martes, 11 de noviembre de 2008

Recuerdos del Futuro

El ser humano suele tropezar dos veces con la misma piedra. Los argentinos lo hacemos varias veces. Deportivamente. Y siempre buscamos seguir reincidiendo. Patológico.

Luego de la histórica pérdida de oportunidad (por los precios internacionales) que fue el conflicto con el campo por la discusión de la Resolución 125/08 (Régimen de retenciones), parecía que sobrevendría la calma. Por un momento, la mayoría silenciosa (y la no tanto) confundió el motivo de aquel conflicto.

El matrimonio presidencial no dejó de recaudar en el pico de los precios mundiales de los commodities sólo por una cuestión ideológica. La oligarquía agropecuaria es el caramelo de madera que enarbolaron en los medios. Lo único que les importaba era (y es) la caja. Hoy esto es evidente. Pero no lo fue entonces, al menos para muchos.

Por lo tanto, al no poder obtener esa caja y dada la posterior caída de los precios internacionales, el campo dejó de ser una presa interesante. Pero las necesidades de caja no han desaparecido. El programa financiero prevé para los próximos dos años USD 22.000 millones, sin considerar los vencimientos pendientes del 2008.

De manera simultanea con el voto no positivo, explotó la crisis internacional que se venia incubando. Por exceso de regulaciones el mercado no había podido generar los indicadores que los agentes precisan para tomar decisiones razonables. Y explotó.

En el preciso instante en que la Tesorería Nacional tomaba nota que ya no contaría con mayores ingresos por las retenciones móviles, se verificaba que como consecuencia de la crisis global, la falta de liquidez agravaba las dificultades que Argentina tendría para tapar aquellos baches. Cráteres.

Sumado a la falta de respeto hacia las instituciones por parte de las autoridades nacionales, era de prever el manotazo dado a las AFJP y si no queremos pecar de inocentes, deberíamos pensar que esto no ha terminado aquí. Pero antes de pensar en el futuro, hagamos un poco de memoria del pasado reciente.


El pasado no está bien

Que la presente gestión presidencial es la continuación de la anterior, no es una novedad. La asunción fue sin beneficio de inventarios y por ende la herencia recibida más que herencia, fue bien ganancial.

Durante los primeros treinta meses del gobierno de Néstor Kirchner, la economía se caracterizó por pagar la construcción de poder, atento aquel exiguo 22,24% con que logró alcanzar la presidencia. El clientelismo fue la norma. La cooptación de los opositores, el fin. La caja, fue el medio.

A partir de Octubre de 2005, y como consecuencia del impresionante nivel de aumento del gasto, especialmente en el periodo preelectoral, se comienza a verificar crecimiento en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), con un INDEC que todavía era confiable.

La gran noticia de aquel año, fue el cierre unilateral del default (04 de marzo), dejando un cuarto de la deuda fuera del canje y aplicando una quita del 65% a la que si entró. Eso si, un tercio de los nuevos títulos se denominó en pesos, ajustados por inflación. Según las autoridades de aquel momento, toda una ventaja.

Paralelamente, en el último trimestre se verificaron serias dificultades para cerrar el plan financiero de aquel año, y el Comandante Chávez comenzó a hacer negocios con nosotros.

En el 2006, luego de cancelar con reservas del BCRA la deuda con el FMI, la inflación obligó a derivar cada vez más fondos a los subsidios. Especialmente a los servicios y al combustible. Los precios de los commodities comenzaron a subir y las retenciones a las exportaciones se convirtieron en el único camino para evitar el déficit. El gasto aumentó por encima del 50% respecto de los ingresos. Y no era un año electoral.

La economía comenzaba a perder los últimos estertores de transparencia. El 2007 comenzó con el INDEC intervenido y con la brújula desimantada, el rumbo se perdió.

La política económica pasó a ser la del apriete. Al principio los fundamentalistas de la heterodoxia pensaron que nadie se daría cuenta que había un elefante en el living. Pero los argumentos se diluyeron muchos más rápido de lo conveniente.

El impulso para recuperar las reservas llevó a un nivel de emisión de títulos importante para esterilizar los pesos necesarios para la compra de los dólares. Esta expansión monetaria aceleró la inflación y los esfuerzos del Secretario de Comercio Interior debieron ser cada vez más recurrentes y menos obvios.

En paralelo, en el mundo comenzó la gestación de una crisis de tamaño global. Trece meses después estalló. Pero para el análisis económico, la crisis ya estaba.

La crisis de solvencia del 2008 en el mercado de los países desarrollados, generó una crisis de liquidez que puso al crédito (mundial) en la vidriera. O a la falta de este. Ya ni el Comandante Bolivariano quería prestarnos. No a tasas razonables.

Mientras tanto, los argentinos nos sentíamos desacoplados. Sueltos. Desglobalizados. Casi autistas.

Cuando el mundo buscaba calmar los mercados, nosotros, desacoplados, decidimos azuzarlo. El vértigo nos apasiona. Casi rozando el suicidio.

Cuando el conflicto del campo parecía que se diluiría, allá por mediados de mayo, el dólar costaba $3,20. Por el contrario, cuando parecía que el gobierno estaba perdiendo, el BCRA salió a vender para castigar a los “especuladores”, hasta plancharlo en $3.04 (28 Jul).

En plena crisis internacional (19.09) y ante el reclamo de la UIA por una devaluación del peso (tipo de cambio competitivo, ¡Para ellos!), la presidente dijo “un tipo de cambio demasiado alto es inconsistente con la lucha contra la inflación”. Menos de 30 días después, la moneda americana cotizaba a $3.44. Aun cuando en una sola semana, el Central debió comprar mas de USD 500 millones (ofreció más de USD 1.500 millones), todos en los últimos minutos de cada rueda diaria.

Y el hurto previsional fue entonces anunciado.

En medio de este carnaval dantesco, la Argentina fue declarada “país emergente de frontera”. O sea, además de nuestra paupérrima situación económica, sumamos ahora una importante debilidad de liquidez e institucional.

Tan poco confiable nos volvimos, que a fines de Octubre logramos duplicar el costo del seguro contra defaults (CDS) respecto de Venezuela y sextuplicarlo respecto de nosotros mismos, apenas tres meses antes, pasando los 40 puntos porcentuales.

Al día siguiente nos enteramos que “no calificábamos” para ser incluidos en la lista de países a contar con ayuda (de liquidez) de los EEUU, a través seguros de cambio ventajosos.

Finalmente, el jefe de la CGT dice que hay que ser mas firme para evitar que la crisis internacional cause mas daño a la economía del país (?) y presenta un plan anticrisis. Obviamente, contando con los recursos que habrán de hurtar a los futuros jubilados, proponen aumentar el gasto, generalizando subsidios, cerrando la economía, y compensando a los empresarios por los cerrojos que habrán de colocar para evitar despidos. Todos contentos, menos los que pagamos la fiesta.

Parafraseando al economista de moda, “abriendo zanjas de día y tapándolas de noche”. El concepto keynesiano del pleno empleo. Y del despilfarro de recursos.

La presidente reclamó “mayor responsabilidad social a los sectores que mas ganaron”. Viendo las declaraciones juradas ¿A quienes se refiere?


El futuro está peor

El 21 de Abril pasado, el Euro toco su máximo contra el dólar americano (1,61). A este valor mínimo de la unidad de referencia y medio de pago mundial, siguieron los máximos de los commodities agropecuarios y del petróleo. Llegamos a ver la Soja en USD 608 y el barril de petróleo en USD 144.

Los mercados asiáticos en pujante expansión empujando la demanda. Con la crisis de solvencia dando sus primeros pasos en público (Bear Sterns ya era historia), los commodities en general eran un buen negocio para el hedging, aumentando así (por mayor demanda) el precio.

Por encima de los USD90 el barril, las energías alternativas se volvían rentables. Especialmente del derivadas de los alcoholes, empujando aun mas a los granos. Y el círculo cerraba al alza. Los mercados estaban “condenados al éxito”.

Pero como dice la canción (Vox Dei), “todo concluye al fin”. Y lo aburrido de los ciclos económicos, se vuelve evidente.

Aun cuando el mundo anunciaba hacia meses el fin del dólar americano como unidad de cuenta y moneda de reserva mundial, al primer estornudo el “fly to quality” fue en una única dirección: al dólar. “Los muertos que vos matáis, ….”

No importó el déficit de los últimos años en la Tesorería americana. Los bonos del Tesoro llegaron a tener rendimiento cero. Esto es, la gente prefería tener bonos a tasa cero, antes que cualquier otra colocación con alguna rentabilidad, por segura que pareciera.

Es evidente que la revaluación de la moneda “verde” implicó la baja nominal de los precios de los commodities. La crisis agravó esto, debido a la baja en la demanda y las negras expectativas, y de esta manera los granos bajaron un 45% y el petróleo el 55%.

Esperar que el petróleo se estabilice entre los USD 70 y USD 80 no es irrazonable. A estos precios, los proyectos de alternativas para su reemplazo no son rentables y por ende, los países productores seguirán teniendo el monopolio del combustible. Al menos por un largo tiempo. Aunque a Chávez esto no le guste.

Como efecto secundario, la demanda de granos será menor y su precio ya no alcanzará los niveles de mediados del 2008. Para los países productores puede no ser una buena noticia. Para el resto, seguramente lo es.

Mientras tanto, la crisis internacional de liquidez ha obligado a aflojar el cinturón de las tasas y estas han estado cayendo. Y aun lo harán más. Hay quienes avizoran un periodo muy cercano con tasas cero tanto en EEUU como en Europa.

De manera adicional, los países han dado toda la liquidez que han podido a sus respectivos sistemas financieros, incluso a través de la baja de impuestos.

Pero en Argentina todo es distinto. Aquí hemos iniciado el camino hacia la eliminación del único mercado de capitales que teníamos. Los fondos para las futuras jubilaciones eran la última reserva que quedaba para financiar a la producción local genuina y al consumo.

Pero no sólo hemos decidido jugar a la ruleta rusa, sino que además los hacemos con el arma totalmente cargada.

Cuando el mercado buscó sincerar su precariedad a través del tipo de cambio, el BCRA salió a vender barato los que compraba caro. Luego de sucesivos llamados telefónicos y operaciones de cambio perdidosas, la tasa se convirtió en la variable de ajuste.

Las tasas que hoy se pagan por mantener los depósitos (pasivas), hasta hacen parecer razonables las pagadas en la última colocación de títulos públicos en Venezuela. Pero las tasas activas, no sólo hacen imposible cualquier tipo de financiación, sino que cualquier inversión es imposible de ser analizada.

De esta manera, con el crédito cortado, la incertidumbre sobre la propiedad privada, la certeza de menores ingresos fiscales, un tipo de cambio ficticio (al menos hasta la aprobación del manotazo en el Senado), baja de reservas internacionales, estadísticas no creíbles y la confianza en las instituciones por el piso, se comienza a verificar lo elemental: la economía real empieza a resentirse.

Inflación, recesión, suspensiones, vacaciones adelantadas, comentarios sobre empresas que se van, despidos, etc., son consecuencias directas e ineludibles. Luego llegará el desempleo, la pobreza y nuevamente el asistencialismo demagógico.

Para contrarrestar, el gobierno comienza a gastar a cuenta de los fondos previsionales. Y en el apuro o la ignorancia, lo hace pensando en los $95.000 millones que había 60 días atrás. Pero esos fondos estaban colocados en inversiones (bonos, acciones, etc.), que el propio gobierno ha obligado a malvender, otras han sido embargadas pero salvo una pequeña parte, todas se han desvalorizado. Y una vez que estén en poder del estado, apenas si valdrán una fracción de su valor original.

Pero gobernadores, legisladores, sindicalistas y otros, se siguen repartiendo lo que ya no hay.

La Argentina se ha quedado sin mercado de capitales, con un pasivo previsional colosal en cabeza de un estado que históricamente no ha respetado los compromisos (internos ni externos), ha vulnerado la Constitución Nacional sin enrojecerse y aun así, no ha logrado cerrar las necesidades de financiamiento para los próximos dos años.

Pasada la crisis, el mundo habrá de seguir su camino. Avanzando. Nosotros escapamos hacia atrás. Y van . . .


Buenos Aires, Noviembre 11, 2008.-

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