones hasta que, con un efecto dique, la pared ya no pueda contener el embalse y muchos deban sufrir el agua al cuello.

Es con esta maraña de regulaciones, donde se pierde la posibilidad de transparencia y de igualar niveles de información, siempre a favor de un burócrata cuyo interés final es la propia acumulación de capital.

No es la igualación socialista la que va a permitir que siga adelante la evolución de nuestra especie, sino la igualdad de oportunidades. Y esta no se logra con funcionarios corruptos dueños de información privilegiada con poderes omnímodos sobre la propiedad privada, manejo discrecional de la Tesorería pública y la complicidad judicial que los vuelve impunes ante la ciudadanía.

“El neoliberalismo fue la crónica de una muerte anunciada” dijo la presidente argentina. Claramente no entiende de lo que habla. Seguramente no del capitalismo libertario, sino del prebendario y tan amigo de las regulaciones negociadas.

Puede creer que ella liderará una batalla a ganar contra la libertad. Pero más temprano que tarde, deberá aceptar que su acción no es más que una gota en el mar. Y que nada cambiará.

Claro que hasta ese instante, somos los argentinos quienes habremos de financiar esta cruzada Kijotesca.


Buenos Aires, Noviembre 01, 2008.-