miércoles, 25 de junio de 2008

Propiedad y prebenda

Después de los más de cien días de parálisis y cortes, de desabastecimiento y confrontación, los voceros de facto del gobierno, los Fernández, salen a decir que la discusión entre el campo y el gobierno es por un tema de plata. De dinero.

Realmente sorprende que a esta altura vengan con esta “verdad revelada”. 40 millones de argentinos entendimos desde el principio que era una cuestión de dinero.

Una cuestión sobre “de quien” es el dinero.

Por un lado el gobierno pretende quedarse con la renta y algo mas, generada por un sector (el campo).

Por el otro lado ese sector salió a defender lo que considera que le es propio, contra la avaricia del gobierno.

En estos términos se planteó la discusión en marzo pasado. Una discusión sectorial en la que se disputaban recursos.

Si los Fernández recién ahora lo entienden, estamos más complicados de lo que creíamos. Pero todos sabemos que esto es puro discurso. Quienes convirtieron esta discusión sectorial en un debate político nacional, fueron los integrantes del propio gobierno y los voceros fueron siempre los mismos.

Ante el fracaso de no poder convencer a los argentinos que se trataba de una pelea entre quienes defendían la argentinidad y los destituyentes, salen a reconocer lo obvio.


Propiedad privada

Pero ahora será más difícil hacer olvidar esta discusión a todos los que sin tener más tierra en propiedad que la de las macetas de la casa, ya poco nos importan las retenciones móviles.

Este gobierno está logrando lo que muchos hemos venido pregonando y no alcanzábamos a obtener: La gente empieza a pensar que la propiedad privada es eso, privada. Que el estado no debe avanzar sobre ella de manera discrecional. Y que la única forma de frenar este despojo, es saliendo a expresar el repudio ante la confiscación descarada, ya no sólo de la propiedad, sino de la renta.

Esto fue mucho mas fácil en países que al constituirse, hicieron un reparto de tierras mas generalizado, contribuyendo así a crear una clase propietaria mucho mas numerosa y por ende, una fuerza de defensa ante los atropellos estatistas, imposible de avasallar.

Pero el pasado está bien y tratar de justificar la historia de poco sirve a los efectos de solucionar los conflictos presentes y futuros.

Paradójicamente, el sector donde se verifica la mayor concentración de riqueza, no es en el campo sino en el sector industrial. Esta riqueza, generada en muchos casos en los últimos treinta años, gracias a las conocidas “patria contratista”, “patria judicial” y “patria financiera”, que no son mas que eufemismos para hablar de operaciones y negocios realizados sino fuera de la ley en todos los casos, muy sobre el borde.

Estos sectores que no pudieron ni pueden competir con sus pares internacionales y que con fuertes lobbys han logrado “interesar” a funcionarios de todos los gobiernos y signos, son quienes mejor han logrado usufructuar el modelo prebendario argentino durante los últimos 80 años.

Son propietarios pero a la vez se asocian con el poder de turno. Y a diferencia de los políticos que hoy están y mañana no, ellos siempre están.

Sorprendentemente (o no), la prensa oficialista nada dice de ellos. Peor aun, son públicos los nombres de los “nuevos capitanes de la industria”, que con el apoyo de la burocracia oficial, han ganado en cuanta licitación se han presentado. Han sido directamente adjudicados. E incluso, han sido obligados a ganar más. Por decreto.

Mientras tanto, el campo que tantas veces salvó las finanzas nacionales y que no sólo está dispuesto a competir globalmente, sino que en algunos sectores es casi (o cuasi?) invencible, debe soportar la expoliación.


La redistribución

En este punto, espero que muchos argentinos hayan comenzado a plantease la asimetría entre palabras e intenciones bonitas con la realidad cruda e invariable.

Hegel, a quien la presidente ha declarado sujeto de admiración y faro de su pensamiento, aseguraba (entre otras barbaridades) que “la burocracia representa al interés general, no teniendo interés particular alguno”. De la misma forma, aseguraba que los derechos naturales no eran tales, siendo todos nuestros derechos derivados del estado.

Así, de esta sencilla manera, no sólo puede el estado disponer de nuestra propiedad, sino que también lo podría hacer, en nombre del bien común, de nuestra libertad e incluso de nuestra vida. En este contexto, que problema hay que lo haga “apenas” de la renta, a través de retenciones, impuestos, tasas, derechos, etc.

Pero esto no es todo. Si la burocracia es representativa del interés general y es infalible, ¿Quién mejor que la burocracia del estado para decidir que hacer con la renta (y el capital) que captura?

Es este a mí entender, el punto central de toda la discusión.

Desde la crisis del 2001, las transferencias de riqueza (y de pobreza) que ha decidido el estado, han sido formidables. El objetivo ha sido capturar cajas para luego decidir ganadores y perdedores. Según del humor de Número Uno, el cual ya lo advertía Hegel, es infalible.

Mas democracia a la democracia dijo el otro día, la presidente. No es necesaria más democracia. Es necesaria más REPUBLICA. Pero la república, no acepta la infalibilidad de la burocracia, por eso el sistema implica contrapesos. Poderes independientes.

La salida al conflicto que propone el oficialismo, es más de lo mismo. Se están armando una increíble cantidad de subsidios (todos a discreción de un burócrata “infalible”) para el sector al cual le capturaron toda la renta.

Esto tiene dos efectos. El primero, las retenciones las deberán pagar todos. Los subsidios, por esas debilidades del ser humano, no les llegarán a todos. Y a los que le s llegue, deberán aceptar que tampoco será siempre. Salvo que logren hacer “nuevos amigos”. E ingresar al círculo. Asociarse.

El otro efecto es que mientras lo recaudado por las retenciones alcance para pagar los subsidios, algún vocero oficial podrá justificar que “solo” se trata de una redistribución. Pero el día que los precios internacionales de los commodities ajusten a la baja, o bien los burócratas se deshacen de algunos nuevos amigos, o habremos de hacer frente a un importante gasto, sin los ingresos. Siendo esta última opción mucho mas rentable para el infalible burócrata.


El futuro inmediato

No debemos confundir embarazo con hinchazón. El aumento de las retenciones tenía que ver con una necesidad real y concreta del estado de incrementar ingresos a los efectos de poder hacer frente a vencimientos y gastos.

Esta redistribución forzada de los fondos que provengan de las retenciones, deja sin cubrir el mismo bache financiero. Por ende, la creatividad de los fiscalistas responsables será nuevamente puesta a prueba.

Nuevos impuestos o incrementos en las alícuotas de los existentes e incluso modificación en las bases imponibles, serán alternativas que no deberían sorprendernos.

Incluso deberán pagar aquellos que creían que su salvación vendría por el lado del dólar caro. Perdón, competitivo. Pero dado que ni ellos ni el dólar son competitivos, se verán en problemas, con sus ex amigos. Tipo de cambio menos favorable, salarios aumentados, voracidad fiscal e inflación descontrolada.

El campo no estará mejor, si el gobierno logra que algún miembro de la Mesa de Enlace, le valide las retenciones a cambio de subsidios. No sólo por la dependencia posterior de los “beneficiarios” respecto del gobierno, sino por estarían avalando el corte horizontal por clases, según valores numéricos que después podrían ser modificados, por simple resolución ministerial.

Parafraseando a Rusell: Vienen por todos.

Buenos Aires, Junio 25, 2008.-

miércoles, 11 de junio de 2008

Confundiendo causa y efecto

Comentar los motivos por los cuales hace un trimestre que en la Argentina se profundiza la división entre buenos y malos (según de que lado se esté parado), ya es redundante.

Después de tanto tiempo de conflicto y tantos discursos, comienzan a verificarse algunas inconsistencias en ambos bandos. Quizás la diferencia está en que mientras en el sector agropecuario se puede verificar cierto cansancio por parte de dirigentes acostumbrados más a trabajar que a hablar, en el gobierno sus “errores” son de tipo ideológico. Puro dogmatismo.

Así como a nadie se le puede obligar a declarar en contra de si mismo, nadie puede culpar al campo de haber aprovechado las circunstancial situación planteada por factores exógenos (mercado internacional) y endógenos (regulaciones nacionales).

Es así que en medio de un violentísimo movimiento ascendente en el precio de los commodities, como consecuencia del aumento de la demanda global, Duhalde y luego los Kirchner optaron por un modelo de tipo de cambio competitivo (dólar caro) y congelamiento de tarifas energéticas.

De más está decir que en un cuadro inflacionario esto potenció el beneficio del sector (y de todos quienes exportan), al punto que la incidencia del costo del gasoil necesario para cosechar y la mano de obra respecto de los ingresos totales, se han vuelto insignificantes.

Pero no así los cosots que remuneran la tierra y los insumos (semillas transgénicas, fertilizantes, herbicidas, etc.). Estos últimos, en su mayoría importados valen no sólo en dólares, sino que en esta misma denominación, han aumentado fuertemente.

Quizás sea interesante marcar en este punto que las mal llamadas “ganancias extraordinarias”, no son tales. Sin importar si uno lee la mitad ortodoxa de la biblioteca o la heterodoxa, la definición de tales tipos de ganancias, son las que se realizan con motivos de una operación no relacionada con el negocio habitual.

Digamos que será una “ganancia extraordinaria” aquella que resulte de la venta de terrenos en El Calafate, cuando la pareja presidencial decida vender a precio de mercado, lo que compró durante el 2007, a tan sólo $7,50 el M2 (pesos siete con cincuenta). Seguramente, allí no se les aplicarán retenciones.

La ecuación actual del campo es tan extraordinaria ahora como lo fue en los noventa. Sólo cambia el signo del resultado. Y demás está decir que en aquella época, el fisco nunca dejó de recaudar.


El gobierno y las retenciones

Por otro lado, el gobierno discute las retenciones no sólo por el efecto económico de estas en las cuentas fiscales, sino con un efecto mucho más estratégico. Y de alguna manera el discurso de la presidente del lunes 9 de junio, lo dejó entrever.

La concepción de que se puede definir un impuesto y sólo cuando la presión social se hace insostenible buscarle una aplicación a esos fondos, demuestra no sólo la endeblez del mecanismo, sino que coloca en evidencia dos aspectos que no hay que perder de vista.

Por un lado, la carga fiscal es ya lo suficientemente alta como para que el estado tenga los recursos necesarios para poder hacer todo aquello que prometió la presidenta hacer con lo “excedentes” y todo aquello que no prometió y tampoco hace.

Esto habla bastante a las claras del nivel de administración de los fondos públicos. Sin hacer hincapié en los sucesivos anuncios de aumentos “extraordinarios” de la recaudación. En realidad no los menciono, ya que es claro que dichos niveles de recaudación tienen más que ver con el imparable avance de la inflación que con efectividad recaudatoria. Claro que queda por justificar los no menos extraordinarios avances en el nivel del gasto, especialmente en el caso de los no transparentes subsidios, manejados discrecionalmente por funcionarios de segunda línea.

Pero es el otro punto el que más debería llamar la atención del argentino promedio, y el no tanto.

La presidente decidió que las retenciones no son impuestos y son sólo herramientas de políticas públicas. De esta forma no sólo no requieren de autorización del Congreso de la Nación para su implementación y/o modificación, sino que no se las debe computar como carga fiscal.

Esto que parece un tecnicismo, no es menor. En definitiva si se pretende apropiar de la renta del sector privado, hoy lo podrá hacer vía las retenciones al campo. Ya lo hace con las retenciones a los combustibles. Lo hacen también con la imposibilidad de poder ajustar por inflación los balances, generando un nivel de contribución fiscal exagerado y distorsionado.

Pero también lo podrá hacer en el futuro con otras “herramientas de políticas públicas”, sobre industrias y servicios. Finalmente, la renta privada será propiedad del estado, no así los riesgos necesarios para su creación.


Cambio del paradigma

Creer que el gobierno nacional está dando manotazos o que es sólo reactivo a los conflictos sectoriales, es en este punto un tanto ingenuo.

Veamos como se votó ante la FAO y quizás podamos empezar a entender otro escenario político. Argentina votó en contra de la resolución final avalada por 186 países. Los únicos que fueron de la partida argentina, fueron Cuba y Venezuela.

Habrá quienes simplifiquen dando a entender que la dependencia financiera hacia Caracas es condicionante. En ese caso, ni Nicaragua ni Bolivia ni Ecuador lo entendieron así.

Los Kirchner, en especial Néstor, quienes en los 70´s y 80´s fueron capitalistas, en los 90´s menemistas y a comienzos de siglo, mutaron a duhaldistas, necesitaban diferenciarse de estos, para construir un polo de poder que les perteneciera.

Para esto no sólo se rodearon de funcionarios que venían de aquellas tribus, sino que sumaron a quienes les podían aportar cierto brillo desde la ideología: la izquierda montonera.

A cambio de esto, les entregaron el manejo de los derechos humanos y de la justicia para castigar a quienes fueron sus enemigos 30 años atrás.

Lo que hasta aquí podría haber sido una forma de construcción política, terminó siendo un dogma que el propio NK terminó “comprando”. De allí, que mas allá de la discusión entre la izquierda peronista y la no peronista, la construcción de la transversalidad desde fuera del peronismo no haya sido posible por falta de masa critica y ahora se intentará hacer lo mismo, pero desde el propio partido justicialista.

El gran punto que todos los argentinos debemos comenzar a pensar, ya no es si el nivel de las retenciones es correcto o si la aplicación de dichos fondos tiene un sentido social o no.

Las retenciones como apropiación de la renta, hoy de un sector pero indudablemente con un objetivo de generalización, marcan una tendencia hacia un modelo autocrático. Y no digo un modelo comunista, porque la izquierda oficialista también dejará en algún momento de ser útil y será descartada.

Este es un proceso en el que primero se eliminó la oportunidad de no alinearse a los gobiernos provinciales, a través de la discrecionalidad de las transferencias. Luego se les condicionó a que desde el poder central se armaban las listas para el Congreso de la Nación y así, este fue convertido en un destino para incondicionales.

Desde aquí se amañó a la Justicia, cambiando la composición de la Corte Suprema (y no estoy defendiendo a los antiguos ministros, sino el procedimiento utilizado) y utilizando al Consejo de la Magistratura para poner jueces propios y sacar ajenos.

Durante todo este proceso, se manipularon los Presupuestos Nacionales y se dio discrecionalidad en el manejo de fondos a funcionarios de segundo nivel. Se armaron cajas políticas de dimensiones colosales, a través de fideicomisos, sin que exista control alguno y desde allí se otorgan subsidios sin más criterio que el del ex presidente.

Se han nacionalizado directorios de mas de cuarenta empresas, a través del apriete de sindicatos, piqueteros y ministros y luego financiaciones a amigos del poder, que carecen en gran mayoría no sólo de los conocimientos mínimos para explotar a las mismas, sino que muchas veces carecen de la posibilidad de ofrecer garantías colaterales suficientes, para dichas financiaciones.

Hoy se desconoce a ciencia cierta el nivel de las reservas reales del BCRA. No hay estadísticas públicas. No son públicas variables de coyuntura críticas, tales como los niveles de consumo diario de energía y el nivel de la inflación. El gasto público es totalmente discrecional. La justicia es sólo para algunos. El poder legislativo es una beca para amigos, que se jacta de poder justificar porque el oficialismo debe votar todo los que le mandan desde el Ejecutivo nacional (¡podríamos cerrarlo y ahorrar unos pesos!).

La institucionalidad está quebrada.

Y muchos empresarios todavía creen que no irán nunca por ellos y siguen haciendo negocios con sus verdugos de mañana. Deberían leer a Bertrand Russell.

Nada de todo esto puede ser considerado como hechos aislados. El plan está en marcha. Algunos se empiezan a quejar. El resto quizás no tenga la oportunidad.

Buenos Aires, Junio 11, 2008.-
Publicado en la Fundación FUTURO ARGENTINO (www.futuroargentino.com.ar), El DIARIO DE RIO NEGRO (www.rionegro.com.ar/diario/2008/06/14/20086o14s01.php), EL DIARIO DE AMERICA (www.diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=4167) y Fundación ATLAS 1853 (www.atlas.org.ar)